Opinión

"Acerca de una respuesta de Bernardo Arévalo"

"Veo que buena parte de los más despreciables personajes del país intentan sacar provecho de la valiente respuesta que Bernardo Arévalo me dio en la charla de ayer."

Para que quede claro: Entiendo la indignación mostrada por oyentes y colegas acerca de una pregunta que le formulé ayer al candidato del Movimiento Semilla, Bernardo Arévalo, acerca de unas fotos que circulan en redes sociales, en las que se le ve asistiendo a una boda entre dos mujeres. Mi intención al ahondar en esas imágenes no fue inmiscuirme en su vida privada. Antes de la entrevista desconocía la relación familiar entre él y una de las contrayentes. Incluso llegué a pensar que podía ser un montaje para desgastar su imagen frente al electorado conservador. Pero al escuchar su respuesta, me parece absolutamente honesto lo que me contestó. Honesto y valiente, en el contexto de una desinformación feroz que se vale de las peores bajezas para descalificar a los contrarios. No pudo dar una mejor respuesta. Todo mi respeto para él por esto. Hizo lo correcto. Le dio el ejemplo a muchos padres de cómo se responde en situaciones así. Y además ratificó las principales razones que lo llevaron a la segunda vuelta: ser transparente y no acomodar su discurso a la conveniencia electoral. De hecho, su respuesta a la pregunta que siguió a la revelación que dejó estupefactos a muchos no pudo ser más acorde con la de un estadista. La interrogante fue: ¿Qué le dice a los que lo señalan de estar en favor de esa agenda? A lo que contestó: “Nosotros (como partido) no tenemos ninguna intención de promover el matrimonio homosexual en Guatemala. Pero haremos todo lo que sea necesario para prevenir que haya discriminación contra las personas en atención a su orientación sexual”. Mi opinión: más íntegro, imposible.

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No suelo escribir acerca de las entrevistas que hago en Emisoras Unidas. Sin embargo, esta vez lo considero oportuno para fijar mi posición respecto de varios aspectos. Inicialmente, me refiero al asunto ético. No es aceptable meterse con la privacidad de un candidato o de un funcionario a la hora de tocar temas políticos. La única manera viable de hacerlo es cuando esas acciones influyen en su quehacer público. No es este el caso. De ahí que sea válida la percepción de que la pregunta haya sido malintencionada. No lo fue. Jamás la habría planteado con el objetivo de dañar al entrevistado. Ni a él ni a ninguno.

Siempre me ha parecido hipócrita y repugnante que los que aspiran a un puesto de elección popular utilicen como carta de presentación los argumentos religiosos. Bien claro tenemos en Guatemala lo que significan los funcionarios que reparten bendiciones, pero que al mismo tiempo arruinan nuestra ya de por sí precaria institucionalidad y descaradamente nos hunden en función de salvar su pellejo.

Asimismo, considero cruel e inaceptable discriminar a alguien por sus preferencias sexuales. Es demasiado común que sean los políticos más inmorales los que insistan en eso. Y es igualmente demasiado común que gran cantidad de líderes religiosos sean los voceros de esa iniquidad, pero que al mismo tiempo callen cobardemente frente a funcionarios que esquilman al pueblo y que lo hagan con un silencio cómplice y aprobatorio. Es muy posible que, a corto plazo, la realidad los haga quedar como lo que son: los grandes mentirosos de la “santa” tarima; los burdos negociantes de la fe.

Veo que buena parte de los más despreciables personajes del país intentan sacar provecho de la valiente respuesta que Bernardo Arévalo me dio en la charla de ayer. Los pinta de cuerpo entero en su patológica maldad. Por ello me quedo con este mensaje que me enviaron acerca de la entrevista: “Decir que llevó a su hija al altar es lo más amoroso que pudo contestar el candidato. Ya quisiéramos muchos un padre como él”.

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