En estos días tuve una muy amena y entretenida conversación con un grupo de estudiantes de comunicación de la Universidad Rafael Landívar sobre la opinión pública y aprovechamos, no podía faltar, para hablar un poco sobre política y la situación del país.
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Al salir de esta conversación, me quedaron muchas ideas en la cabeza porque realmente estuvo muy interesante y terminé, como suelo hacer cuando estoy en las aulas universitarias, aprendiendo mucho, emocionado y con esperanzas.
Lo que deseo hoy es precisamente hablar sobre esto último que me provocó la conversación: la esperanza. Regularmente, los espacios de esta columna las utilizo para hablar sobre los problemas y la dinámica política de este país, que frecuentemente terminan, a diferencia de la visita en el aula universitaria, siendo desesperanzadoras y desalentadora.
En esta ocasión sucedió todo lo contrario, me encontré con un grupo que en su mayoría son mujeres, con mucho conocimiento sobre la dinámica política, con un buen manejo de los aspectos teóricos que están viendo en clase y, sobre todo, con mucho compromiso con su carrera y, especialmente, con lo que pueden aportar al país. La universidad tiene un rol muy importante para formar profesionales que en cada una de las áreas aporten al desarrollo de este país.
Desde el momento en el que me enviaron la invitación para asistir a conversar con ellos, estuve pensando mucho en lo que iba a compartirles, de qué manera lo iba a hacer, qué objetivos planteaba para la reunión y qué quería dejarles. Qué tipo de cosas les podían interesar, qué preguntas podía hacer y qué cosas buscaba dejar en el tintero para que reflexionaran.
La conversación estuvo muy interesante porque me encontré con un grupo de estudiantes que está muy bien informado del acontecer nacional y la dinámica política. Una de ellas comentó abiertamente que todos los días lee periódicos matutinos y que trata de buscar información para estar enterada de lo que sucede en el país. Otros indicaron que utilizan otras fuentes, pero con sus comentarios también evidenciaron que están informados.
Una de las cosas que más me llamó la atención fue la manera en que expresaron su insatisfacción con el sistema político y los problemas de representación. Una de las estudiantes cuestionó fuertemente la manera en que, por ejemplo, diputadas como Patricia Sandoval no las representan y cuestionó fuertemente las decisiones, actuaciones y publicaciones que la diputada hace en redes sociales.
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Por otro lado, mostraron un rechazo profundo a la política tradicional, evidenciaban cierto malestar e indignación frente a partidos y diputados que catalogaban como de la vieja política, la que está vinculada a las tranzas y a los negocios. De igual manera, manifestaron mucha preocupación por la democracia en el país, por la forma en que se está cayendo a pedazos y por los impactos que esto puede tener en sus vidas.
La mayoría está empadronada, fue a votar en el proceso electoral pasado e incluso una de las estudiantes relató la experiencia que tuvo al ser parte de una junta receptora de votos (JRV) y también aportó algunas reflexiones sobre las maneras en las que ella consideraba se podía contribuir en el proceso electoral.
Quiero particularmente agradecer en esta columna al grupo que en esta ocasión me abrió las puertas del aula para charlar un rato sobre el acontecer nacional y además también quiero plasmar un profundo agradecimiento a todas las vidas con las que me he topado en las aulas universitarias, tanto en mi faceta de estudiante como de profesor. He tenido la fortuna de compartir espacios con personas muy inteligentes, solidarias, con calidad humana, dedicadas y especialmente comprometidas con impulsar cambios en el país.
No me alcanzaría esta columna para mencionar con nombre y apellido a cada uno de mis profesores y profesoras, compañeros y compañeras, así como alumnos y alumnas que me inspiran, admiro, respeto y comparto sueños por una Guatemala diferente. A cada una de estas personas que han estado y están en mi vida, infinitas gracias por mantener encendida la llama de la esperanza de que podemos construir un mejor país. Que no nos roben los sueños y el futuro. ¿Qué opina usted?