Opinión

"La paja en el ojo ajeno"

“La democracia en el país, también como lo vemos en varios países de la región, está enfrentando un acecho de estructuras que cooptaron el sistema de justicia, alteraron el sistema de pesos y contrapesos, y que buscan consolidar un sistema de corrupción e impunidad. ¿Qué haremos al respecto?”

Un momento crítico enfrentamos en la región latinoamericana porque los avances que, en materia democrática, se venían consolidando desde mediados de los años ochenta están en riesgo. Una situación alarmante que hay que poner sobre la mesa, analizar y discutir.

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Las democracias incipientes y débiles están siendo acechadas por acciones autoritarias que están atentando contra la estabilidad política, el Estado de derecho y la independencia judicial. Estas acciones están siendo orquestadas por complejas redes político-clientelares, con fuertes vínculos con el crimen organizado y el narcotráfico, que se convierten en los actores principales que buscan cooptar el Estado para asegurar impunidad y nadar en mares de corrupción, que tratan de arropar con discursos populistas y desvirtuados argumentos ideológicos.

Lamentablemente, en medio de esta tragedia, porque en términos de la consolidación democrática no podemos verlo desde otra perspectiva, esta dinámica voraz, si no la detenemos, terminará derribando los avances que hemos logrado en materia de derechos y libertades.

No hay que tomársela a la ligera porque el avance de estas redes representa un claro retroceso que nos acerca a prácticas autoritarias que están desempolvando de los libros de historia, pero que vienen maquilladas con nuevas formas y dinámicas. La ciencia política se ha encargado de analizar y utilizar categorías para alertarnos de estas nuevas formas de autoritarismo.

Basta con pasear en el vecindario y ver lo que está sucediendo en El Salvador, con un presidente con alta popularidad, pero con claras vetas autoritarias que busca tener el control de las instituciones, que resulta un retroceso para la democracia salvadoreña. La Asamblea Legislativa, anulando su función de contrapeso institucional, se pone a disposición plena de los deseos y objetivos políticos del presidente Bukele. Eliminando las dinámicas de balance de pesos y contrapesos en las que se fundamentan los regímenes republicanos y democráticos.

En un acto descarado la Asamblea Legislativa, que recién inauguraba sus funciones, a media noche decide de manera sorpresiva destituir a los magistrados de la Sala de lo Constitucional y al fiscal general, que son los actores institucionales que han estado haciendo contrapeso a las acciones del Ejecutivo. Un acto que fue cuestionado inmediatamente tanto por actores nacionales como internacionales que ven con preocupación los efectos que se pueden derivar de esta lamentable decisión.

Lo preocupante es que en estos momentos todo apunta a que no hay vuelta de hoja y estamos frente al escenario en que los planes autoritarios de Bukele no tendrán, aparentemente, muchos problemas para avanzar y lograr sus objetivos. Habría que analizar desde esta perspectiva la estrategia de comunicación política que sustenta en gran medida en redes sociales como un elemento que está utilizando muy bien para “legitimar” su actuar.

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El recorrido en la vecindad puede continuar y, así como hemos encontrado elementos preocupantes en El Salvador, esto mismo puede suceder si nos paramos en Honduras, Nicaragua, Colombia, Venezuela, en donde encontraremos, para cada uno de los casos, situaciones alarmantes.

¿Por qué mirar la paja que hay en el ojo del país hermano y no vemos la viga que está en el nuestro? “Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo, tú que no ves la viga que tienes en el tuyo. ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano”. La democracia en el país, también como lo vemos en varios países de la región, está enfrentando un acecho de estructuras que cooptaron el sistema de justicia, alteraron el sistema de pesos y contrapesos, y que buscan consolidar un sistema de corrupción e impunidad. ¿Qué haremos al respecto?

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