Mi papá fue un hombre que todo el tiempo, desde que tengo uso de razón, vivió convirtiendo en realidad sus ilusiones, y lo puedo decir porque vaya que sí lo conocía; sobre todo, porque siempre estuve tan pegada a él, mantuvimos una buena comunicación, en todo sentido y con mucho respeto, para conocer lo que sentíamos y queríamos. Mi papá y yo, los que nos han conocido desde siempre, saben perfectamente la relación tan pegada que yo siempre tuve con él. Un hombre tan respetuoso y caballeroso en todo el sentido de la palabra, alejado del bullicio. Es tanto, realmente tanto, lo que podría expresar de él, pero sé que su huella es lo que vale con el tiempo.
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Un hombre que siempre decía que la edad biológica era simplemente un número, pero que el sentir y la actitud que se tuviera, iba a depender mucho de cada quien. Siempre lo veía soñar y hacer realidad sus sueños, y por eso yo le decía esta frase que se la dedico a él: “El que tiene ilusiones, tiene vida”. Una frase que constantemente se la decía, pues así es como él vivió, con muchas ilusiones siempre. Un hombre fuera de serie, que respetaba sus momentos a solas y en silencio para ordenar sus pensamientos y poner en papel sus dudas o sus ilusiones.
Pero, ¿qué significa tener ilusiones? La sensación que me provoca saber que el fin de semana puedo ir a algún lugar diferente a lo que siempre hago y compartir con mis amigos, ¿me da ilusión? O, por ejemplo, caminar cierto tiempo al día para cumplir mi meta de pasos diarios o simplemente por mover mi cuerpo, ¿me da eso ilusión? O que pronto será mi cumpleaños y podré juntar a varios de mi familia y amigos para celebrar que estoy viva, ¿es una ilusión? Y si alguien me dice que va algo en camino para mí, esas horas o días de espera, ¿son ilusión? En fin, tantos pequeños detalles que pueden representar grandes cambios o ilusiones en mi vida.
La pregunta es si esas pequeñas o grandes ilusiones por vivir o cumplir me permiten tener felicidad o rutina en mi vida. ¿Cómo estoy viviendo mi día a día en la actualidad? Estoy tomando conciencia de lo importante de vivir el momento y disfrutar de él, de saludar con amor a los que se aparecen a mi alrededor y sé que mi saludo será recibido en la misma frecuencia o, por el contrario, reconozco con quién sí o con quién no puedo expresarme y actuar como realmente me merezco y me hace sentir cómoda.
Insisto, al tener ilusiones se tiene vida, pues voy viviendo el momento, pero sabiendo que, como en un rompecabezas, mientras me falten piezas por colocar, el rompecabezas no está terminado y lo mismo, mientras esas ilusiones que tengo por desarrollar, vivir, compartir, no estén terminadas como me las he planeado, puedo seguir agregando más y más ilusiones, ya que una me puede llevar a otras, ¿o no? Como, por ejemplo, cuando vamos a algún lugar, digamos el Irtra (Instituto de Recreación de los Trabajadores de la Empresa Privada de Guatemala), la ilusión mayor será disfrutar del lugar, pero al llegar a un juego de agua, me quiero meter a otro y a otro, me invita a comer en tal o tal otro restaurante, o simplemente o comer las tostaditas con guacamol en el kiosco, así que de una ilusión pueden salir un montón más y lo que me queda es disfrutar con alegría y confianza, cuando las planeo y mientras las cumplo.
Hoy, jueves 11 de marzo, mi papá cumpliría sus 100 años. Cuánta ilusión tenía por llegar a esa edad tan soñada. Se nos adelantó, estando superbién físicamente y muy lúcido a sus 96 años, pero… acepto que fue su momento perfecto cuando despegó a toda velocidad. Se nos adelantó, pero me dejó, porque solo puedo hablar por mí, una cantidad de enseñanza y su filosofía de vida, que me enseña a vivir teniendo ilusiones por muchos motivos diferentes cada día.
Al ser mamá con un hijo adulto, las ilusiones se vuelven más cortas por el tiempo que él y yo cuadramos juntos, pero de que las tenemos, las tenemos. Escribir y compartir mis vivencias y aprendizajes, y ver cada uno de mis escritos plasmados cada jueves, ha sido una tremenda ilusión. El pedir y darle seguimiento a que los encargados corten las ramas que están sobre los cables eléctricos o que aparezca una empresa de cable para lograr tener internet en el área donde paso algunos fines de semana. Resolver asuntos administrativos de mis cosas, al final todo se vuelve ilusión para verlo terminado como cuando ponemos la última pieza del rompecabezas.
¡A vivir se ha dicho! ¡A reencontrarme y amarme para caminar por esa senda de la vida con mucha ilusión y que nadie ni nada me pare! La idea es hacer lo que realmente me hace ser feliz o ¿podría vivir feliz si dependo de lo que alguien elige por mí? Mi papá me enseñó a ser íntegra, a ser clara, a ser honesta, a tener ilusiones; y estoy segura de que esté donde esté, sabrá que me siento muy orgullosa del papá que tengo y que lo honro cada vez que merezca mencionarlo en tanto, pero tanto que me dejó como ejemplo de vida. Y por eso insisto, como yo siempre le decía: “El que tiene ilusiones, tiene vida”. Así que, usted y yo, sigamos teniendo y viviendo con ilusiones para que el tiempo pase y podamos decir: ¡Lo estoy logrando día a día!