Opinión

"Cinco visiones acerca de la tragedia en 'Dios es Fiel'"

Imposible pasar por alto el nombre del asentamiento donde ocurrió la tragedia: “Dios Es Fiel”.

  • 1

La noche del domingo dormí con lluvia. Me desperté a media madrugada. Pensé: Todavía me quedan un par de horas de sueño. A esa misma hora, abajo de un puente, no era sueño lo que quedaba: Eran pesadillas. Quienes las sufrían también estaban durmiendo con lluvia. A media madrugada, el río los despertó. Quienes lograron contar la historia vivieron momentos de horror. Quienes ya no despertaron son los personajes de la historia más triste. Quienes damos seguimiento a esta historia, aún nos quedan muchas similares por contar. Tristemente.

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  • 2

Ninguno de los damnificados acudió a los albergues municipales al día siguiente. No lo hicieron por temor a que, ya allí, no les permitieran volver al lugar de la tragedia. Es decir, miedo a perder sus casas, aunque de sus casas ya no haya nada. Esaú González, que vivía a poco más de cien metros de las víctimas, dijo entre lágrimas que ni él ni sus vecinos pueden pagar otro sitio donde vivir. Hace 12 años que forma parte de la comunidad. Conocía perfectamente a esas 20 personas a las que jamás volverá a ver. Con esperanza de recibir ayuda, mencionó al aire su número telefónico. Ojalá lo llamaran para realmente ayudarlo. Es poco probable que suceda; si alguien le da la mano, será temporalmente. Así funciona la humanidad.

Según me dijo Manolo Barillas, de la Oficina de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios, solo en el área metropolitana de Guatemala, unas 300 mil personas viven en alto riesgo. Una frase suya lo expresa todo: “No se puede prevenir el riesgo creando más riesgo”. Y eso, precisamente, es lo que hacemos aquí todos los días.

  • 3

Es tal la vulnerabilidad de Guatemala que hasta gente de considerable poder económico enfrenta grandes riesgos de padecer una catástrofe. Una catástrofe repentina, muy parecida a la de esta semana, pero en una lujosa casa. Basta ver las aparentemente sólidas construcciones que penden de un fuerte temblor o de un temporal prolongado para desplomarse. Edificaron sobre terrenos inseguros. En otros casos, la amenaza radica en proyectos cercanos que debilitan la “firmeza” de los alrededores. Aquí no existe suficiente control en ese sentido. Si se paga, se construye en cualquier sitio. Aunque se dañe al colindante. Se da en todas las clases sociales.

  • 4

Hay quienes no comprenden por qué la gente no se va de los lugares que son toda una osadía habitacional. Alejandro Maldonado, en su momento un funcionario muy competente, relata una anécdota que lo explica muy bien. Cuando era secretario de la Conred fue a un asentamiento en el que vivir era un atentado permanente. Como experto en prevención de desastres, le hizo ver a los habitantes de esa colonia que ahí los deslizamientos ocurrían en intervalos de entre cinco y 10 años. “Ay, ingeniero”, le contestó una mujer. “Usted nos habla de eso y aquí cada semana nos matan a un patojo”. Obviamente, se quedaron viviendo en aquella ladera. Y uno termina aceptando esa lógica tan brutal, aunque proclame no compartirla. Hemos “normalizado” el peligro. Así de mal estamos. Así de perjudicados.

  • 5

Imposible pasar por alto el nombre del asentamiento donde ocurrió la tragedia: “Dios Es Fiel”. Se me ocurren otros que se acoplan más a lo que ahí se vive. ¿Qué tal “Dios Es Hiel”? ¿O “Dios Es Cruel”? Ya sé que sueno blasfemo. Pero no me refiero a Dios cuando ironizo acerca de los nombres para esta infausta colonia. Dios está en otra dimensión. Dios es piel. Y es en la piel de los más pobres donde Dios es más proclive a notar (y a anotar) quiénes realmente actúan de acuerdo con su palabra. Porque Dios nota y anota cómo una sociedad lucha por vencer la pobreza. Y en la Guatemala actual, Dios ha de estar sumamente decepcionado de quienes abusan del poder. Muy contrariado por los fariseos profesionales del saqueo. Sin embargo, en su infinita misericordia, incluso con esos rufianes, Dios es miel. Y lo es, aunque esas despreciables moscas no logren captar de qué se trata eso. Especialmente, esas repugnantes moscas que se aferran a sus tronos de podredumbre. Son moscas inmundas. Moscas asquerosas. Moscas infames. Moscas, al fin.

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