Opinión

"¿Nos importa la democracia?"

"Tenemos que trabajar en las dos vías: ciudadanos y élites. De lo contrario, no hay posibilidades para consolidar la democracia. ¿Qué piensa usted?"

En estos días circuló en las redes sociales una infografía en la que se muestran resultados de una encuesta que realizó CIDGallup en América Latina. El dato frío, duro y desgarrador está vinculado al convencimiento que tienen los guatemaltecos sobre si la democracia es la forma más preferible de gobierno.

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Afortunadamente, estaba muy bien sentado cuando vi el resultado porque me fui de espaldas. Nada sorpresivo, pero sí preocupante, no solo porque estamos en la antesala de un proceso electoral, sino porque evidencia el deterioro del sistema democrático y esos elementos preocupan más, en el contexto de regresión democrática institucional y regresiva en la que nos tienen hundidos los actuales gobernantes.

Resulta que Guatemala es el país en Latinoamérica que tiene el menor porcentaje de personas convencidas de que la democracia es la forma más preferible de gobierno, con un 36% del total de los entrevistados. En la cabeza del listado se encuentran países como Costa Rica, en el que el 71% de su población considera que la democracia importa y la valora.

En la cola se encuentran, arriba de Guatemala que es el último, Nicaragua y El Salvador, con 39% y 43%, respectivamente. Particularmente, Nicaragua viene enfrentando desde hace varios años una dictadura que se ha impuesto y que en los recientes meses se ha recrudecido y la represión política se han ensañado contra sacerdotes de la Iglesia católica, quienes se suman a los miles de periodistas, dirigentes sociales y opositores políticos.

El Salvador no se queda muy atrás y está enfrentando un proceso regresivo en materia democrática, producto del ascenso de un liderazgo caudillista, populista y carismático que vino a destrozar el bipartidismo que había gobernado el país.

Bukele ha venido a capitalizar políticamente la indignación, el rechazo y los pobres resultados de un sistema político que no ha resuelto las necesidades socioeconómicas de la población. La pobreza, exclusión, violencia, migración, muchos de esos problemas, no solo están presentes en El Salvador, sino que se constituyen en fenómenos regionales.

Los resultados presentados por CIDGallup son consistentes con otros que han sido presentados por esfuerzos como el de “Cultura política de la democracia en Guatemala y en las Américas 2021: Tomándole el pulso a la democracia”, presentado por la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes). En ellos también se evidencia un bajo respaldo al sistema democrático, una fuerte crisis de representación y legitimidad del sistema político y, especialmente, del sistema partidario, de las elecciones y de las instituciones democráticas en general.

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El panorama que dibujan estos datos es escalofriante porque se avecina un proceso electoral, el mecanismo por excelencia, que se utiliza en un sistema democrático para la sucesión y elección de gobernantes. Muy problemático que entremos en un escenario electoral en el que seguramente no habrá mucho entusiasmo, esperanza y participación.

La situación en el país es complicada no solo por los resultados que muestran la débil cultura política democrática de los guatemaltecos sino porque estamos atravesando una coyuntura muy compleja, en la que una perversa alianza de actores, interesados en promover la impunidad y la corrupción, tienen cooptadas las instituciones, y están en una activa campaña para destruir el débil estado de derecho, acompañada de una agenda regresiva en materia de derechos humanos e institucionalidad democrática.

Por ello, hay mucho que trabajar para fortalecer la cultura democrática de los guatemaltecos. La democracia necesita para su consolidación y fortalecimiento de personas que estén convencidas de que es el mejor, no el ideal, pero sí un sistema perfectible y unas élites “políticas, económicas y sociales” que también vivan y asuman un compromiso por la democracia. Tenemos que trabajar en las dos vías: ciudadanos y élites. De lo contrario, no hay posibilidades para consolidar la democracia. ¿Qué piensa usted?

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