Opinión

Interlocutores honestos y coherentes

La reciente visita de la vicepresidenta de los Estados Unidos de América (EUA), Kamala Harris, y la de la administradora de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), Samantha Power, deja en el ambiente una serie de reflexiones sobre la situación que estamos enfrentando en la región, así como las oportunidades y los retos que tenemos que sortear.

No hay duda de que estamos pasando, en términos democráticos, por una temporada de huracanes autoritarios que está generando destrozos en nuestras débiles democracias. En algunos países el efecto ha sido más devastador que en otros, pero temo que este fenómeno pueda terminar representando un lamentable retroceso autoritario que traerá altos costos sociales, políticos y económicos.

La región desde la perspectiva geoestratégica es un área de prioridad para la política exterior de los EUA. Sin duda, al leer los “mensajes ocultos” que se esconden en las entrelíneas de las declaraciones, tanto de la vicepresidenta como de la administradora de la USAID, se evidencia que las autoridades en Washington están muy preocupadas por el desorden político y el riesgo autoritario que prevalece en el área.

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No hay que dar muchas vueltas a las cosas y hablar claramente que la estabilidad política y la gobernabilidad, como un factor clave en la zona, está seriamente afectada por redes clientelares que promueven la corrupción e impunidad y que se están dedicando a socavar y debilitar la incipiente democracia que prevalecía en nuestros países. En algunos casos, se suma la preocupante relación que tienen estas redes con el crimen organizado y el narcotráfico.

Ese es uno de los principales problemas que está enfrentando los EUA porque no tienen interlocutores confiables que estén dispuestos a establecer una genuina agenda de trabajo bilateral en áreas relacionadas con migración, seguridad democrática, gobernabilidad, transparencia y lucha contra la corrupción, generación de empleo, pobreza y exclusión. Las posiciones de los gobiernos en la región son, en algunos casos, deliberadamente desafiantes a los EUA o en otros casos terminan siendo muy “complacientes” con las redes políticas clientelares vinculadas al crimen organizado y el narcotráfico.

En el caso de nuestro país, la situación no se queda ahí porque el papel que están jugando la élite económica en gran medida termina siendo importante para que estas redes se mantengan y fortalezcan. Una visión de corto plazo, mezquina, autoengañosa que está alimentada por un revanchismo irracional, derivado de los efectos que causaron las acciones de la Comisión Internacional contra la Impunidad (CICIG), un ambiente ideológicamente desvirtuado con un falso nacionalismo e intencionalmente alimentado por actores que desean que reine la corrupción e impunidad en el país, terminan siendo factores que hacen más compleja la ecuación.

Nosotros debemos ser los primeros y más interesados en resolver los problemas estructurales que están causando la desordenada e inhumana migración a los EUA. Más allá del interés y lo que provoca en el país del norte, que motiva significativamente la política exterior de este en la región, nosotros debemos transformar el sistema económico que genera pobreza, exclusión, que no brinda oportunidades de trabajo y desarrollo, que los migrantes terminan buscando afuera de nuestras fronteras.

Por ello, en estos momentos resulta clave que las élites política, económica y social asuman un compromiso real con el fortalecimiento democrático, la independencia judicial, el desarrollo económico integral y no estén complacientes con las redes político-clientelares que están buscando corrupción e impunidad, y que no les interesa el bienestar ni el desarrollo.

La solución a los problemas inicia con acciones en las que tomemos el control de nuestro destino con posiciones dignas en las que no solo extendamos la mano para pedir y nos sentemos de brazos cruzados a esperar que los EUA vengan a resolver nuestros problemas domésticos. No estoy planteando la posición “nacionalista” que está disfrazando la corrupción e impunidad, sino convertirnos en interlocutores políticos, económicos y sociales honestos y coherentes para establecer una agenda común con los EUA. ¿Qué opina usted?

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