“El nivel de democracia que goza el ciudadano global promedio en 2021 ha bajado a niveles de 1989. Los avances de la democracia durante los últimos 30 años simplemente se perdieron. El número de autocracias cerradas han aumentado, abarcando un 26% de la población mundial. La autocracia electoral es el tipo de régimen más común y abarca 44% de la población global”: conclusiones del “Reporte de la Democracia V-Dem Institute-2022” de la Universidad de Gothemburg.
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El estudio señala que este proceso de autocratización ha sucedido a partir del deterioro de la libertad de expresión, una polarización tóxica del discurso político (los aspectos deliberativos de la democracia son peores), liderazgos que irrespetan a sus contrapartes políticas, el riesgo de la movilización popular, la manipulación de información por los mismos gobiernos y otros elementos de debilitamiento institucional, incluyendo un incremento en golpes de Estado. Sin embargo, lo más preocupante de sus conclusiones es que todo esto sucede en ambientes pluripartidistas donde se trata de imitar las instituciones democráticas, como es el proceso electoral.
V-Dem es un enfoque único para medir la democracia -histórica, multidimensional, matizada y desagregada- empleando metodología de última generación. Ha recopilado información para 202 países desde el año 1789 hasta 2021. Este instituto estudia la naturaleza, causas y consecuencias de múltiples interpretaciones de la democracia. Además, utiliza seis índices para medir a los países. El primero, el Índice de Democracia Liberal (LDI), es un resultado de otros dos indicadores, el de Democracia Electoral y el Componente Liberal. Uno desea medir las instituciones que garantizan una elección democrática libre y justa, como libertad de asociación y la libertad de expresión. El otro trata de capturar los límites al ejercicio del gobierno midiendo libertades individuales y los pesos y contrapesos entre instituciones.
El Índice de Democracia Electoral (EDI) mide de facto a las instituciones articuladas por Robert Dahl en su propuesta de “poliarquía” como democracia electoral. Además de tratar de medir cómo los distintos regímenes realizan elecciones limpias, libres y justas, también ve si realmente hay libertad de expresión, recursos alternativos de información y asociación, participación masculina y femenina, y si el ejercicio de la política pública radica en las autoridades electas. El tercero es el Índice de Componente Liberal (LCI) que refleja la importancia de los derechos de los individuos y de las minorías dentro de la concepción de la democracia en contra de la tiranía del Estado y de la tiranía de las mayorías. Asimismo, captura los métodos “horizontales” de rendición de cuentas entre instituciones más o menos similares, que aseguran un balance de pesos y contrapesos entre las mismas. El indicador mide la presencia de un Estado de derecho robusto y la protección constitucional de las libertades civiles, un poder judicial independiente, y la capacidad de un parlamento o congreso de responsabilizar de sus acciones al organismo ejecutivo y mantener límites en su actuar.
El Índice de Componente Igualitario (ECI) mide el principio democrático de que todos los grupos sociales tengan igual capacidad de participar en la actividad política. Principalmente, se refiere a la participación política, en la medida que inequidades sistémicas en sus derechos y recursos de grupos específicos de ciudadanos también limitan sus capacidades de participar en los procesos políticos y de gobernanza. Como quinto está el Índice de Componente Participativo (PCI), que se enfoca en la participación de los ciudadanos en todos los procesos políticos, electorales y no electorales. Toma en cuenta aspectos importantes de participación ciudadana en organizaciones de la sociedad civil, mecanismos de democracia directa y participación y representación en gobiernos locales y regionales. Y, por último, el Índice de Componente Deliberativo (DCI) captura en qué medida se logra el principio deliberativo de la democracia -analiza el proceso en el que se toman decisiones a nivel político-. Mide si las decisiones políticas son motivadas por un proceso deliberativo donde prevalece el razonamiento público, enfocado en el bien común. Contrario a que sean discursos emocionales, intereses parroquiales o coerción.
A partir de los datos del V-Dem Institute, su experiencia y conocimiento, se clasifica a los países en cuatro categorías: Democracia liberal, democracia electoral, autocracia electoral y autocracia cerrada. El estudio presentado en marzo de 2022 señala que, a nivel centroamericano, Costa Rica muestra un liderazgo en democracia liberal. Incluso a nivel global ocupa una posición privilegiada, siendo el único país de la región considerado como una democracia liberal. Le sigue Guatemala, con un rezago significativo, con una democracia electoral (pero, con riesgo de ser considerada en una categoría inferior). Por su lado, El Salvador Honduras y Nicaragua son considerados autocracias electorales. Sin embargo, es de señalar que Nicaragua muestra un deterioro significativo en los últimos años y está a poco de ser considerada una autocracia cerrada.
De 179 países y un punteo de 1 a 0 por índice, Guatemala obtuvo en el LDI puesto 98 (0.32 puntos), en el EDI puesto 90 (0.50 puntos), en el LCI puesto 103 (0.58 puntos), en el ECI puesto 162 (0.29 puntos), en el PCI puesto 78 (0.55 puntos) y en el DCI puesto 131 (0.45 puntos). Además, se indica que no ha habido cambios significativos en los últimos 10 años. Ahora bien, deseo referirme a cuatro variables que consideré importantes analizar debido a la coyuntura: Esfuerzo de censura en Internet, índice de información de fuentes alternativas, acoso a periodistas y esfuerzo de censura del Gobierno a medios de comunicación. De 2019 a 2021, las primeras tres variables han permanecido similares; sin embargo, en la cuarta ha habido un retroceso.
Lo invito a que explore este sitio en Internet: www.v-dem.net, que contiene una plataforma con la que puede hacer una serie de estudios, comparaciones y conclusiones por la riqueza de datos y relaciones que puede realizar entre estos. Con esta información, queda claro cuáles son los mayores retos para fortalecer la democracia en Guatemala, misma que con otros elementos puede servir para trazarse metas, diseñar planes y tomar acciones concretas. ¿Hemos retrocedido este año en nuestro sistema democrático? ¿Cómo pueden los ciudadanos contribuir con el fortalecimiento de la democracia? ¿Qué opina de los últimos acontecimientos con algunos periodistas?