Opinión

"La fábula de la rana y el agua hirviendo"

"Preocupado por los constantes actos de intimidación, represión, hostigamiento mediático, acoso, persecución penal y difamación, y otros que atentan contra el ejercicio periodístico me recordé de la famosa fábula de la “rana y el agua hirviendo”, que cito a continuación:"

Una noche lluviosa y tormentosa está enfrentando la libertad de prensa en la región centroamericana. Una señal de alarma que evidencia el riesgo en el que están nuestras libertades y derechos fundamentales, en nuestras incipientes y débiles democracias.

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Las alarmas rojas y las sirenas están encendidas evidenciando la situación crítica que enfrenta la prensa independiente, periodistas, medios locales y comunitarios, dirigentes y líderes sociales que están denunciando los abusos del poder, la corrupción e impunidad. Intentan mediante acciones autoritarias y de represión callar las voces de denuncia y protesta, limitando un ejercicio fundamental de la democracia.

Preocupado por los constantes actos de intimidación, represión, hostigamiento mediático, acoso, persecución penal y difamación, y otros que atentan contra el ejercicio periodístico me recordé de la famosa fábula de la “rana y el agua hirviendo”, que cito a continuación:

“Una rana saltó un día a una olla de agua hirviendo. Inmediatamente, saltó para salir y escapar de ella. Su instinto fue salvarse y no aguantó ni un segundo dentro.

Sin embargo, otro día, esa misma olla estaba llena de agua fría. La rana saltó dentro y se quedó tan tranquila en su charca. Poco a poco, el agua se fue calentando y el agua, antes fría, ahora era agua templada. Pero la rana se fue acostumbrando, allí seguía, nadando plácidamente en ella. Tiempo después, poco a poco, el agua fue subiendo de temperatura hasta hervir. Llegó a estar tan caliente que la rana murió de calor. La rana no se había dado cuenta pues se había acostumbrado al calor”.

Sin duda esta fábula nos hace reflexionar sobre las implicaciones y los riesgos que tiene acomodarse y acostumbrarse, perdiendo la esperanza mezclada con una lamentable desilusión, así como el sentido crítico para analizar lo que está sucediendo con los ataques a los que incomodan al poder.

No caigamos en la trampa de desinformación y descalificación que de manera articulada están implementando las redes de políticos corruptos apañados por elites empresariales depredadoras y miopes que apoyan las acciones contra la prensa independiente.

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Tratan de deslegitimar las denuncias y las críticas “adornándolas y desvalorizándolas” como si fuera una lucha “ideológica” y sin fundamento. La estrategia se da en los planos mediáticos, políticos y judiciales criminalizando a los actores que están siendo objeto de estas terribles y condenables acciones de represión.

El objetivo es reprimir y callar las voces mediante una descarada y dañina estrategia que está erosionando la institucionalidad porque desnaturalizan e instrumentalizan el sistema de justicia y las instituciones democráticas.

En palabras de Carlos Dada, fundador del medio El Faro, “el periodismo –en la región centroamericana— vive las horas más bajas desde el fin de nuestras guerras civiles y también los momentos de mayor indefensión de los ciudadanos”.

Necesitamos un periodismo que no le tiemble la pluma, que no haga concesiones ni se doblegue ante el poder político ni económico, que fiscalice y promueva la rendición de cuentas de las autoridades, que no sea complaciente con la corrupción e impunidad, que sea crítico y denuncie los abusos de poder, que cuestione los privilegios, las desigualdades y la impunidad.

No nos acomodemos como la rana en la olla. Hay que defender la libertad de prensa como uno de los principales pilares de la democracia. Mi solidaridad y apoyo a todos los y las periodistas, medios de comunicación –nacionales, locales y comunitarios—, y líderes sociales que están siendo hostigados, perseguidos, difamados y espuriamente investigados. ¿Qué opina usted?

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