No sorprende el resultado que se muestra en el índice de corrupción presentado por Transparencia Internacional. Le recomiendo que antes de seguir leyendo la columna tome asiento porque se puede ir de espaldas.
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Guatemala fue calificada con 25 de 100 puntos en el Índice de Percepción de Corrupción. Además de la pésima nota, estamos en pleno retroceso porque pasamos de estar en el puesto 91, que estaba mal, al 150, que está peor, en los últimos 10 años. Sin lugar a duda que los últimos tres gobiernos, y especialmente el actual, se han encargado con dedicación y mucho esfuerzo a llevarnos a este lugar.
Es triste ver y aceptar, pero estamos en el selecto club de los países más corruptos del mundo. No hay vuelta de hoja. Esa es la realidad y pareciera que, en lugar de revertir esa situación, la clase política que está gobernando está haciendo todo lo que está en sus manos para que eso se agudice y que en lugar de ser el “país de la eterna primavera” seamos “el de la eterna corrupción e impunidad”.
La corrupción es uno de los principales flagelos que debilitan a la institucionalidad y que afectan la capacidad para atender las demandas de la ciudadanía y la calidad de los servicios públicos que el gobierno brinda. Por eso, debemos ponerle mucha atención, exigir transparencia. La corrupción tiene rostro de pobreza, desigualdad, pésimos servicios y migración, entre otros problemas que enfrentamos en esta sociedad.
El Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) es el ranking global de corrupción más utilizado en el mundo. Mide la percepción de corrupción del sector público de cada país, según expertos y empresarios. El puntaje es una combinación de al menos 3 fuentes de datos extraídas de 13 encuestas y evaluaciones de corrupción diferentes. Estas fuentes de datos son recopiladas por una variedad de instituciones acreditadas, incluido el Banco Mundial y el Foro Económico Mundial.
La puntuación de un país es el nivel percibido de corrupción en el sector público en una escala de 0 a 100, donde 0 significa muy corrupto y 100 muy limpio. La clasificación de un país es su posición en relación con los demás países del índice. Los rangos pueden cambiar simplemente si cambia el número de países incluidos en el índice. Por lo tanto, el rango no es tan importante como el puntaje en términos de indicar el nivel de corrupción en ese país.
En este sentido, Guatemala evidencia una caída estrepitosa en su puntaje desde 2012, cuando teníamos 35 y este año registramos 25, evidenciando un preocupante retroceso en materia de corrupción.
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Resulta repetitivo y cansado, pero debemos continuar impulsando procesos para generar conciencia ciudadana de que la corrupción es uno de los males sistémicos que nos afectan a todos. Esto nos ayudará a no tolerarla, denunciarla y condenarla socialmente, y castigarla penalmente. No tapemos el sol con un dedo. La corrupción es una práctica que está normalizada y aceptada. Basta revisar frases que escuchamos con frecuencia: “Que roben, pero que hagan obra”. Solo por citar un ejemplo. Las prácticas de corrupción deber ser una rara excepción y no la “regla” y la “norma”.
No hay vuelta de hoja: La corrupción afecta a todos sectores de la sociedad, debilita las instituciones democráticas y carcome las posibilidades para brindar políticas públicas que atiendan las necesidades de la población. Es una condición que limita seriamente las posibilidades de nuestro desarrollo.
Por ello, la lucha contra la corrupción no es de izquierdas ni de derechas. Es de los que consideramos y vemos que la función pública es para que las instituciones atiendan las necesidades de la población y no para utilizar las instituciones para saquearlas y beneficiarse personalmente o a las estructuras clientelares. La corrupción, además de estar en el sector público, también está en lo privado, pero de eso hablaremos en otra columna.
La lucha contra la corrupción es una apuesta por la vida, por la dignidad, por nuestros derechos y por la esperanza de vivir en una sociedad con desarrollo humano y oportunidades. Una Guatemala sin pobreza, sin exclusión, democrática, incluyente, en la que los sueños y las esperanzas tengan las condiciones para realizarse pasa por continuar la lucha contra la corrupción. ¡No más corrupción! ¿Qué opina usted?