Opinión

"Miniaturas VIII"

"Pasadas las décadas, los viejos juguetes son un museo de la nostalgia. Pasada la vida, lo que nos queda son los amigos. Los de siempre. Es grandioso conservarlos tan cercanos. Seguir jugando. Seguir aquí."

1. Viejos juguetes

Tengo un amigo de toda la vida. Desde que me acuerdo, él está ahí. Piñatas, parques, salas de cine. Es más de medio siglo de historias. Los Beatles y Queen jamás nos aburren.
Nos hemos visto poco en los últimos dos años. Lo normal en una pandemia. Pero el reloj camina. Y lo hace sin tomarse pausas. Cada segundo cuenta. Y también descuenta.
Mi amigo vino a visitarme esta semana. No conocía el sitio donde ahora vivo. Hizo el recorrido de rigor. Se quejó del calor de octubre. Le gustó ver una foto nuestra en la que llevamos las arras y los anillos para la boda de mi hermana mayor. Éramos niños entonces. De pantalón corto, saco y corbatín. Una moda ya muy remota. En blanco y negro.

En el pasillo de entrada hay un anaquel con viejos juguetes. Algunos de colección. Camiones Tonka, un supersónico de baterías y los vestigios de un batimóvil. Se emocionó mucho al verlos. Recordó la infancia. La nuestra. Y se fijó en un auto de carreras que él mismo me regaló en 1972. Revivimos las maromas para hacerlo correr por medio de un elástico propulsor, otrora novedoso. Era distinta la tecnología de aquel tiempo. Más humana. Menos implacable. Nosotros, los de antes, evidenciamos el relato con arrugas. Como debe ser. No hay crema ni cirugía que logren ocultar lo que uno alcanza a vivir, cuando el vivir lo alcanza a uno. No hay cirugía ni crema capaces de resaltar la alegría de los corazones afines.

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Pasadas las décadas, los viejos juguetes son un museo de la nostalgia. Pasada la vida, lo que nos queda son los amigos. Los de siempre. Es grandioso conservarlos tan cercanos. Seguir jugando. Seguir aquí.

2. Todavía loco después de todos estos años

Cumplió 80 Paul Simon. Fue ayer. Son innumerables las piezas que lo hacen imprescindible. Una de ellas es anecdótica en lo dramático. Me refiero a “The Late Great Johnny Ace”.
La estrenó el 19 de septiembre de 1981 en el celebérrimo concierto en el Central Park de Nueva York, al que asistieron 550 mil personas. Hacía menos de un año que muy cerca de allí habían matado a John Lennon. Cuando Simon se colocó su Ovation y anunció que iba a incluir una nueva canción, el aplauso fue tibio. Sin embargo, los acordes iniciales, que son enigmáticos, sugirieron de inmediato que era una obra maestra. Justo antes de mencionar en la letra al asesinado beatle, un energúmeno burló la seguridad y se le fue encima al cantautor. Amargo momento para un performer. Arruinado el debut de aquel homenaje a dos colegas trágicos.

Al año siguiente, Simon contó los pormenores del exabrupto en el show de David Letterman. Millones estaban viendo la televisión esa noche. Entusiasmado con el relato, el presentador le pidió al músico que ilustrara la historia tocando la canción y le consiguió prestada una guitarra. Simon la interpretó con magnífica cadencia. Pero casi en el exacto momento en que había sido interrumpido en el Central Park, se le fue una cuerda y ya no pudo continuar. Parecía una maldición impuesta sobre la parte final de los versos. Por ser una letra que menciona a un hombre que se mató accidentalmente (Johnny Ace) y a una víctima de la violencia (Lennon), todo apuntaba a que alguno de los dos estaba disgustado con su tributo.
Simon no se rindió. “Saturday Night Live” fue el espacio donde la tercera fue la vencida. “The Late Great Johnny Ace” pudo ser completada en vivo. Tanto va el cántaro al agua que al fin logra cantar. Lo que es del agua la música se lo lleva. Sin aguar la fiesta. Los sonidos del silencio se expresan en el boxeador: son la roca que, en la vuelta a casa, se vuelve un puente sobre aguas turbulentas.

La necedad y la persistencia pueden parecerse entre sí. Pero no son lo mismo. La necedad es cerril; la persistencia, sabia.

3. El nocturno que no es de Chopin

El insomnio es estrictamente personal y vasto como el infinito. Es el cansancio que se niega a descansar.
Es la misma noche de siempre, pero interminable.

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