En familia celebramos la semana pasada el cumpleaños de la abuelita (98 años). Agradecimos por la vida y la salud. Necesariamente, hablamos del virus que en los últimos dos años nos cambió la dinámica familiar. Caímos en cuenta que en noviembre del año 2019 se confirmó el primer caso de Covid-19 (provocado por el virus SARS-CoV-2) en Wuhan, provincia de Hubei, China. Para lo que el 4 de enero de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó un conglomerado de casos en esa ciudad.
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Luego hablamos de cómo este virus se expandió rápidamente. El 20 de enero la OMS señaló la existencia de un total de 7,818 casos en todo el mundo, en China y en otros 18 países. Fue hasta el 11 de marzo de 2020 que la OMS determinó que la Covid-19 podía caracterizarse como una pandemia. A esa fecha se habían registrado más 118 mil casos en 114 países y 4,291 fallecidos.
En aquel entonces Guatemala iniciaba un nuevo gobierno y una pandemia difícil de administrar. Así, el 13 de marzo se confirmó el primer caso en el país. Era de prepararse con el uso de la mascarilla, lavado de manos, aplicar desinfectantes y tomar precauciones. Era evidente que el sistema de salud estaba colapsado y ante la falta de hospitales y servicios eficientes la situación presentaba un riesgo grande.
Pasamos por restricciones de horarios, movilidad y confinamiento. Las clases, las actividades religiosas y sociales quedaron suspendidas. Para los que tenían acceso a la tecnología, lo virtual se convirtió en cotidiano. ¡Qué poco sabíamos del virus! En redes sociales se publicaba de todo del tema y muchas noticias falsas empezaron a llenar de pánico y ansiedad a la gente. El presidente Giammattei informaba todos los días de los casos. También anunciaba los avances de la construcción de hospitales y acceso a camas. Muchos perdieron su trabajo, a otros les disminuyó su ingreso y pocos permanecieron seguros. Varios fallecieron y ni siquiera se pudo participar en sus funerales y entierros. Al igual que los guatemaltecos, la población mundial enfrentó serios desafíos sociales, políticos y económicos.
También recordamos que, luego de una serie de críticas del manejo de la pandemia y señalamientos de corrupción, se tomaron dos acciones. La primera, el 25 de mayo, se creó la Comisión Presidencial de Atención a la Emergencia Covid–19 (Coprecovid), para asesorar al Ministerio de Salud durante la crisis y dar soluciones a los problemas de la pandemia, como falta de médicos y baja ejecución presupuestaria; y la segunda, el 19 de junio, el presidente decidió cambiar al ministro de Salud y su equipo, pues deseaba cuadros más técnicos para manejar la pandemia.
Fuimos persuadidos de que la vacuna representaba la solución ante la pandemia. El 31 de diciembre de 2020 la OMS anunció a la aprobación de la primera vacuna, seguida por otras marcas; por lo que la misión del año 2021 era vacunar. Muchos países, previo a su aprobación, se prepararon para comprar vacunas. Guatemala apostó por el mecanismo COVAX. El 23 de enero del año 2021, el Congreso readecuó el presupuesto y facilitó la adquisición de las vacunas por un monto de Q1,500 millones para garantizar su administración gratuita. También se publicó en febrero el plan para la vacunación, pero no había vacunas.
Fue motivante aquel 11 de marzo cuando Guatemala recibió las primeras vacunas -81 mil 600 dosis de vacunas AstraZeneca, de un total de 6.6 millones, que se esperaba del mecanismo COVAX. El mismo mes, el gobierno firmó un contrato con Rusia para la adquisición de vacunas Sputnik V, el cual el 28 de julio se modificó al reducir a la mitad la cantidad de dosis. La ministra de Salud, a raíz de este contrato, recibió muchas críticas, que sumando a otros temas terminó con su renuncia. El 16 de septiembre tomó posesión un nuevo ministro.
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Durante meses estuvimos batallando por obtener vacunas. Llegamos a la conclusión que actualmente el desafío es que tenemos vacunas, pero muchas personas no se han vacunado. Hasta la semana pasada se han recibido más de 23 millones de vacunas (muchas donadas), pero tan solo se han aplicado alrededor de 14 millones. El 56% de la población mayor de 12 años cuenta con una dosis, 44% con dos y 13% con tres. El viernes, el ministro de Salud indicó que más de un millón de vacunas Sputnik V están por vencer. La variante Ómicron está causando un aumento de contagios significativo y, según versión oficial, está comprobado que las personas vacunadas corren menos peligro de morir.
En estos dos años llevamos más de 756 mil casos, actualmente hay más de 50 mil activos y 16,780 personas han fallecido. Se habla de visitas a comunidades y domiciliares para enterar y convencer a la gente de que se vacune, pero es muy lento. Concluimos que será de unirnos y trabajar juntos una estrategia para llevarles este servicio a todos los guatemaltecos ¿Cómo motivamos para que las personas se vacunen? ¿Qué se requiere para acercar la vacunación a los departamentos y los municipios más alejados? ¿Cómo evitar caer en excesos, tal como es el caso de varios países donde se están restringiendo las libertades individuales?