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Liang Yaovi, de nueve años, tenía un tumor cerebral que no tenía cura, el pequeño murió el viernes pasado y antes de morir dijo que quería “estar vivo de otra manera” al ayudar a otras personas y por eso donó sus órganos.
Ocho horas después de su ausencia su hígado y sus riñones ya habían salvado varias vidas. Además, también pidió que su cuerpo fuera donado a la escuela de medicina.
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La decisión del niño despertó la admiración de los médicos que estuvieron a cargo de las operaciones. Cuando murió, se pusieron en fila y le hicieron una reverencia.
Liang se enfermó en abril. Su familia lo llevó al hospital, donde le dijeron que tenía una enfermedad incurable. Después de visitar a más médicos, acabaron en el hospital de Guangzhou, donde le dijeron que lo único que podían hacer era que su hijo muriese de la forma más tranquila posible.
Con información de huffingtonpost.com