Ha sido una semana intensa en términos políticos para el país con decisiones que tendrán repercusiones en la relaciones políticas y económicas con otros países. En esta ocasión no profundizaré en analizar estas decisiones políticas, sino que me circunscribiré a conversar algo más esperanzador.
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Un aspecto que nos acerca al sudor y trabajo diario que miles de guatemaltecos y guatemaltecos realizan en el sector agrícola, y no solo pensando en aquellos que están dedicados a cultivos tradicionales y que están orientados principalmente al mercado interno; sino que pensando en aquellos que están dedicados a exportar los productos a mercados exigentes.
Ayer tuve la oportunidad de participar en el Agritrade organizado por la Asociación de Exportadores de Guatemala (Agexport) en el que se dieron cita miles de productores y compradores del sector agrícola que tenían el principal propósito de crear un espacio para promover la actividad exportadora.
Necesitamos una política real que vea y le apueste al desarrollo agrícola, en un país de gran vocación, pero que la ausencia y el desinterés, por la poca visión de las instituciones, hace necesario que la institucionalidad pública coloque como prioridad a este importante sector. Las exportaciones de productos agrícolas pasaron de US$1 mil 300 millones en el 2000 a US$4 mil 300 millones en el 2020, un crecimiento del 222.6 % en dos décadas, según Agexport.
Son innumerables las historias que escuché conversando con los y las productoras, en el recorrido de los múltiples stands, en las que relataban de manera muy humana y autentica los grandes desafíos que enfrentan ante la ausencia del respaldo público.
Fueron tantas experiencias que relataron, anécdotas que compartieron, algunas muy chistosas, y también experiencias y aprendizajes que, con el corazón en la mano, evidenciaban un compromiso y entrega con su trabajo.
Las conversaciones eran un viaje que nos acerca a los productores de flores, de mango, aguacate y otros productos no tradicionales que se dedican a producir con los estándares más altos para poder entrar y competir en los mercados más exigentes del mundo.
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Además de la constante referencia al desinterés y la ausencia del apoyo público, por no tener políticas agrícolas, los productores también hacían referencia a los problemas que enfrenta para tener acceso a crédito que les permita iniciar, fortalecer sus negocios y enfrentar las crisis.
Por otro lado, a pesar de las dificultades en materia de asistencia técnica y la introducción de la tecnología, no digamos, la investigación para el desarrollo, que les permita innovar en sus negocios. Los productores se encargan de suplir la ausencia de la institucionalidad en esta materia para incorporar en sus procesos productivos estándares y procesos que les permiten cumplir con requerimientos muy exigentes de mercados internacionales.
De igual manera, en las conversaciones aparecía la necesidad de impulsar una agenda legislativa orientada a atender los diferentes desafíos que el sector exportador enfrenta y también se hace necesario legislar para que este sector tenga los recursos y pueda explorar el potencial que tiene, porque en este momento estamos desaprovechando muchas oportunidades de negocios, oportunidades para generar empleo, ingresos y promover el desarrollo agrícola y rural del país.
En síntesis, se necesita una política pública real y efectiva y una legislación que apoye y acompañe los esfuerzos productivos de micro, pequeños y medianos empresarios de este país. ¿Qué opina usted?