“Cuatro apuntes acerca de la ‘transición'”

Luis Felipe Valenzuela
"Es hora de que el Movimiento Semilla busque aliados para enfrentar el vendaval que ya tiene encima."
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1. Es penoso y aberrante que el tema de estos días siga siendo la judicialización del proceso electoral y no la ruta hacia el cambio de gobierno. El ejemplo más reciente lo da el Congreso al prestarse a una ilegalidad. Las intenciones son claras: no entregar el poder al presidente electo el 14 de enero de 2024. La apuesta es pierde-pierde. Pero no les importa. Prefieren eso que dar su brazo a torcer. Ven mejor el caos y la ingobernabilidad que aceptar civilizadamente los resultados. Hay miles de millones en juego. Y también impunidad. El choque de trenes parece inevitable. Solo un giro inesperado y extraordinario de la historia evita lo que hoy es inminente. Y eso depende de cómo se logren articular las desarticuladas fuerzas sociales del país y de la decisión con que la comunidad internacional mantenga sus ojos puestos sobre nosotros. Asimismo, pende de la desesperación que lleguen a sentir los que se saben repudiados por la gente y por el mundo. Difícil momento el que vivimos. Y puede ponerse peor.

2. Es hora de que el Movimiento Semilla busque aliados para enfrentar el vendaval que ya tiene encima. Urge que asuma que este episodio no es el agitado prefacio de una novela de enredos, sino el prólogo siniestro de la tempestad sin tregua. Es inaplazable la operación política del más alto nivel. Y no solamente hablo de alto nivel de decoro y decencia. Me refiero también a una operación política a la altura del desafío tramposo que la realidad post elecciones plantea. La estrategia necesita nutrirse de pragmatismo sin caer en lo cínico, lo cual es harto complicado. Confiar en la ley en una tierra donde no la respetan ni siquiera los obligados a hacerla cumplir raya en lo iluso. Y, sin embargo, solo con la ley en la mano y con una sagfacidad superior podrán alcanzarse los consensos mínimos para impedir que los avezados y malandrines hampones del sistema terminen comiéndose el mandado. No es fácil lo que le toca a Semilla. Tampoco es sencillo lo que la ciudadanía tendrá que resolver en los próximos días. Habrá que tomar decisiones históricas. Jugársela. Sacar lo mejor de cada quien. La Patria lo reclama.

3. Aleccionadora e interesante la entrevista concedida por dos exministros de Finanzas a Emisoras Unidas. María Antonieta de Bonilla y José Alejandro Arévalo dieron una verdadera cátedra de la áspera realidad que enfrentarán los equipos del próximo gobierno, si es que las mafias les permiten tomar posesión. Ambos coinciden en que los funcionarios entrantes deberán ser capaces, honrados y valientes. Los cito de manera textual: “Si se portan timoratos y sin colmillo, acabarán siendo apabullados y no podrán concretar la transformación que necesita Guatemala”. “Nuestro país se ha deteriorado y no solo en el sector público. Por ello, el coraje es tan crucial. Y cuando los nuevos ministros tengan que enfrentar situaciones espinosas, es preciso que hagan lo correcto, para así no terminar acomodándose a las situaciones y prestándose a las prebendas establecidas, o bien directamente a la corrupción”. “A la hora de encontrar anomalías, lo que corresponde es hacerlas públicas y denunciarlas penalmente”. “Si se tratara de una obra de infraestructura en ejecución, tocaría suspenderla, lo cual puede tomar meses y hasta años. Eso le ha hecho mucho daño al país. Es patético que cada invierno se caigan los mismos puentes. En esos casos siempre hay muchos intereses de por medio. De ahí las amenazas, y hay que estar conscientes de ello”. “No se le puede pedir a un presidente que actúe de inmediato contra los corruptos. Es indispensable que investigue antes. La valentía necesita ser sabia. Si quien va a un cargo no está dispuesto a asumir los riesgos, mejor que no acepte. Y claro: Es fundamental que a los funcionarios que asuman esos peligros se les proteja”.

4. Esta frase de Friedrich Dürrenmatt pinta de cuerpo entero nuestra actualidad: “Es triste vivir en una época en la que hay que luchar por las cosas evidentes”. En otras palabras, es arduo y desgastante tener que romperse tanto por defender lo que creíamos ya alcanzado. Me refiero sencillamente a vivir en democracia. Para ser exacto, hablo de vernos obligados a luchar para que se respete la voluntad popular expresada en las urnas y evitar así la dictadura.

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