De las tradiciones más bonitas que tenemos en Guatemala está la de celebrar el 1 de noviembre, el Día de Todos los Santos o Día de los Santos, como muchos le llaman. Una fecha que la mayoría de las familias se unen para celebrar la vida y recordar a sus antepasados. El centro de esta reunión es degustar del fiambre -un banquete exquisito y, además, muy exótico y singular-.
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Según el licenciado Miguel Álvarez, cronista de la ciudad, el fiambre es originario de la época de la Colonia. Surgió en la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala para comerlo el Día de los Santos y luego la costumbre se trasladó a la capital y se extendió a todas las regiones del país. En 2005 fue declarado Patrimonio Cultural Intangible de Guatemala.
Leí otra teoría, que su origen fue a raíz de los terremotos de Santa Marta de 1773. Como hubo falta de alimentos, las mujeres llevaban a la mesa todo tipo de comidas que recolectaban, de lo que surgió una ensalada sencilla que después se convirtió en el fiambre, agregando carnes y una sazón especial.
Otra leyenda dice que, en el Día de los Santos, las familias se acercaban a las tumbas de sus difuntos para decorarlas y limpiarlas. Cada miembro llevaba una comida especial en honor al fallecido, la cual se compartía y la degustaban juntos. Al paso del tiempo, las familias empezaron a reunir en un solo plato la comida. “Cada uno ponía su sazón y el agregado de los ingredientes preferidos, que culminó en el primer plato de fiambre”, señala Ericka Sagastume. También afirma que el fiambre es una mezcla entre culturas, sabores criollos y nativos de nuestra región. Con la combinación de ingredientes de la cocina prehispánica como las diferentes verduras que lo integran, además de embutidos, carnes y pescados que españoles trajeron en su conquista.
Cada núcleo familiar tiene su propia receta, misma que se ha heredado de generación en generación. El secreto es el caldillo, que se hace de múltiples formas. Unos los hacen de caldos, otros mezclan con aceite de oliva y algunos le echan hasta miel. Este se prepara con tiempo para luego mezclarlo con las verduras, embutidos, quesos, carnes y otros y que agarre buen sabor.
También existe variedad de fiambres, el blanco tradicional y el rojo que lleva remolacha. También hay fiambres dulces. La mayoría son adornados con pacayas, huevo duro y otros ingredientes para que luzcan apetitosos.
Conozco varias familias que se juntan días antes para planificar el evento del fiambre. Determinan los ingredientes y calculan para cuántas personas van a prepararlo. Tengo unas amigas que se reúnen para comprar, cortar y cocer la verdura; y los hombres escogen y preparan los embutidos. Hay muchas personas que bondadosamente regalan a otros parte de su fiambre. Doña Martita, la mamá de una amiga, siempre nos prepara con su familia un plato para nosotros. Este lo saboreamos por la noche.
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Es muy agradable participar en hacer un fiambre. Hace unos años, una vecina me invitó y quedé convidada. Era un ambiente de alegría y cariño, que con mucho amor preparaban este platillo. Requiere de tiempo y dedicación, pero es parte de la tradición hacerlo en casa. Cuando solicité la receta, me comentaron que esa solo la tenía la abuela.
Celebro el primero de noviembre con la familia de mi esposo, donde la tatarabuela prepara el fiambre con mucha ilusión desde hace varias décadas. Todos los años nos encontramos para celebrar la vida, un familión de más de 50 miembros. Muy alegre. También recordamos a los que ya no están con nosotros, contando anécdotas e historias de los ausentes y brindamos por sus almas.
Un norteamericano me preguntó una vez qué era el fiambre, por qué se comía solo una vez al año y qué mística había alrededor. Le comenté que el 1 de noviembre se celebraba una fiesta parecida al Día de Acción de Gracias que se realiza en Estados Unidos y Canadá, donde hay feriado nacional y las familias se juntan y comparten en su mayoría pavo y otros alimentos. La diferencia acá es que se realizan además actividades para recordar y honrar a los difuntos.
Le conté la tradición de los barriletes gigantes de Sumpango y de Santiago Sacatepéquez, donde sus habitantes fabrican unos enormes barriletes y los elevan al cielo. Estos representan la unión del inframundo con el mundo de acuerdo con los criterios cosmogónicos de los indígenas de la comunidad. Es la vía de enlace entre los muertos (los santos) y los vivos.
Guatemala.com explica que, según la tradición oral, en los cementerios de estos dos municipios los malos espíritus rondaban, perturbando el descanso de las almas de los difuntos.
Los vecinos, preocupados, se acercaron a los ancianos de la comunidad. Ellos recomendaron armar unos trozos de papel que permitieran volar por los cielos. Su ligereza les daría la habilidad de planear y crear un sonido que ahuyentara a los espíritus.
Si aún no tiene planes para mañana, organice su propia reunión con amigos o vecinos, también se vale unirse a una familia. Puede comprar fiambre en varios lugares, disfrutar de este rico platillo y pasar un buen momento o viajar a Sumpango y contemplar los hermosos barriletes. No la pase solo, es un día para celebrar y compartir. ¡Felicidades en el Día de Todos los Santos!