Opinión

"Son solo ironías de la vida"

"Si alguien creía que el presidente Alejandro Giammattei iba a hacer algo esta semana para corregir el rumbo en cuanto a tan acuciante realidad, se equivoca."

La mitad de los niños en Guatemala sufre desnutrición crónica. Urge hacer algo para erradicar ese flagelo. Pero no existen datos actualizados del tema desde hace cuatro años. Si alguien creía que el presidente Alejandro Giammattei iba a hacer algo esta semana para corregir el rumbo en cuanto a tan acuciante realidad, se equivoca. Su agenda no se lo permite. Resulta que anda por Ucrania. Allá, según se sabe, se conduele por la violencia de la que es objeto la niñez debido a la guerra. Solo son ironías de la vida. Nada más.

Un 40 por ciento de la población objetivo del país aún no se ha vacunado contra el Covid. El biológico de Moderna destinado para los menores entre 6 y 11 años no se mueve al ritmo que se esperaba. La mayoría de la gente actúa como si ya no hubiera pandemia. La inconsistencia de mensajes en cuanto al uso de la mascarilla crea un desorden en la prevención más básica. Si alguien escuchó que el doctor Giammattei iba a reunirse en estos días con expertos para adoptar medidas más definidas y rencauzar la estrategia de inmunización, lo engañaron. No lo hará. Tiene otros asuntos de qué ocuparse. Y es porque se fue de viaje a Ucrania. Allá, muy cerca de Rusia, no cruzará la frontera para darse una vuelta por la Plaza Roja y, de paso, exigirle a las autoridades del Fondo Ruso de Inversiones que nos devuelva el dinero de las Sputnik que vinieron tarde, mal y nunca, de las que se vencieron millones de dosis. Son solo ironías del destino. Nada de qué inquietarse.

Una encuesta de Cid-Gallup revela que Guatemala es, en la región, donde más robos o asaltos se han registrado durante los últimos cuatro meses. Aquí, el 53% de los consultados dijo haber sido víctima de esos atropellos, de acuerdo con el sondeo telefónico a 1,200 personas en cada país. Si alguien leyó en un sitio web que el mandatario Giammattei iba a convocar a las autoridades vinculadas con la seguridad para poner sobre la mesa las posibles respuestas a esas preocupaciones, entonces no consultó un portal serio. No habrá tal reunión. El jefe del Ejecutivo tiene otras prioridades. Por ello se encuentra en Ucrania. Allá condena con firmeza la violencia que se padece por la invasión rusa. Y es enfático en sus declaraciones: “El conflicto debe parar”, afirma. Esto, en el contexto de lo que él describe como una “visita histórica”. Suena muy conciliador el presidente al animar a las naciones del mundo a buscar la armonía en el planeta. E insisto: Son únicamente ironías del diario vivir. Nada de qué sorprenderse.

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Son incontables los guatemaltecos que se marchan hacia el norte del continente, porque aquí no logran encontrar trabajo o bien porque la desesperanza no les permite ver un horizonte en medio de tanta putrefacción moral. Hay casi 30 funcionarios judiciales en el exilio debido a la falta de garantías de un sistema de justicia que pareciera trabajar al servicio de los más corruptos. El Gobierno no toma distancia de quienes son incluidos en las listas negras de Estados Unidos. Contrario a ello, los premia con adulaciones y con votos de confianza. A lo que suma una ríspida y tensa relación con nuestro más importante socio comercial, bajo el pretexto de defender nuestra soberanía. Cada vez más actores de la vida nacional se sienten amedrentados para dar su opinión, porque temen que el rigor del sistema los castigue de algún modo por criticar a los poderosos de turno.

En tal sentido, si en los chats de su familia alguien insinuó que Alejandro Giammattei, nuestro presidente, haría algo a finales de este mes para intentar devolverle la confianza a quienes apuestan por la libertad de expresión y por una justicia no represiva, la información difundida es totalmente incorrecta. No es así. A él lo mueven otras motivaciones. De ahí su intempestivo viaje a Ucrania. Allá, adonde fue sin que hasta ahora sepamos cuánto costó la travesía de su comitiva por aquellos lares, se solidariza con el pueblo de las ciudades devastadas y se muestra sensible ante semejantes crímenes de guerra. Su discurso es contundente al respecto: “Desde Guatemala traigo un mensaje como una nación que cree en la paz, el respeto y la dignidad de los seres humanos”. De más está decir que sus palabras nos conmueven hasta el tuétano y que el sarcasmo no es parte de su repertorio.

No faltan los que aseguran que lo hizo para ponerse de alfombra de una gran potencia. Otros opinan que, por tal acción, le puede salir la alfombra por la culata. Son solo ironías de la vida. Nada más.

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