Opinión

¡Feliz Navidad!

“Esta Navidad será distinta. Sea prudente en no andar de convivio en convivio y aglomerado en los mercados y lugares públicos. Piense en su familia, en especial en la gente mayor. No gaste mucho en regalos, sea austero, creativo y no se endeude…”.

Un año difícil para la humanidad, de pronto somos tan frágiles y no podemos defendernos de un nuevo virus. Esto genera impotencia, en especial para las autoridades de gobierno. El mundo está amenazado ante la pandemia de Covid-19, situación que tan solo habíamos visto en películas.

La población sufre, especialmente los más pobres. Se cerraron las economías, se clausuraron negocios, los estudiantes dejaron de ir a la escuela, se prohibieron las reuniones y solicitaron a las personas quedarse en casa; sin embargo, la gente se empezó a contagiar. Los países no estaban preparados ante esta calamidad. Muchos servicios de salud colapsaron e iniciaron cientos de personas a enfermarse y a fallecer.

Las noticias avanzaron rápido, especialmente las noticias falsas. Vimos lo que estaba sucediendo en otros países y rápido quisimos cubrirnos, abastecernos y hacerle frente a la pandemia. Ni siquiera teníamos suficientes mascarillas, alcohol y medicinas. Gran preocupación de perder el trabajo, de contagiarse y muy poca certeza de lo que venía.

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Luego de obtener más conocimiento respecto al nuevo coronavirus, se ha podido planificar con mayor audacia, aunque aún no se tiene el control. Se sabe cómo prevenir, se trata con mejor conocimiento la enfermedad, se abren las economías, la gente se relaja y viene la segunda ola. Sin embargo, aparece la vacuna como una luz al final del túnel.

Mientras tanto, en Guatemala, muchas personas han sufrido y siguen padeciendo de la pandemia. Fallecen seres queridos, hay preocupación del contagio, las madres se convierten en docentes, los niños y jóvenes comprenden poco de lo que está pasando, los jefes de hogar se angustian, los ancianos se aíslan y el gobierno se endeuda para cubrir la emergencia. Se desnudan las carencias de los servicios públicos, lo obsoleto de la normativa, lo engorrosa que es la gestión pública, el poco acceso al internet y lo vulnerables que somos especialmente luego de las tormentas “Eta” e “Iota”.

También hay guatemaltecos de mecha corta y poca paciencia que le exigen al gobierno milagros, como reducir la desnutrición crónica, combatir la corrupción y contar con un sistema político funcional. Es de recordar que no llevan ni un año y es muy fácil juzgar desde la poltrona, especialmente de todo lo vivido durante su periodo. Pero también indigna la poca solidaridad de varios miembros del gobierno, que con descaro y desfachatez despilfarran recursos del Estado.

Sin embargo, el corazón de los guatemaltecos, el deseo de seguir adelante y su fe en un poder superior motivan a otros a ver el futuro con optimismo.

Al final debemos ver en esta crisis una oportunidad para mejorar como personas, contar con familias más unidas, contribuir con la comunidad, innovar en el trabajo y modernizar el gobierno.

Curioso que, en la mayoría de los convivios virtuales en que he participado y con la gente que he hablado de distintos ingresos económicos en los últimos días, resalta que fue un año de crecimiento espiritual. A la mayoría le hace falta convivir con la gente, ver y disfrutar a los amigos, asistir a la iglesia y abrazar a los seres queridos que no son familia cercana o los que están lejos del país. Todos imploran por salud y trabajo, esperando que esta pesadilla termine pronto.

Esta Navidad será distinta. Sea prudente en no andar de convivio en convivio y aglomerado en los mercados y lugares públicos. Piense en su familia, en especial en la gente mayor. No gaste mucho en regalos, sea austero, creativo y no se endeude. Planee qué hará el 24 y el 25, al igual para el feriado del Año Nuevo. Tome en cuenta que el virus está latente.

Infunda el espíritu navideño -de amor, esperanza y caridad- entre los suyos. Decore con algo sencillo su casa, haga un nacimiento, prepare la cena con todos los de su hogar, escuche los servicios religiosos por radio o televisión, diseñe dinámicas para escuchar a sus familiares, cuente historias de la época, escuche música navideña y, si es posible, ayude a otros sin ponerse en riesgo. Haga esas llamadas importantes a personas que quiere o aproveche para pedir disculpas a las que durante el año no comprendió u ofendió.

Dele gracias a su poder superior y pida muchas bendiciones para usted y su familia. Y si hace un brindis navideño, ponga atención: “Salud” decimos, situación muy importante en el presente y a futuro, además símbolo de fraternidad, buena voluntad y prosperidad. Tamalitos, ponche y chocolate, qué rico. Conviva en paz y armonía y celebre con alegría la llegada del Niño Jesús.

Tómese su tiempo para reflexionar sobre su vida. Evalúe lo que hizo bien y lo que puede mejorar. Haga una lista de lo que desea hacer en el próximo año. Analice varios aspectos a realizar en lo emocional, lo físico, lo intelectual, lo familiar y lo espiritual. No deje de soñar, aspire en grande, pero haga un plan. Póngase metas realistas e inicie con una mente positiva el año 2021.

De todo corazón le deseo una feliz Navidad y un año 2021 con muchas oportunidades. Busquemos la armonía, la empatía y la unidad para lograr una Guatemala distinta, donde cada uno pueda alcanzar el desarrollo, el bienestar y la felicidad.

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