Opinión

"Vidas de por medio"

“Asimismo, le corresponde al presidente Giammattei poner orden en este caos. Dar la cara. Hacerse cargo. Eso, precisamente, es ‘su chance’. Y más que ‘su chance’ es su responsabilidad y su obligación. Aquí no caben las justificaciones”.

Alguien tiene que poner orden en esto. Ya suficiente drama es que los contagios suban de manera desmedida y que no haya vacunas. El Gobierno sufre de una inquietante falta de coordinación interna. Nadie asume. Y las contradicciones los castigan cada día más. La gente pide renuncias. Sí, entiendo que lo hagan. Empezando por la del presidente Alejandro Giammattei, que da la impresión de estar ajeno al tremendo problema que el país enfrenta. Su indolencia ha permitido que esto llegue mucho más lejos de lo que debió. Y haber roto su comunicación con la gente le pasa una enorme factura. ¿Quién da realmente la cara por este fiasco? La ministra de Salud, Amelia Flores, paga el precio mayor del desgaste. Comunica mal y eso la pone en aprietos. A la vez, no entiendo cómo soporta tanta presión. Pareciera que, para ella, es malo quedarse y es malo irse. El clásico “pierde-pierde”. Y, por lo visto, lo que considera menos terrible es mantenerse en el puesto, o tal vez crea posible redimirse al final de la historia. No veo en ella a una persona corrupta ni malintencionada. A ratos la siento hasta ingenua. El incumplimiento de Rusia la hundió. Sin embargo, los “bandazos” en su gestión han contribuido con la debacle que ahora enfrenta. Todos los funcionarios a su alrededor se lavan las manos y la dejan sola.

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Ahora, nadie asume. Me imagino que si la vacunación caminara a las mil maravillas y aquí abundaran las dosis, todos los que hoy le dan la espalda estarían tratando de compartir sus créditos y de salir al lado de ella en la foto de portada. La frase es sabia: “El éxito tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano”. ¿Cuánto de este caos se debe a una deficiente asesoría jurídica? ¿Será que parte del problema es que el presidente abandonó a la ministra cuando ella más necesitaba de su apoyo? ¿Habrá decidido jugársela con la Sputnik porque no había otra opción y pensó que “peor es nada”, o será que le “vendieron espejitos matrioshkos”, aprovechándose de su necesidad? ¿Cómo explicar la lentitud para sacar adelante ciertos procesos? ¿Es esto un asunto de pura negligencia o es algo que sencillamente sobrepasó a una persona que no pudo con una carga tan pesada? ¿Habrá algo que la doctora Flores no se ha atrevido a decir públicamente que, a lo mejor, la libraría un poco de este maremágnum? ¿Qué habrá detrás de tanto desacierto?

La camisa no es de “once varas”. Es como de veintidós. Dicho claro: El lío es serio. Y hay vidas de por medio. Vidas en riesgo y vidas que se pierden. Cada día más. Es preocupante que los números nos muestren una multiplicación de positivos por coronavirus que ayer llegó al 50.11% de las pruebas hechas. Cualquiera con dos dedos de frente sabe que, en estas condiciones, el panorama es aciago. Y lo que necesitamos ahora son soluciones viables. El Congreso no puede seguir postergando la facilitación de las donaciones. Fue vergonzoso (y hasta vil) que no sesionaran la semana pasada. Pésimo que la Comisión Permanente se permitiera ese retraso. Como si el tema no les importara, porque ellos ya están inmunizados. De más está decir que, cuando les interesa, son súper diligentes y maratónicamente trasnochadores para aprobar leyes. Es vergonzoso lo que sucede. Repugnante, en realidad.

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En dos platos, si la apuesta a corto plazo es seguir viviendo de la caridad internacional, por indigna que sea la opción, no podemos meternos zancadilla nosotros mismos y entorpecer lo único que sugiere certezas para vacunar a la gente. Es imperativo también que el Ministerio de Salud dé señales concretas de que está reaccionando. El desbarajuste interno debe terminar. Como país, hemos sido capaces en el pasado de sacar adelante grandes campañas de vacunación. No entiendo por qué no podamos lograrlo ahora. Si la donación de Estados Unidos llega pronto, como ya ocurrió en Honduras, sería imperdonable que la administración de esas dosis fuera precaria. Y a la hora de comunicar, que lo hagan con efectividad y con empatía. La población está molesta y con razón.

Asimismo, le corresponde al presidente Giammattei poner orden en este caos. Dar la cara. Hacerse cargo. Eso, precisamente, es “su chance”. Y más que “su chance” es su responsabilidad y su obligación. Aquí no caben las justificaciones. Como ya lo apunté antes, en esto hay vidas de por medio. Vidas en riesgo y vidas que se pierden. Cada día más. Cada hora más. Cada minuto.

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