El 25 de junio se celebra con mucha alegría y agradecimiento el Día del maestro. Los padres de familia y la sociedad en general se sienten contentos de que las niñas, los niños y los jóvenes puedan acceder a una buena educación con el fin de tener un futuro próspero, una vida digna y una ciudadanía comprometida con el desarrollo del país.
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La pandemia de Covid-19, derivada de la enfermedad causada por el virus SARS-CoV-2, ha tenido muchas repercusiones en todos los países del mundo. Actualmente, Guatemala aún tiene el desafío que solo el 37% de la población cuenta con el esquema completo de vacunación, mientras que el promedio mundial es del 61%. Actualmente, se cuenta con un repunte de contagios y aunque la variante actual produce en la mayoría de los infectados síntomas leves, afecta la salud física y mental, impide que las personas trabajen y contribuye a la inasistencia de los estudiantes a la escuela.
El jueves pasado se celebró un seminario virtual durante el cual se presentaron los resultados de un informe titulado “Dos años después: salvando una generación”, investigación elaborada por el Banco Mundial (BM) y por UNICEF, en colaboración con UNESCO y el Diálogo Interamericano. El estudio proporciona una actualización del impacto de la pandemia en el sector educativo y recomendaciones a los actores a cargo de la elaboración de políticas educativas en América Latina y el Caribe (LAC). Adicionalmente, hace un llamado a la acción para recuperar y mejorar el aprendizaje en la región (estudio completo: shorturl.at/rzEIT).
La pandemia impactó en tres grandes sectores: salud, economía y educación. Sin embargo, el sector educativo es el más preocupante, ya que su crisis es “silenciosa”, cuyos resultados y repercusiones se verán en el mediano y el largo plazos. El estudio señala que del 1 de marzo de 2020 hasta el 31 de marzo de 2022 las escuelas en Guatemala estuvieron en un 70% entre total y mayormente cerradas, un 20% a 30% parcialmente abiertas y tan solo un 10% mayor y totalmente abiertas.
El informe resume cómo los sistemas educativos en la región de LAC respondieron ante el cierre de las escuelas y describe iniciativas que se realizaron para seguir brindando educación a distancia durante la pandemia. Estas son diversas, desde los canales elegidos para llegar a los estudiantes más alejados hasta la optimización de las inversiones necesarias para asegurar la educación y la inclusión, así como las estrategias para apoyar a la comunidad educativa (estudiantes, docentes, directores y familias) durante todo el trayecto. Sin embargo, señala que “no ha sido un proceso uniforme”.
En los países como Guatemala, con una baja conectividad, se optó por el uso de la televisión, la radio y los mensajes de texto. También se creó la plataforma “Aprendo en casa” y se hicieron unas guías para los estudiantes. Es de resaltar que hubo aumentos salariales y bonos a los maestros, también se incrementó el monto diario de refacción por alumno de Q4 a Q6 y se incluyeron estudiantes de otros niveles educativos. Adicionalmente, se creó el Programa del Seguro Médico Escolar. El presupuesto del Mineduc pasó de Q17,343 millones en el año 2019 a Q20,561 millones para este año. Lo lamentable es que no se aprovechó la pandemia para modernizar el sistema educativo e invertir en recursos digitales para los alumnos.
En relación con la cobertura, el estudio del BM señala que los datos reales que podrían ayudar a documentar el impacto de la pandemia en la escolarización son todavía escasos. Al menos se cuenta con las matrículas, que en el caso de Guatemala mostraron apenas una caída del 1%. El sector público tuvo un aumento en inscripciones, mientras que los colegios mostraron una disminución. En materia de calidad, previo al Covid-19, Guatemala presentaba grandes desafíos en calidad educativa. Los resultados del Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE) del año 2019 mostraban que solo una tercera parte de los alumnos de tercer grado y uno de cada 10 alumnos de sexto grado de primaria alcanzaban el nivel mínimo de competencias en las destrezas fundamentales básicas (lecto-escritura, matemáticas y ciencias). Basado en este estudio y otros, el documento del BM presenta una serie de simulaciones con el objetivo de cuantificar las pérdidas de aprendizaje en la región, las cuales son muy altas y más graves para los primeros grados, los niños más pequeños y los estudiantes de entornos socioeconómicos más vulnerables.
Recientemente, obtuve una copia de una Evaluación Diagnóstica realizada por el Mineduc de agosto a octubre de 2021 la cual cubre un 64.4% de los alumnos a nivel nacional, en todos los grados y niveles educativos. Esta evalúa el área de Matemática, y los componentes de lectura y escritura del área de Comunicación y Lenguaje, según lo establecido en el Currículo Nacional Base (CNB). Las evaluaciones se presentan en cuatro niveles de desempeño de 1 a 4 (siendo 4 donde el estudiante demostró las habilidades esperadas según lo establecido en el CNB). Los resultados en promedio para todos los grados señalan que solo el 8% alcanzó el nivel de lecto-escritura deseado y 7% en matemática. Esta evaluación debería ser el punto de partida para iniciar un proceso de cambio y tomar acciones inmediatas para rescatar y mejorar los aprendizajes de los alumnos. El reto es que se establezcan metas por grado, escuela, por aula y hasta por alumno. Además, hacer evaluaciones sistemáticamente, que se puedan comparar con otros países y lograr un compromiso de la comunidad educativa, especialmente de los docentes, de la mejora continua de la educación y el aprendizaje de los alumnos.
El documento del BM recomienda que los países deben centrarse en el regreso a la escuela y, sobre todo, en la recuperación y aceleración del aprendizaje. Esta agenda requiere de la aplicación urgente y comprehensiva de cuatro compromisos para: 1) colocar a la recuperación educativa en lo más alto de la agenda pública; 2) reintegrar a todos los niños, niñas y adolescentes que han abandonado la escuela y asegurar que permanezcan en ella; 3) recuperar los aprendizajes perdidos y asegurar el bienestar socioemocional de los niños, niñas y adolescentes; y 5) valorar, apoyar y capacitar al personal docente. ¿Cómo despertamos a la comunidad educativa? ¿Qué hacemos para recuperar el tiempo perdido? ¿Cuáles acciones son urgentes?