CAMBIAR O MORIR
Este mundo podría ser diferente. Pero tal vez no quiere. O tal vez quienes desean y necesitan un mundo diferente no tienen poder para cambiarlo. Eso también cuenta. Y mucho. Al que le urge el cambio en el mundo, le urge más comer ese día. Y entonces, jamás tiene tiempo para ocuparse de cambiar el mundo. Y el mundo sigue igual, porque quienes tienen poder no quieren cambiar absolutamente nada. Al contrario. Pagan para que todo se estanque. Y hasta lo proclaman sin pudor. Es el financiamiento pantano: La corrupción que sirve hoy o que puede servir mañana. Y por ello, es preciso mantenerla vigente y saludable. Tan portátil como un teléfono. Tan presta y dispuesta como una escoba nueva. Tan servil como un político sin escrúpulos. Pocos poderosos alcanzan la sabia visión de que, al estar mejor los demás, ellos estarán mejor por la inercia de las acciones correctas. Creen que la rectitud como tal no les conviene. Porque les fascina ejercer privilegios. Porque son soberbios. Porque, al estar cómodos y bien servidos, les importa un bledo que las mayorías sufran hambre. Es apremiante y hasta infame que, viendo venir la debacle, los que realmente pueden evitarla vean hacia otro lado, o sencillamente prefieran administrar su corto plazo con desidia y egoísmo. No cuesta tanto ceder un poco. No cuesta nada abrir la mente. Este mundo debería aprender algo de esta pandemia. No solo para cambiar. No solo para darle oportunidad a los más necesitados de aspirar a una vida diga. Este mundo debe cambiar, porque si no cambia pronto, está condenado a morir. Y muerto el mundo, de nada servirá el poder. Porque seremos una sociedad pantano; esa donde anteriormente servía la corrupción, pero que de tanto usarla, terminó intentando sobornar hasta a la misericordia divina, y cuando no pudo, ya ni siquiera Dios logró perdonarla.
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PARQUE DE PERVERSIONES
Para que ya no abunden los “descalzos en el parque”, es impostergable sacar de la política al “parque jurásico”.
EL EFECTO BIDEN
Barack Obama cumplió 60 años ayer. El que fuera presidente de los Estados Unidos entre 2009 y 2017 había planificado una fiesta a la que, se suponía, iban a asistir unos 500 invitados, a los que se sumaban más de 200 trabajadores para desempeñar diferentes faenas. El festejo iba a ser en una playa y estaba previsto un recital de Pearl Jam. En dos platos: la casa por la ventana. Y aunque todos los asistentes eran vacunados y tenían que llevar una prueba negativa de Covid-19 para poder ingresar, la fiesta desató muchas críticas. Críticas con fundamento, porque la pandemia sigue aquí. Y sigue aquí su versión implacable llamada Delta, cuya carga viral es 1,200 veces más fuerte que la cepa original. Entre los que recibieron invitación para el sarao al aire libre figuraba el actual presidente de EE. UU., Joe Biden. Como ya se sabe, la Casa Blanca hizo público que el mandatario no asistiría. Y aunque no especificó los motivos, la razón fue obvia. Luego de eso, ahora se conoce que Obama ya no hará esa fastuosa reunión por su cumpleaños número 60, y que limitará el festejo a su círculo cercano. ¿Será que Obama dio marcha atrás por la postura del actual presidente? ¿Habrá habido un “efecto Biden” en su decisión? Posiblemente. Aunque eso nunca lo sabremos. Mientras tanto, son 11 las mujeres que han señalado al gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, de acoso en diferentes situaciones. El martes, luego de que se presentara un informe que incrimina a Cuomo en esos hechos, Biden pidió públicamente su renuncia, a pesar de que se trata de un figurón del Partido Demócrata que hasta se ha mencionado como posible candidato a la presidencia. Y vale decirlo: Cuomo tiene de qué presumir, porque se le atribuye un exitoso manejo de la crisis del Covid-19 en un estado que padeció trágicamente los contagios en 2020. En este caso aún no ha habido un “efecto Biden”, pero puede que lo haya. Y si no, igual la posición del mandatario es la que se esperaría de un político decente.
Pregunto: ¿Tendremos líderes así en Guatemala? ¿Ocurrirá algún día que un funcionario en ejercicio levante la voz y diga lo correcto aunque ello le traiga consecuencias?
DECISIÓN SIN DUDA
Es un dilema tan extremo como estar entre una Casta Susana y Susana Dosamantes.