La semana pasada tuve una reunión pequeña con unas amigas que teníamos más de un año de no vernos. Da mucha alegría volver a ver a la gente a la cara y simplemente platicar. Uno se va enterando del progreso y cambios en la vida de la gente, así como la ausencia de varios seres queridos. Me impactó la historia del hermano de una de sus compañeras de trabajo. Lamentablemente, no se quiso vacunar; sin embargo, su familia decidió hacerlo. Hace unos meses, todos los miembros se contagiaron de Covid-19 y él lamentablemente falleció.
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Claro está que en cualquier conversación se toque el tema de la pandemia. Hay necesidad de compartir y sacar sentimientos, temores y dolores que muchos tienen; también la incertidumbre, especialmente con el trabajo. El negocio donde la mayoría de ellas trabajaban lo cerraron, pero todas iniciaron una empresa propia.
La pandemia ha dejado muchas secuelas. Posiblemente aún no sabemos qué tanto nos afectará y cuánto hará que cambiemos muchas costumbres, hábitos y sistemas. Coincidimos con una de ellas que un reto grande es impartir clases a estudiantes universitarios de forma virtual. El año pasado ponían más atención y estaban comprometidos con su educación. Definitivamente una clase en Zoom no es educación virtual. Sin embargo, este segundo año difícilmente se logre el aprendizaje en comparación cuando las clases eran presenciales. La dinámica entre profesor y alumno cambia, paralelamente hacen otras cosas y hay un sentimiento de cumplir con el requisito, mas no con comprender el contenido. Tal vez el desafío más grande es en la educación pública, donde los niños y jóvenes no tienen acceso a internet y han pasado mucho tiempo sin aprender.
Mientras que varios se alegraban, algunos se escandalizaron cuando la semana pasada el gobierno decidió cambiar la ley seca bajo el acuerdo gubernativo 214-2021. Ahora las bebidas alcohólicas podrán ser vendidas y consumidas en lugares públicos hasta las 23:00 horas. Es de recordar que anteriormente el horario era a partir de las 21 horas. Los días festivos de fin de año 24, 25 y 30 de diciembre, y 1 de enero no se aplicará esta ley.
Claro está que estamos lejos de lograr la inmunidad de rebaño o comunitaria. Aún hay probabilidad de contagiarse y posiblemente varios se van a enfermar si no siguen los protocolos de distanciamiento social, lavado de manos y el uso de la mascarilla. Debe seguirse avanzando con la vacunación, especialmente en los departamentos. Sin embargo, es importante resaltar los datos.
Según el Ministerio de Salud Pública, de la población meta de 12.6 millones de personas, tan solo el 28% tiene esquema completo y 43% cuenta con una dosis. Es de señalar que alrededor de la mitad de la población mayor de 40 años ya tiene esquema completo. Aún falta más de 16 millones de dosis por aplicar. En el departamento de Guatemala siete de cada 10 ya cuentan con una primera dosis y la mitad tiene esquema completo. Sacatepéquez va también bastante avanzado con 38% y 58%, respectivamente. Los departamentos de la Costa Sur y el Oriente cuentan entre un 40% a 30% de la primera dosis y una cuarta parte con dosis completa. Acá el reto son los departamentos de las regiones del Occidente y de la Región Norte como Sololá, San Marcos, Quiché y Alta Verapaz, que apenas cuentan con esquemas completos entre 18% y 12%.
El pico de la pandemia alcanzado en agosto dejó devastada a la población que trabaja en salud. La variante Delta afectó a todo el mundo, en especial a Guatemala. Se llegó a registrar más de 26 mil casos durante la semana. Obvio que no tenemos la infraestructura, ni los recursos humanos e insumos para hacerle frente a esta enfermedad. Sin embargo, la vacuna es crucial si deseamos realmente el próximo año enfocarnos en otros retos que tiene el país. De acuerdo con datos oficiales, vamos mejorando; la primera semana de noviembre se registraron alrededor de cuatro mil casos y las defunciones han bajado de 131 en la primera semana de octubre a 37 en la primera de noviembre.
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Ahora según el Semáforo de Covid-19 al 11 de noviembre, de 340 municipios de Guatemala, 166 se encuentran en alerta amarilla, 116 en anaranjada y solo 58 en alerta roja (shorturl.at/fqDQZ). Es un alivio contemplar que es la primera vez en varios meses que la mayoría de los municipios mejoran y que esta tendencia ha prevalecido en las últimas semanas.
Debemos exigir al gobierno que acelere la vacunación y buscar colaboración para llevar la vacuna a todo el país y lograr que los municipios de color rojo al menos pasen a anaranjado. Aún no se tiene claro el cronograma de abastecimiento de las vacunas. Hay críticas válidas en la decisión de comprar la vacuna Sputnik V cuando no ha sido aprobada ni por la Organización Mundial de la Salud (OMS) ni la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) -Agencia del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos. Es de resaltar que la mayoría de las vacunas aplicadas son donadas. También dos dosis no serán suficientes, ya que los países desarrollados están administrando una tercera dosis de refuerzo.
Respiremos profundo, miremos para adelante y andemos con cuidado. Hemos logrado avanzar, pero falta mucho por hacer. Sigamos actuando con prudencia y tengamos en mente que la pandemia sigue. Ha cobrado la vida de más de 15,500 guatemaltecos y muchos que se enfermaron aún no se recuperan. Adicionalmente, hay retos sociales y económicos que debemos superar. ¡Arriba ese ánimo! ¿Ya se vacunó? ¿Cómo evitar que perdamos el control en las celebraciones de fin de año? ¿Cuáles son las prioridades para el nuevo año?