Opinión

"Retorno a las aulas un gran desafío"

"Es de comprender a miles de madres que han tenido que cambiar su vida radicalmente. Cuidar a sus hijos y además educarles en distintas materias no es nada fácil, sumando todo el trabajo doméstico que realizan. Esto también ha afectado la independencia económica y física de las mujeres. En el Día de la madre, gracias por todo su amor, trabajo y esfuerzo. Esperamos ir encontrando soluciones para torear esta pandemia, acelerar el aprendizaje de los niños y jóvenes, y transformar la educación formal en Guatemala."

Todos estábamos muy contentos cuando el año pasado se anunció el retorno a las aulas por parte del Ministerio de Educación cuando publicó la Norma Sanitaria para la Prevención y Control de Infecciones por SARS-CoV-2 y otras Epidemias, para los Centros del Sistema Educativo Nacional. UNICEF informó que durante varios meses se trabajaron los protocolos de bioseguridad para distintos actores de la comunidad educativa con el fin de prevenir el Covid-19 en las escuelas, validados por expertos epidemiólogos y docentes; y que en las aulas habría materiales de apoyo psicosocial y guías de aprendizajes.

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Se iniciaron clases el 16 de febrero. La idea era que los alumnos asistieran de forma escalonada -semipresencial-, modalidad híbrida y dual. Se asistiría en función de un semáforo que indicaba el riesgo de contagios por municipio. Se permitiría a las escuelas que se encontraban de color verde, amarillo o anaranjado abrir sus aulas. Se contaba con una tabla de indicaciones según el color. Lamentablemente, el lunes 22 de marzo de 2021 el Ministerio de Salud Pública mandó a suspender las clases presenciales o híbridas que anteriormente estaban permitidas en los municipios que estaban con alerta anaranjada. Según el tablero actualizado al 1 de mayo, ya no hay municipios en verde, 54 están en amarillo, 148 en anaranjado y 138 en rojo.

El Banco Mundial señala que “los impactos sanitario y económico que trajo aparejados la pandemia de Covid-19 generaron el mayor shock jamás visto en la historia del sector educativo de la región, con el cierre de escuelas en todos los niveles, afectando a más de 170 millones de estudiantes en toda América Latina y el Caribe (ALC)”. Si bien en la región ya se contaban con retos de cobertura y calidad educativa, la pandemia vino a agravar la situación. Además, se comenta que “las estimaciones iniciales del impacto del cierre de escuelas en ALC son abrumadoras y podría llevar a que, aproximadamente, dos de cada tres estudiantes no sean capaces de leer o comprender textos adecuados para su edad”. También basados en simulaciones se indica que “la pobreza de aprendizaje” en ALC podría incrementarse en más de 20%. Afirman que la interrupción de la educación presencial tradicionalmente recibida en las escuelas, aunada a las dificultades económicas que enfrentan las familias, está teniendo efectos adversos significativos en la salud física, mental y emocional de los estudiantes.

Continuar con una educación utilizando la televisión y guías educativas para los más vulnerables, tendrá como resultado un aprendizaje muy bajo y en algunos casos nulo. Además, muchos estudiantes posiblemente no regresarán a clases. Por ello es importante una evaluación de la situación en Guatemala con el objetivo de preparar un plan de rescate, con visión de largo plazo y acciones concretas.

Investigaciones en distintos países proporcionan información con relación a los contagios y riesgos de este virus por edad. Por ejemplo, en Londres, Inglaterra, encontraron que los niños tenían aproximadamente la mitad de las probabilidades de contraer Covid-19 que los adultos; y un estudio en Corea del Sur indica que los niños de hasta nueve años transmiten la enfermedad a adultos con una frecuencia menor (5%) al promedio de la población (12%). En cambio, los que tienen entre 10 y 19 años transmiten el virus por encima del promedio (19%). La OMS señaló que los niños y adolescentes pueden ser infectados, y algunos estudios indican que hay una diferencia en seroprevalencia dependiendo de las edades, los niños más jóvenes tienen el menor riesgo, que va a aumentado con su edad. Los adolescentes tienen tasas de infección similares a las de los adultos jóvenes.

Definitivamente, los docentes y sus familias están en riesgo, por ello se señalaba trabajar en “burbujas” y con medidas de prevención para evitar más contagios y llevar de forma controlada la enfermedad. La evidencia muestra que las escuelas pueden mantenerse abiertas de manera segura, para el beneficio educativo, social y económico de la comunidad mientras los humanos se adaptan a vivir con Covid-19, siempre y cuando se sigan las medidas de bioseguridad -distanciamiento, uso de mascarilla, lavado de manos y otros-. Sin embargo, contener el contagio ya no solo dependerá del Ministerio de Educación, sino de todos los integrantes de la comunidad educativa. Se sabe de casos en instituciones educativas que a los pocos días que abrieron, algunos padres enviaron a sus hijos a las escuelas a pesar de que tenían síntomas. Es aquí donde la responsabilidad individual es crucial.

La pregunta es qué hacer. Es importante trabajar de forma conjunta padres de familia, maestros y los Ministerios de Educación y Salud. Mientras no se cuente con suficientes vacunas, solo queda seguir las medidas para prevenir la enfermedad. Si se sabe por estudios que los niños menores de 10 años tienen menos riesgos, se podría pensar en activar inicialmente la educación preprimaria y primaria. Tomar en cuenta que el transporte público puede implicar también riesgos. Para la secundaria es imperante que el Mineduc invierta en plataformas, dispositivos e internet para llevar educación de forma virtual. Se percibe poca innovación e inversión en tecnología en este último año. También es tiempo de reformar el modelo de aprendizaje del país y pensar más en los niños y jóvenes que en beneficiar a los maestros con jugosos pactos colectivos que no han mejorado ni la cobertura ni la calidad educativa.

Es de comprender a miles de madres que han tenido que cambiar su vida radicalmente. Cuidar a sus hijos y además educarles en distintas materias no es nada fácil, sumando todo el trabajo doméstico que realizan. Esto también ha afectado la independencia económica y física de las mujeres. En el Día de la madre, gracias por todo su amor, trabajo y esfuerzo. Esperamos ir encontrando soluciones para torear esta pandemia, acelerar el aprendizaje de los niños y jóvenes, y transformar la educación formal en Guatemala. ¿Cree pertinente abrir las escuelas? ¿Cómo logramos el trabajo conjunto de autoridades, padres de familia e instituciones educativas? ¿Será el momento de buscar la descentralización del país?

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