La semana pasada, el 8 de marzo, celebramos el día internacional de la mujer. Realmente, es impresionante cómo, en el último siglo, las mujeres se han ganado espacios a nivel político, empresarial y académico. También se ha logrado más apoyo y respeto de la sociedad para que ocupen cargos importantes, sean apreciadas y alcancen sus aspiraciones.
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Claro está que esto no sucede de igual forma en todos los países del mundo, aún falta mucho por recorrer. En Guatemala, por primera vez la mayoría de las altas autoridades son mujeres: La presidenta del Congreso, la presidenta del Organismo Judicial, la presidenta de la Corte de Constitucionalidad, la presidenta del Tribunal Supremo Electoral y la jefa del Ministerio Público; cargos que conllevan mucha responsabilidad.
Varias funcionarias han trabajado fuertemente en los últimos años creando una institucionalidad para defender a las mujeres de la violencia y del maltrato. Lamentablemente, no basta con que tengamos leyes y organizaciones que protejan a las mujeres, requerimos cambios culturales profundos para que las mujeres tengan una vida digna, desarrollen su potencial, logren sus sueños y sean felices -libres de violencia física, sexual, económica, psicológica y otras-.
Desafortunadamente, en Guatemala no hay datos de la violencia que muchas mujeres sufren en el hogar o en su trabajo. Según el Ministerio Público, los delitos contra la niñez y las mujeres son los más denunciados; en el año 2022 representaron 19%, 217 denuncias diarias. Del número de víctimas en ese ámbito, más de la mitad fue de violencia contra las mujeres (48,945), lo cual es un número alto. El desafío es que estos delitos no se incluyen en las encuestas de victimización, razón por la que se desconoce cuántas mujeres realmente sufren de violencia contra la mujer y sexual. Lo que sí es que hay datos exactos respecto a las muertes violentas de mujeres. En los últimos siete años, aproximadamente, un 15% del total de muertes violentas corresponde a mujeres, similar a la tendencia mundial.
Escuchaba en una radio respecto a las muertes violentas de mujeres como sinónimo de femicidios, pero no es lo mismo. Aunque no existe una definición universal, un femicidio en el marco legal guatemalteco debe cumplir con las siguientes condiciones: la víctima debe ser una mujer y el victimario un hombre, la muerte se da por la condición de ser mujer y que exista una relación de poder desigual entre la víctima y el victimario.
Un estudio del CIEN señala que Guatemala fue el tercer país latinoamericano en introducir el delito de femicidio en su legislación, por medio de la Ley contra el Femicidio y otras Formas de Violencia contra la Mujer (Decreto 22-2008), la cual es una ley específica, con un enfoque de género y victimológico, la cual se inició a implementar en el año 2010 por medio de los primeros juzgados y tribunales con competencia en delitos de femicidio y otras formas de violencia contra la mujer.
Ya se cuenta con 48 órganos jurisdiccionales especializados en 21 departamentos, incluyendo dos Salas de Apelaciones. Asimismo, se creó la Fiscalía contra el Delito de Femicidio en 2016 y se cuenta con cuatro fiscalías especializadas en los departamentos de Quetzaltenango, Chiquimula, Escuintla y Santa Rosa. También se ha capacitado al personal en temas de género y atención a la víctima en casos de femicidio en grado de tentativa, para lograr un abordaje apropiado.
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El estudio del CIEN compara los datos de los continentes, América registró en 2021 una tasa promedio de 1.4 femicidios por cada 100 mil mujeres, la segunda mayor tasa después de África (2.5). En la región de Latinoamérica, en 2021, Guatemala se situó levemente debajo de la tasa promedio de 16 países latinoamericanos (1.7), con una tasa de 1.6 femicidios por cada 100 mil mujeres. Resaltan las tasas altas de femicidio de los otros dos países del Triángulo Norte: Honduras 4.6 y El Salvador 2.4.
De los delitos que causaron las muertes violentas de mujeres en el año 2022, alrededor de la mitad fueron homicidios (46%), seguido por asesinatos (25%) y femicidios (25%). Durante la pandemia, por primera vez se registraron más femicidios (25%) que asesinatos (21%). En 2022 hubo un aumento de nueve muertes violentas de mujeres (con respecto a 2021 y se registraron 10 femicidios más que en 2021). Mientras que las muertes violentas de mujeres aún se mantienen debajo de los niveles prepandemia, los femicidios han alcanzado nuevamente las cifras de 2018. Los departamentos más afectados por este delito están en su mayoría en el oriente del país, aunque han ido variando cada año. Lamentablemente, desde que se creó el delito de femicidio en Guatemala en el año 2008, han fallecido 2,350 mujeres, pero se han condenado 656 hombres por este delito.
Para evitar la violencia contra las mujeres, deben realizarse una serie de acciones a nivel social, cultural e institucional. Debemos empoderar a las mujeres y cambiar la actitud de muchos hombres de su trato hacia ellas. Importante denunciar al número 1572, por medio del cual van a recibir apoyo inmediato de las autoridades a las víctimas. Determinante hacer más esfuerzos para la prevención de los delitos contra la mujer y femicidios con intervenciones focalizadas y tempranas. Se recomienda seguir fortaleciendo las instituciones de persecución y judicialización de femicidio y delitos contra la mujer, así como las auxiliares como el Inacif y el Instituto de la Víctima, de suficiente personal y capacitación para lograr una atención y un servicio de calidad para las víctimas y sus familias para agilizar los procesos de investigación. Crucial profundizar y comprender las dinámicas de la violencia contra las mujeres e ir buscando soluciones para disminuir este fenómeno. ¿Conoce mujeres que han sido víctimas de violencia? ¿Qué otras instituciones pueden contribuir a la reducción de la violencia contra la mujer? ¿Cómo evitar los femicidios y muertes violentas de mujeres?