Este es el segundo año del gobierno del presidente Alejandro Giammattei y sin duda puede ser un periodo en el que recupere el espacio político que perdió significativamente durante el año pasado o bien termine por generar un desgaste tal que hunda el barco, que en este momento se está hundiendo. Desde luego, 2020 fue un año muy complejo para todos los gobiernos del mundo y el nuestro no podía escaparse a las dinámicas que vino a imponer una sorpresiva y agresiva pandemia.
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En este sentido, desde la perspectiva de la gobernabilidad política, las decisiones que tome marcarán significativamente el futuro político de este gobierno. Para ello, en esta columna quiero compartir algunas reflexiones que tengo sobre los elementos que considero importantes para retomar el rumbo de la gobernabilidad.
Más allá de estar de acuerdo o no con las posiciones políticas, necesitamos un gobierno que brinde norte y objetivos de país.
Uno de los aspectos importantes es generar espacios de apertura y diálogo, no solo con la oposición política, sino también con otros actores de la sociedad. Un viraje rotundo al ejercicio bastante aislado y en ocasiones autoritario e impositivo le puede permitir al gobierno recuperar legitimidad y asegurar cierto respaldo a las decisiones que tome. El ejercicio político en estos dorados tiempos necesita de autoridades firmes, con convicciones y abiertas a escuchar voces disonantes.
En este campo juegan un importante papel los medios de comunicación, la opinión pública y las redes sociales. El presidente ha estado por un lado muy distante y en ocasiones en posiciones bastante desafiantes a la crítica, los periodistas, medios y espacios que cuestionan las decisiones y acciones gubernamentales. La libertad de expresión y, especialmente, la discusión pública son un elemento clave en las dinámicas políticas de la democracia de estos tiempos.
En este sentido, es importante que el gobierno cuente con una estrategia de comunicación política que vaya más allá de publicar mensajes en redes sociales, organizar conferencias de prensa o en sacar comunicados. No es ni por asomo solo publicitar las obras o acciones del gobierno. Esto implica saber qué se quiere comunicar, cómo, dónde y en qué momento. A mi parecer, el gobierno no tiene una estrategia de comunicación.
Por otro lado, un aspecto que debe mejorar el gobierno es su capacidad de lectura política sobre los tiempos y las circunstancias que estamos viviendo. Tener claridad en qué tipo de problemas estamos enfrentando, los actores, las posiciones, intereses que están en juego y además las implicaciones que tienen las decisiones son determinantes para asegurar un buen resultado político. Si la lectura es errónea, el resultado de las decisiones va a ser desafortunado y alimentará escenarios de ingobernabilidad.
Algunas situaciones muestran que en algunos casos no se han tomado, desde la perspectiva de la estabilidad y gobernabilidad, las mejores decisiones. Sino que, todo lo contrario, terminan siendo decisiones que profundizan y agudizan las crisis que se están enfrentando. Por ejemplo, confirmar en sus puestos a ministros que fueron cuestionados y criticados.
Por último, aunque parezca cajonero, pero está el compromiso que el gobierno debe asumir contra la corrupción. Este detalle, desde la perspectiva de la política real, es el más complejo. Dada la penetración de este flagelo en la institucionalidad pública y los mezquinos intereses que siempre terminan prevaleciendo.
La salida para alcanzar la gobernabilidad en gran medida está en las manos del gobierno. Además de la genuina voluntad política, debe tender puentes, reencauzar el accionar, redefinir las prioridades, dejar de darle la espalda a la población y volcar la institucionalidad para atender sus demandas, dejando, por un lado, los intereses que lo acercan más a los círculos de dinámicas clientelistas, de corrupción, que buscan terminar de cooptar la institucionalidad pública. La gobernabilidad y estabilidad la alcanzará si logra dar ese viraje y cambio de rumbo. ¿Qué opina usted?