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El elixir de la juventud podría estar en la sangre

Esto en realidad no es nuevo y se conoce por experimentos que unen los sistemas circulatorios de dos roedores. Este procedimiento quirúrgico se denomina parabiosis y fue descrito hace hace más de siglo y medio para evaluar la influencia de los factores circulantes en la sangre sobre diversas patologías.

Pero ahora tres investigaciones han dado un paso más que podría tener implicaciones terapéuticas importantes. El trabajo publicado en “Nature Medicine” apunta a que alguna proteína de la sangre capaz de poner en marcha cascadas de procesos celulares puede guardar el secreto de la juventud. Con el sello de la prestigiosa Universidad de Standford, los investigadores han encontrado “algo” en la sangre de los ratones jóvenes capaz de restaurar las capacidades mentales en los ratones viejos.

Si ese “algo” funcionase también en humanos, destacan, supondría una forma nueva de tratar patologías como el Alzheimer. En los ratones ese “factor” aportado por la sangre joven produce cambios anatómicos y funcionales en el cerebro de los roedores añosos, que mejoran su capacidad de orientación y aprendizaje a niveles comparables a los jóvenes.

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Estos cambios funcionales en ratones viejos se apoyan en cambios estructurales, en especial el hipocampo, implicado en la memoria y el aprendizaje, que tras el aporte de sangre joven se asemeja más al de los roedores de menos años. Tienen un mayor número de espinas dendríticas, las estructuras que facilitan el contacto entre neuronas, y por tanto el aprendizaje. El trabajo, liderado por Tony Wyss-Coray, pone de manifiesto que, en roedores al menos, algunos de los deterioros propios del envejecimiento son reversibles. “Esto se podía haber hecho hace veinte años. No hace falta saber cómo funciona el cerebro. Pero a nadie se le había ocurrido”, explica Wyss-Coray.

El factor rejuvenecedor desenmascarado

Los dos artículos de Science precisan algo más de este “misterioso” factor de rejuvenecimiento que los investigadores Standford desconocen, o no revelan de momento. En concreto el trabajo de Science, llevado a cabo en Harvard, le ponen nombre: factor 11 de diferenciación del crecimiento celular (GDF-11). Por sí solo, dicen, aumenta el nacimiento de nuevas neuronas en el hipocampo -mejorando el aprendizaje- y también en el bulbo olfatorio, lo que permite a los ratones añosos recuperar el olfato parcialmente perdido. Además mejora el sistema vascular del cerebro. Todo esto se traduce en un rejuvenecimiento. Otro trabajo de la misma Universidad corrobora que algo parecido ocurre en el músculo y el corazón. Los ratones que reciben GDF11 aumentan su fuerza y capacidad de ejercicio.

Esta es la primera demostración de la existencia de un factor rejuvenecedor producido de forma natural, que disminuye con la edad y que revierte el envejecimiento en múltiples tejidos, explica Amy Wagers, la investigadora que ha dirigido el aislamiento y estudio del GDF-11

Falta probar que el GDF-11 tenga el mismo efecto en humanos, ya que no siempre los experimentos con roedores son trasladables, explica el doctor Miguel Ángel Barajas, especialista en terapia celular de la Clínica Universitaria de Navarra. Precisamente ahí está el reto. De momento un dato interesante es que dos grupos de trabajo independientes han llegado a conclusiones parecidas.

Barajas resalta la importancia de estos trabajos que consiguen identificar un factor sanguíneo concreto. “La clave está en saber si es el único, que no parece probable. Pero aunque no lo sea, la aportación es muy interesante”, aclara. Y destaca el hecho de que demuestren que el rejuvenecimiento es funcional, es decir que tiene efectos visibles en los ratones viejos.

“Habría que pasar a ensayos clínicos para ver si este mismo factor administrado a personas mayores tiene los mismos efectos. En teoría con un factor de crecimiento como este no debería ser muy complicado, porque se puede hacer clínicamente administrable como proteínas recombinantes”, explica el doctor Barajas. Previamente habría que probar que no tiene efectos adversos en otros órganos, apunta. Además, al no ser un factor proliferativo, no aumenta el riesgo de desarrollar tumores, explica. Los investigadores de Harvard prevén que los ensayos clínicos en humanos podría llevarse a cabo en un plazo de tres a cinco años.

Aplicaciones terapéuticas

Para Barajas, la aplicación terapéutica más cercana sería en las patologías musculares. Los investigadores de Harvard esperan que este hallazgo pueda deparar un posible tratamiento para la insuficiencia cardíaca diastólica, una patología asociada a la edad que ahora no tiene cura.

El cerebro es algo más difícil de abordar, advierte Barajas, pero también hay formas de hacer que llegue esta proteína rejuvenecedora de forma estable. Si funciona en músculo en humanos, no sería difícil aplicarlo al cerebro, asegura.

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“Creemos que un efecto de GDF-11 es la mejora de la vascularización y el flujo sanguíneo en el cerebro, asociado a un aumento de la neurogénesis”, señalan los investigadores.”Esto debería tener un efecto más extenso en otras áreas del cerebro. Pensamos que, al menos en principio, habrá una manera de revertir el daño del envejecimiento con una sola proteína. Podría ser una molécula similar GDF-11, o incluso el GDF-11″.

Transfusiones

Otro punto a tener en cuenta: experimentos previos similares han puesto de manifiesto que también hay factores sanguíneos pro-envejecimiento en los ratones añosos que, cuando pasan a los jóvenes a través de la sangre promueven el envejecimiento. Por eso el doctor Barajas opina que la futura terapia “antiedad” no debería centrarse solo en administrar este factor ahora identificado. Para que fuese más efectiva habría que pensar además en neutralizar los factores pro-envejecimiento circulantes.

El descubrimiento abre también la puerta a nuevas consideraciones en las transfusiones sanguíneas: ¿se conservan estos factores? ¿pueden tener un efecto rejuvenecedor en los receptores si la sangre procede de donantes más jóvenes? Y a la inversa, ¿pueden aportar factores pro-envejecimiento si procede de una persona mayor? Tal vez en un futuro habría que tener en cuenta los niveles de GDF-11 en sangre.

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Con información de ABC

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