La mayoría de los niños y los jóvenes guatemaltecos han pasado casi dos años sin asistir a clases. Muchos contaron con guías de aprendizaje, otros recibieron clases vía Zoom y algunos optaron por plataformas innovadoras y recibieron educación virtual. Es importante tener políticas claras para el ciclo de 2022, en especial con la presencia de los alumnos en clase, su recuperación y tener planes a futuro del apoyo de la tecnología. Se sabe que no todas las escuelas del sector público están en buen estado; sin embargo, muchas cuentan con las condiciones para abrir sus puertas a la niñez y juventud. Será de seguir el semáforo, posiblemente asistir un día si y uno no, seguir los protocoles de bioseguridad y algo importante ser cautos cuando se den casos extremos.
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Tocará no solo impartir el curso que le compete al alumno, sino, además, hacer una evaluación de cada estudiante y hacer un plan para “ponerlo al día”. Mientras que países como México, Colombia y Brasil cuentan con 200 días de clase, y los países desarrollados con más de 1,000 horas efectivas, en Guatemala seguimos con 180 días, en una jornada y con menos de cuatro horas efectivas diarias.
La vacunación ha avanzado en la población de 12 a 17 años en un 27% en una dosis y apenas 9% en esquema completo. Sin embargo, las escuelas se pueden convertir en centros de vacunación para niños y adultos. Al 10 de diciembre el semáforo de Covid-19 señalaba que 285 municipios estaban en color amarillo, 35 en anaranjado y 20 en rojo.
Recientemente, el CIEN realizó un estudio y una propuesta relacionados con la educación en Guatemala. Este hace un breve repaso de la situación actual de la cobertura y calidad del sistema educativo, y presenta una ruta para implementar la tecnología en la educación como una estrategia integral para la mejora de los aprendizajes para los próximos siete años.
En el año 2021, la tasa de cobertura neta en los niveles educativos fue del 62% en preprimaria, 95% en primaria, 48% en el ciclo básico y 25% en el ciclo diversificado. Entre 2019 y 2021 se redujo la cantidad de alumnos inscritos en el nivel de educación media. En el ciclo básico hubo una caída de 76,450 alumnos y en el diversificado hubo 37,300 alumnos menos. Esto significa reducciones del 10% y el 9% en la cantidad de alumnos inscritos en el básico y diversificado, respectivamente.
El cierre de las escuelas impactó negativamente en los aprendizajes de los estudiantes, los cuales ya eran bajos en la región y en Guatemala en particular. Las últimas evaluaciones internacionales realizadas a estudiantes del ciclo básico y de primaria mostraban que en básico la proporción de estudiantes por debajo del nivel mínimo de aprendizajes era de 70% en lectura, 90% en matemática y 74% en ciencias. En el tercer grado de primaria, los estudiantes que no alcanzaban el nivel mínimo de competencias eran el 61% en lectura y 65% en matemáticas. En sexto grado no alcanzaban las competencias mínimas el 84% en lectura, 93% en matemáticas y 91% en ciencias. Adicionalmente, las pruebas de evaluación a nivel de diversificado del año 2019 mostraron que solo cuatro de cada 10 estudiantes alcanzaban el Logro en Lectura y uno de cada 10 el de Matemática.
Ante los bajos aprendizajes, es necesario tomar medidas urgentes. La pandemia debería ser un acelerador del cambio. El CIEN recomienda tres acciones: 1) Mejorar la formación inicial docente y en servicio, 2) Fortalecer los procesos de reclutamiento y selección y 3) Apoyarse en el uso de la tecnología para formar a los estudiantes para las competencias requeridas para la vida y el trabajo en el siglo XXI.
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En la nueva era, se requiere que los estudiantes logren el dominio técnico de las áreas curriculares tradicionales, como lectura, matemática y ciencias, así como habilidades avanzadas como uso de tecnologías de la información y comunicación -TIC-, análisis de datos, habilidades de comunicación, negociación, liderazgo, resolución de problemas, creatividad, pensamiento crítico y procesamiento de información compleja, entre otros.
Las escuelas deben evolucionar a un nuevo modelo educativo en el que el docente ya no es el guardián de la información, sino un orientador. La información está disponible en todas partes y el rol del maestro es guiar el aprendizaje, mediando los contenidos a los que los estudiantes tienen acceso. Se requiere cambiar el rol de los docentes de instructores a facilitadores/mentores, por lo tanto es crucial un nuevo sistema de formación y reclutamiento de los docentes. La implementación de la tecnología en el sistema educativo guatemalteco como auxiliar en la mejora y aceleración de los aprendizajes es posible realizarla en siete años.
El maestro necesita el apoyo de toda la comunidad educativa, al igual que contar con suficientes recursos pedagógicos y un sistema que responda a situaciones técnicas y no políticas. Lo más importante es tener maestros con liderazgo, métodos pedagógicos apropiados y contenidos digitales relevantes para una mejora sustantiva del aprendizaje de los alumnos. Es el momento de transformar la educación en Guatemala. ¿Deben los alumnos retornar a clases? ¿Cómo creamos la carrera del docente en el país? ¿Ya se vacunaron sus hijos menores?