Opinión

"Juventud, divino tesoro"

Ahora que prácticamente regresamos a la normalidad es importante retomar programas de fondo y que logren “un mañana mejor”.

Recientemente fui a la celebración de los 15 años de la hija de una amiga muy querida. Después de tanto tiempo sin festejar y compartir fue una oportunidad para volver a sentir la alegría de convivir. Una fiesta muy bonita cuyos padres celebraban con mucho amor que su nena se convertía en una adolecente. Hicieron una linda ceremonia, había buena comida y la música variada. Gocé ver a los invitados de todas edades bailar, especialmente a las jovencitas. Impresionante que se saben todas las letras de las canciones, aunque no sean de actualidad. Los varoncitos, poco cohibidos participaron ya al final del evento. Dinámicas entre ellos sanas y divertidas. ¡Juventud, divino tesoro!

Esto me hizo reflexionar respecto del futuro de la niñez y la juventud en Guatemala. Hay mucha preocupación con la situación del país y el mundo. La pandemia fue un evento que cambió varios aspectos de la vida, sin embargo, no fuimos capaces de cambiar el rumbo del país. El mundo se está complicando, hay una guerra en Europa y muchas decisiones de los países de ese continente han tenido que cambiar entorno a la situación. Si bien la pandemia ya había alterado los mercados y las intervenciones gubernamentales en todo el mundo, este conflicto puede complicar aún más el panorama.

Deseo enfocarme en los retos que tenemos en Guatemala para que la niñez y juventud tengan un mejor futuro. Entre tanto conflicto, la mayoría de los habitantes están por un lado hartos de la corrupción y por otro buscando una salida para reorganizar al país. En las redes sociales hay ataques permanentes, en especial entre dos bandos. Muy poca tolerancia para el que piensa distinto y demasiada agresividad y descalificación para iniciar una buena conversación. La desinformación es el alimento diario y rápido y la conexión hacia las malas noticias.

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Ahora que prácticamente regresamos a la normalidad es importante retomar programas de fondo y que logren “un mañana mejor”. Ya no se discute de la importancia de la nutrición de los menores de cinco años y las estrategias a seguir para bajar la desnutrición crónica. Tampoco hay datos para conocer el impacto que tuvo la pandemia en la población. Es de recordar que la mitad de los niños menores de cinco años sufrían de desnutrición crónica según la ENSMI 2014-1015. Esto incide en que un niño tenga una baja talla y pierda hasta el 40% de sus neuronas potenciales. Tendrá problemas de aprendizaje y posiblemente abandone los estudios, con lo que las oportunidades de trabajo también disminuyen.

¿Qué pasará con la educación? El Ministerio no ha sido transparente en evidenciar los datos de las brechas del aprendizaje en los alumnos, se desconoce un plan para abordar de forma decidida y contundente este desafío. Se siguen derrochando recursos que no impactan en la calidad de la educación como los pactos colectivos, los seguros y la refacción escolar. Las escuelas han sido prácticamente abandonadas, falta innovación y visión. Luego de la pandemia muchos países han revolucionado los sistemas educativos, pero acá ha habido opacidad y letargo.

La cobertura está estancada. En la preprimaria sigue siendo del 60%. Las niñas y los niños siguen asistiendo a la primaria (95%), sin embargo, apenas la mitad estudia el nivel básico (48%) y sólo una cuarta parte de la población en edad de estudiar cursa el diversificado. De esa cuarta parte, muy pocos van a la universidad. Es de recordar que se gradúan alrededor de 157 mil estudiantes al año.

Según estimaciones del Banco Mundial, la educación superior en América Latina aumentó su cobertura un 24% en el 2018, con respecto a los estudiantes matriculados el año anterior. Sin embargo, según UNESCO-IESALC en Guatemala ese mismo año, solo el 2.6% de la población entre 18 a 26 años había iniciado sus estudios.

El Instituto Nacional de Estadística -INE- en el año 2019 señalaba que había 400 mil estudiantes universitarios (53% eran mujeres). Guatemala cuenta con 16 universidades, una es estatal, la Universidad de San Carlos -USAC-. Ésta tiene una asignación presupuestaria permanente. El artículo 84 de la Constitución Política de la República, establece que el Estado debe programar a favor de la USAC una asignación privativa no menor del 5% del Presupuesto General de Ingresos Ordinarios del Estado. Aún existe un recurso en la Corte de Constitucionalidad de cambiar el cálculo de la cantidad respectiva. Lo asignado para el año 2022 es de Q1,865 millones y lo que reclama la universidad es un monto mayor.

La USAC cuenta con 10 facultades, nueve escuelas no facultativas, 22 centros universitarios departamentales y dos institutos tecnológicos. Solo la Facultad de Humanidades tiene 110 sedes. La Universidad ofrece 85 opciones de estudio -entre licenciaturas, técnicos, ingenierías y otros. En el año 2019 la USAC contaba con 187,014 estudiantes inscritos; 22,704 de primero ingreso y 87,944 eran de las sedes departamentales. Las carreras más demandadas en la capital son Economía y Derecho (casi 40 mil estudiantes) y los otros departamentos la Facultad de Humanidades tiene la mayoría de los estudiantes con alrededor de 21 mil. Datos del año 2017 señalan que se graduaron 15,148 profesionales y una tercera parte son de las sedes en la ciudad capital. En el año 2020 había 10,989 docentes y 5,734 trabajadores administrativos y de servicios (11 empleados por estudiante).

Sería de realizar un análisis de costo – beneficio de la Universidad y evaluar su desempeño. También evaluar las carreras con los trabajos del futuro. Y, de cara a todo lo que ha sucedido con el Consejo Superior Universitario y la elección del rector es oportuno plantear una propuesta y transformar la institución. Es momento de repensar todo el sistema educativo para que los guatemaltecos podamos aprovechar eficientemente los escasos recursos. En las próximas elecciones logremos que los candidatos se comprometan con el tesoro más grande que tenemos, la gente. Si deseamos una juventud y niñez con mayores oportunidades es momento de dar un paso adelante. ¿Cómo transformamos la educación? ¿Qué hacemos para acabar con la corrupción? ¿Cómo lograr una USAC renovada y de excelencia académica?

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