El diputado Mario Taracena lo tiene claro en cuanto a las crecientes presiones que llegan desde Estados Unidos para los funcionarios locales. Según él, eso de “recibir instrucciones en inglés” no se limita a retirar visas. “Ellos (el Departamento de Estado) saben cómo lograr lo que quieren”. Hay que ser ciego para no verlo. Más ahora que el presidente Joe Biden le ha encomendado a su segunda de a bordo la dura tarea de resolver el problema de la migración irregular. Ella, Kamala Harris, tiene frente a sí un reto monumental. Y la estrategia pareciera ya planteada. Valga recordar la experiencia de Harris como fiscal general de California. Eso marca el rumbo por donde seguramente irán las acciones.
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El aluvión será abrumador. Ya lo es, de hecho. Y por si alguien piensa que el argumento de soberanía contará en esta contienda, las declaraciones de Juan González, director senior para el Hemisferio Occidental, marcan la pauta: “Pueden criticarnos por tratar de involucrarnos en temas internos, pero cuando el sistema judicial de Guatemala funciona, Estados Unidos se beneficia”. Es decir, no piensan pedir permiso. Entienden el peligro de que esto se desborde. Y se ocupan del tema. No recuerdo a ninguna administración estadounidense que haya sido tan frontal al cuestionar las disfuncionalidades de nuestro sistema. Disfuncionalidades que, en realidad, son aberraciones. Vilezas históricas. Infamias por tradición.
Y ojo: No es que la Casa Blanca se haya vuelto buena y ahora saque la cara por los pobres del continente. Sus motivaciones, para fines de erradicar la corrupción en los países del Triángulo Norte, son incluso más efectivas que la bondad: Hablo de eso que es de su máximo interés. Y lo que les interesa ahora es detener la migración irregular. La vicepresidenta Harris no podrá lograr nada sin antes controlar el descarado saqueo al que diariamente asistimos, aún demasiado impasibles, los guatemaltecos.
El anuncio de que la “Lista Engel” se publicará este martes pone los nervios de punta en varios sectores. En el ínterin, los voceros del Departamento de Estado no se callan nada. Y lanzan dardos muy certeros que tocan las fibras más sensibles del entramado siniestro que defiende la impunidad. Eso de expresar que piensan trabajar con gobernantes y fiscales que se tomen en serio la lucha contra la corrupción, y que a eso acoten, en cuanto a los fiscales, que “algunos no reciben el suficiente apoyo”, resulta más que evidente. Al referirse a la embestida de declaraciones y de mensajes por Twitter que han arribado desde el Norte, lo dijo con lucidez el embajador Luis Fernando Andrade: “Ojalá que los funcionarios guatemaltecos entiendan el lenguaje diplomático”. En eso coinciden varios analistas. Sin embargo, no hay señales de que realmente hayan entendido. No en el Ejecutivo. Menos aún en el Congreso. Tampoco en la Corte Suprema. Y ni hablar de la Fiscalía General.
Algunos dirán que no les interesa visitar a Mickey. Que hay otros lugares para viajar. En eso, los más mafiosos llevan razón. Ellos pueden prescindir del célebre ratón de Disney. Pero a quienes la “muerte financiera” sí les afecta, tendrán que reaccionar pronto o bien sucumbir en el inminente naufragio.
El enviado especial para la región, Ricardo Zúñiga, fue contundente al describirlo: “El combate a la corrupción será el eje central de la política de Biden hacia Centroamérica”. No digo que con las herramientas de presión el país vaya a arreglarse en cuestión de un par de meses. Qué lindo fuera. Juan González lo resumió así: “No solo basados en sanciones se va a fortalecer y arreglar un sistema judicial”. La resistencia será feroz. Y mientras más acorralados se sientan “los aludidos”, las tensiones internas causarán innumerables daños. Las ratas, cuando no tienen salida, muerden a quien sea y como sea. Y eso no será fácil de enfrentar. Confío en que la ciudadanía sepa aprovechar el momento y no se pierda, como suele hacerlo, en pretender que Estados Unidos lo corrija todo. Asimismo, que no caiga en su propia trampa, es decir en gestionar la interminable lista de demandas, que rápidamente fraccionan a la sociedad y le allanan el camino a los más nefastos para desinformar a sus anchas.
Así como la corrupción, que de tan cínica se volvió transparente, igual la intervención (así se llama) de la comunidad internacional se ha transformado en algo mucho más directo. Regreso a lo del diputado Taracena. “Ellos (el Departamento de Estado) saben cómo lograr lo que quieren”. Traducción: Ahora las instrucciones ya ni siquiera serán en inglés. El español de Ricardo Zúñiga y Juan González es impecable.