Opinión

"Como debe ser (entre grandes e hipócritas)"

"Aquí, mientras tanto, la hipocresía prevalece con repugnantes matices de cinismo. En una connivencia infame entre el Ejecutivo y el Congreso, sumando más de 100 votos, aprobaron una ley que intentan vender como “anti aborto” y 'pro familia'."

Es 7 de julio de 1974. Alemania se enfrenta con Holanda en la final de la Copa del Mundo. La “Naranja Mecánica” es amplia favorita para ganar. Empieza el encuentro y, sin que el equipo alemán toque el balón, el árbitro marca un penal a favor de los holandeses. Lo anota Neeskens. Se espera una goleada. Pero no. Franz Beckenbauer, el Kaiser, lidera a sus compañeros hacia adelante y, al terminar el primer tiempo, ya ganan 2-1. Así terminó el partido. Contra todos los pronósticos, la formación estelarizada por Johan Cruyff salió derrotada del Olympiastadion de Múnich. Años después, los dos grandes capitanes se hicieron amigos. Y cuando murió el astro holandés en 2016, Beckenbauer admitió que Cruyff era mejor jugador que él. Grande el Kaiser. Grandes ambos. No solo en la cancha. También en su faceta personal. Supieron separar la rivalidad deportiva y se entendieron en el campo humano. Como debe ser.

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Meses después, el 30 de octubre del mismo año, Muhammad Alí se enfrentó como retador con el entonces campeón de todos los pesos, George Foreman. En aquella pelea nadie daba un centavo por Alí. El claro favorito era Foreman, una máquina de dar golpes que, además, llegaba con el sello de “imbatible”. La contienda empezó a las 4 de la madrugada para ajustarse a los horarios de la cadena estadounidense que poseía los derechos para transmitirla. Aquello se logró con sobornos de por medio a las autoridades del entonces Zaire. Tras ocho asaltos en los que, de manera inclemente, Foreman atacó por todos los flancos a Alí, la sorpresa dejó boquiabiertos a millones que seguían la transmisión en directo. En una rápida secuencia de jabs rematada con un certero derechazo, el retador noqueó al campeón. Contra todas las apuestas. Pasado el tiempo, en un homenaje que le hicieron a Alí por su aporte a los derechos civiles en Estados Unidos, quien le ayudó a subir al escenario fue Foreman. Y lo ayudó porque Alí sufría ya de un terrible Parkinson. En el acto, ambos mostraron cariño y respeto el uno por el otro. No rencillas. No rencores. No desdenes. Como debe ser.

Es 9 de marzo de 2022. Real Madrid remonta un 2-0 en contra frente al equipo más caro del planeta, con el inigualable tridente ofensivo del futbol actual. Mbappé, Messi y Neymar salieron del Bernabéu con una amarga derrota que no se esperaban. Sin embargo, al terminar el partido, varios madridistas tuvieron actos de consuelo con sus tristes adversarios. El contraste entre las caras largas del equipo francés con la euforia de triunfo, muy notoria en los madridistas, no sacrificó la actitud decorosa después del pitazo final. Hubo cordialidad entre los jugadores, aunque unos lloraran de tristeza y otros de alegría. Como debe ser.

No todo en la vida es así. Aunque uno tenga la esperanza de que pueda llegar a serlo. Hoy se cumplen dos semanas de la injustificable agresión bélica de Rusia contra Ucrania. Ya Vladimir Putin es un criminal de guerra. Aviones de su fuerza aérea bombardearon un hospital materno infantil y su ejército no respeta los corredores humanitarios. Pero Kiev aún no ha caído. Contra todos los pronósticos. Quién sabe si al final de esta guerra tan ingrata haya posibilidades inmediatas de reconciliación. Puede que no. Hay muchas familias rotas ya. Y ese dolor tarda en sanar. Como debe ser.

Aquí, mientras tanto, la hipocresía prevalece con repugnantes matices de cinismo. En una connivencia infame entre el Ejecutivo y el Congreso, sumando más de 100 votos, aprobaron una ley que intentan vender como “anti aborto” y “pro familia”. Asimismo, declaran capital “pro vida” a la ciudad de Guatemala. ¿Alguien puede tomar en serio semejante desfachatez? ¿Cuántos de los involucrados en este populismo legislativo y en esta demagogia gubernamental tendrán la solvencia para declararse “defensores de la vida” y “guardianes de los valores familiares”? La respuesta es obvia y no precisa de argumentos. Con todos estos fariseos será difícil entenderse algún día. Y, aunque hoy se sientan sobrados por manejar tanto poder, de pronto la situación puede escapárseles de las manos. Los ejemplos antes citados son clara muestra de que eso cabe en lo posible. Es despreciable que se aprovechen de la fe de la gente con tanto descaro. Y que lo hagan para engañarla, jugando a que son niños de primera comunión. En este caso, suscribo por completo la frase de Tennesse Wiilliams: “La única cosa peor que un hipócrita es un mentiroso hipócrita”. Para ellos, dado que la justicia humana no los alcanzará por ahora, les deseo suerte en el infierno de sus destinos. Porque, aunque las apuestas estén hoy a su favor, de la justicia divina no se librarán. Como debe ser.

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