Mario Alberto es un amigo muy querido. A pocos meses de la pandemia recibió la mala noticia de que su madre tenía Covid-19. Aún no se sabía mucho de la enfermedad y debido a la salud de ella fue tratada en un hospital. La familia pasó dos semanas sin verla y apenas recibía información del médico. A pesar de que superó la enfermedad, su condición física no resistió y falleció. Luego él quedó contagiado. Pasó varios días en recuperación y debido a que contaba con un buen tratamiento salió adelante. Recientemente, fue su cumpleaños y conversábamos cómo este virus ha cambiado la situación de los seres humanos. Sin embargo, a pesar de todo lo que vivió, tiene una actitud positiva, espera que pronto pase esta situación y que el país se recupere.
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Hay muchas historias tristes, pero también otras inspiradoras. Y a un año de haber aparecido el primer caso en Guatemala, es lamentable la muerte de más 6,500 personas y el contagio de alrededor de 180 mil. Es de recordar que el gobierno tenía apenas dos meses de haber iniciado y el presidente con coraje y valentía enfrentó este gran reto. Criticado por varios y avalado por otros fueron tomando las decisiones. Declarar el toque de queda, cerrar el país, prohibir las reuniones de personas, parar el transporte urbano, clausurar escuelas e iglesias y usar la mascarilla obligatoriamente fueron unas de las primeras acciones.
Luego vino el debate de “salvar vidas y/o el bienestar de la población”. Un shock de salubridad vendría acompañado de la merma de ingresos de mucha gente por el cierre de negocios. Se tuvo ventaja que el virus se presentó primero en otros países y se estudiaron las decisiones que iban tomando, muchas de prueba y error, algunas más acertadas que otras.
El Ejecutivo con el apoyo del sector privado montaron de manera muy expedita varios hospitales y se gestionó el abastecimiento de las primeras pruebas. Además, se presentaron varias iniciativas al Congreso para hacerle frente a la pandemia, que en su mayoría fueron aprobadas a finales de marzo de 2020. El reto era echarlas a andar con eficiencia y eficacia.
Quedó clara la vulnerabilidad del país. Un sistema de salud totalmente disfuncional, poca información de la población -bases de datos y registros- para hacer programas focalizados a los más necesitados, la obsolescencia del sistema educativo público con ninguna capacidad y voluntad de adaptación. Evidente la baja capacidad de la gestión pública para operar y proveerse de insumos. La cobertura y calidad de internet totalmente deficiente. La producción de alimentos, bebidas y combustible, el abastecimiento y distribución funcionó bastante bien, al igual que las farmacias que se fueron aprovisionando de medicinas e insumos. Sin embargo, la población más pobre no contaba con recursos económicos a pesar de que el Ministerio de Educación distribuyó alimentos por la vía de los padres de familia y unas cajas de víveres alrededor del país. Las remesas empezaron a disminuir.
Todos teníamos miedo. Permanecer en casa no es tarea fácil, máxime con viviendas básicas y familias numerosas. Varios lograron hacer teletrabajo, pero fue la minoría. Muchas madres tuvieron adicionalmente que tomar la batuta de la educación y a pesar de sus esfuerzos gran cantidad de alumnos aprendieron muy poco el año pasado. La Coprecovid apoyó al gobierno a partir de junio, comisión que sirvió para realizar estrategias, mediciones y protocolos que por seis meses también cumplió una gran función de comunicación.
La mejor noticia fue dada en noviembre, cuando se anunció que por fin existía una vacuna para esta devastadora enfermedad. Por supuesto que la demanda es muy alta. Según la OMS, al 15 de febrero de 2021 ya se habían administrado 175.3 millones de dosis utilizando siete vacunas distintas a través de tres plataformas. Hay una sensación de opacidad del gobierno debido a que Guatemala está retrasada en el proceso de la vacunación. En enero de este año el Congreso aprobó el acuerdo para su compra (Decreto 1-2021 Ley para el Financiamiento y Adquisición de Vacunas contra el Coronavirus Covid-19).
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En la última semana de febrero se logró una donación de Israel (cinco mil de la vacuna Moderna) y luego la República de India donó 200 mil dosis de la marca Covishield, con las que se inició el proceso de vacunación a los servidores de la salud que se encuentran en primera fila a partir del día 25. El 11 de marzo el Ministerio de Salud recibió 81 mil 600 dosis de la vacuna AstraZeneca, primer lote comprado por medio del mecanismo COVAX -impulsado por la OMS con el fin de acelerar el desarrollo, la fabricación de vacunas y garantizar un acceso justo y equitativo a estas para todos los países del mundo-.
Es de recordar que Guatemala comprará un total de 6.6 millones de dosis para alcanzar la meta de inmunizar al 20% de su población -cada persona deberá recibir dos dosis- y se asignaron Q1,500 millones. La pregunta es por qué no ser más ambiciosos y vacunar a más guatemaltecos. Según una doctora experta, lo ideal sería abarcar al menos a un 35% de la población.
Esperamos que el gobierno tenga la logística para aplicar la vacuna o hacerlo en alianza con el sector privado como en otros países. A futuro será importante que la vacuna esté a la venta en el mercado, que por mucho ha demostrado ser más eficiente y no solo a disposición del gobierno. Si se combate de forma efectiva este virus, podremos ir avanzando en otros temas importantes para el desarrollo de Guatemala. ¿Qué opina del manejo de la pandemia de parte del gobierno? ¿Se vacunaría? ¿Qué ha aprendido en este año?