Opinión

“La democracia, con un cuadro clínico muy preocupante"

“No hay otra vía que la articulación de un esfuerzo político, de los actores democráticos del país, que asumamos un compromiso real para rescatar las instituciones y continuar el camino democrático".

Los signos y síntomas de nuestra democracia evidencian que nuestro sistema político está pasando por una etapa muy compleja. Solo basta por hacer un recorrido y analizar la dinámica política que se está instalando, una que viene con una fuerte carga regresiva en materia de institucionalidad democrática.

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Los resultados del diagnóstico son preocupantes y hacen un llamado especial para que se impulsen acciones que reviertan esta dinámica regresiva, no solo por el bien del sistema político, sino también por el sistema económico y las posibilidades para impulsar el desarrollo.

Esta perspectiva pone sobre la mesa la importancia que tiene la democracia, que va mucho más allá de preservar el derecho a votar, a tener elecciones, a participar políticamente, a fiscalizar las acciones públicas y otros derechos políticos que están consagrados en nuestra Constitución Política de la República.

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La preocupación por la enfermedad de la democracia llega a nuestros bolsillos, a las oportunidades que podemos tener para que en el país existan oportunidades de trabajo y que sea un lugar en el que podamos trabajar y tener un futuro con dignidad y esperanza.

No está de más recordar la desesperación con la que muchos guatemaltecos y guatemaltecas están saliendo del país, arriesgando sus vidas, para buscar oportunidades. Simplemente, es inconcebible que normalicemos salir del país y que eso sea el anhelo de muchas personas que ven truncados sus sueños y no ven esperanza en el horizonte. Eso nos debe llamar a una profunda reflexión sobre las razones que están provocando que los jóvenes en este país quieran salir corriendo a vivir en otros países.
El diagnóstico evidencia el proceso de cooptación institucional que ha venido carcomiendo y destruyendo lo que habíamos logrado construir en materia de institucionalidad democrática.

No tenemos control y balance entre los poderes del Estado, ni mucho menos funcionan los controles constitucionales porque la alianza antidemocrática de actores políticos, económicos, corruptos y clientelares, algunos de ellos con fuertes vínculos con el crimen organizado y el narcotráfico, tienen el objetivo de controlar las instituciones y generar un manto de corrupción e impunidad.

La instrumentalización de la comisión de postulación y de la misma Corte de Constitucional para incluir de manera ilegítima y forzada a Consuelo Porras evidencia que estos actores están dispuestos a actuar sin escrúpulos, siempre y cuando sea para asegurarse sus intereses, y no importa si terminan de derribar los muros democráticos.

La elección del rector de la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac) entra en esa dinámica. Una vez más, articular las redes para cooptar institucionalmente a la Usac y asegurarse, para la estrategia, que los espacios en los que participa la Usac y las cuotas de poder institucional que tiene estén al servicio de los intereses de las redes político-clientelares. Viene en camino la elección del titular de la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH).

Es todavía más preocupante si esta corriente que está desvirtuando los procesos democráticos, con prácticas que las erosionan y las deslegitiman, se hace presente en el proceso electoral del próximo año, limitando las posibilidades para que participe la oposición, generando condiciones de una elección no competitiva y de fachada, arreglada para que el candidato “ungido” salga favorecido.

No hay otra vía que la articulación de un esfuerzo político, de los actores democráticos del país, que asumamos un compromiso real para rescatar las instituciones y continuar el camino democrático. ¿Qué opina usted?

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