Opinión

Tres conmemoraciones y una valiosa oportunidad para construir país

“Aprovechemos esta valiosa oportunidad que nos da el bicentenario, los 35 años del texto constitucional y los 25 años de la firma de los Acuerdos de Paz para marcar una ruta de país”.

La indetenible rueda del tiempo marca que estamos iniciando un nuevo ciclo de 12 meses. El año pasado fue desde la perspectiva de muchos un periodo en el que la humanidad enfrentó desafíos. Una pandemia vino a marcar nuestra historia. Sin duda, el mundo era uno antes del Covid-19 y será uno muy diferente cuando esta tormenta epidemiología sea superada.

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El dolor, la tristeza, la desolación y la muerte tocaron las vidas de muchas familias que tuvieron irreparables pérdidas de seres queridos por la pandemia. No fue la única causa de muerte, pero sí una que irrumpió de manera sorpresiva en nuestras vidas y se sumó a la violencia, las enfermedades y los accidentes, entre otras causas, que nos afectaban antes de que apareciera el virus.

A pesar de estas singulares circunstancias y condiciones, siempre hay un nuevo comienzo. El sol sale después de una larga y fría noche, o bien cuando termina la tempestad. Por ello, en esta primera columna de 2021, en primer lugar quiero desearle un año lleno de mucha paz, armonía, salud, trabajo, amor, felicidad y muchas alegrías.

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En ese mismo tono, mis deseos se extrapolan para Guatemala, este hermoso pedazo de cielo que está lleno de bellos paisajes, pero que nos hace falta mucho por hacer para construir “país”. Una sociedad en la que prevalezca la justicia social, la solidaridad, con oportunidades para que todas las personas puedan tener un desarrollo humano integral.

Estos deseos resultan más importantes en un año en el que “celebraremos” el bicentenario de independencia de España y 35 años de vigencia de nuestro texto constitucional. No está de más recordar que ha sido el período democrático más largo que registra nuestra historia, luego de los 10 años de 1944 a 1954. Además se cumplen 25 años de la firma de los Acuerdos de Paz que finalizaron con 36 años de un sangriento y violento conflicto armado interno.

La conmemoración de estos tres importantes sucesos políticos, sociales e históricos se convierte en una excelente oportunidad para pensar cómo podemos fortalecer nuestro sistema democrático y construir un país de oportunidades y desarrollo integral.

En un año en el que el sistema de justicia está asediado por grupos que buscan cooptarlo para promover la corrupción e impunidad. Para muestra un botón, la elección en el Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala (CANG) para llenar la vacante que dejó Bonerge Mejía en la Corte de Constitucionalidad (CC). O las dificultades que se han enfrentado para elegir a la nueva magistratura de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), que debió iniciar sus funciones en octubre de 2019. Nada más y nada menos en 2021 se elegirán magistrados a la CSJ y la CC. La independencia judicial, la lucha contra la corrupción e impunidad y la democracia están en juego. El resultado de estas elecciones puede determinar seriamente el rumbo que nuestra institucionalidad democrática tomará en los próximos años.

Por ello, el asedio al sistema de justicia se convierte en la excusa perfecta para sentarse a pensar cómo se consolidan las condiciones para impulsar reformas al sistema, incluidos algunos aspectos de nuestra Constitución. Las propuestas, que pueden ser revisadas y mejoradas, están construidas desde hace años. Falta la voluntad real de actores políticos y sociales para crear las condiciones e impulsarlas.

Aprovechemos esta valiosa oportunidad que nos da el bicentenario, los 35 años del texto constitucional y los 25 años de la firma de los Acuerdos de Paz para marcar una ruta de país. Incluso el contexto de la pandemia se presta para construir una nueva normalidad, como algunos les ha gustado llamar al mundo post Covid-19.

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