La libertad económica, el Estado de derecho y las empresas son fundamentales para generar riqueza en las naciones. En las distintas manifestaciones que se aclaman cambios, siempre surgen consignas en contra del gobierno y los empresarios. Los manifestantes más radicales desean acabar con el sistema, pero no presentan opciones viables. La mayoría está harta del mercantilismo económico que se vive, que solo beneficia a algunos y está plagado de corrupción.
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Los países latinoamericanos deberían estar debatiendo cuál de los sistemas económicos es el más efectivo. El modelo de riqueza de las naciones nació en Inglaterra hace varios años y este se fue expandiendo por Estados Unidos, Europa y Asia. Algunos países en Latinoamérica también lo adoptaron, pero inmersos en procesos burocráticos, intervención del Estado y barreras de entrada. La libertad con responsabilidad es clave para que las sociedades sean más prósperas y vivan en paz.
En los últimos años se ha iniciado un movimiento que se denomina “capitalismo consciente”, como “una filosofía” en la que las empresas cuentan con: 1) Un propósito superior, 2) Involucra a los grupos de interés de la empresa, 3) Promociona un liderazgo consciente y 4) Crea una cultura positiva en la empresa. Esta nueva filosofía la escribieron Jon Mackey (cofundador y co-CEO de Whole Food Market) juntamente con Raj Sisodia (académico y líder en pensamiento de negocios).
La semana pasada CentraRSE realizó su “XIII Foro de Responsabilidad Social Empresarial: ¿Ética en zona gris?” Luego de tres días de trabajo se finalizó con una presentación de Raj Sisodia y Ericka Karp y un panel de tres expertos para llamar a la acción.
Raj comentó las bondades del capitalismo. En los últimos 200 años, a raíz de la Revolución Industrial se inició el capitalismo con la libertad de emprender. La gente tiene más ingresos, ha mejorado la expectativa de vida de 28 a 73 años, el alfabetismo subió del 13% al 87% y se ha reducido la pobreza en muchos países. En los últimos 30 años, luego de la caída del Muro de Berlín, el mundo cambió. Sin embargo, debemos poner atención a lo que ha pasado en la última década. Las ganancias de las empresas han bajado, la confianza de las personas hacia las grandes empresas en Estados Unidos apenas es de 19% y 8 de cada 10 de sus empleados sienten que no se preocupan por ellos como seres humanos. El boom de la tecnología, las comunicaciones y las redes sociales han cambiado de nuevo a las sociedades; sin embargo, la mayoría de las empresas siguen con un sistema operativo del siglo pasado. Ahora 51% de los jóvenes entre 18-29 años en Estados Unidos están a favor del socialismo y eso denota frustración y malestar. En Chile, que es el país más rico de Sudamérica con el ingreso per cápita más grande, reclaman más igualdad y también otras sociedades con populismo económico están exigiendo un cambio. Hay una desconexión entre las empresas y la sociedad.
La pandemia vino a cambiar los valores, los seres humanos están acá para velar unos por otros. Se requiere libertad y dignidad para todos. El crecimiento del liderazgo femenino está modificando los valores de dominación, agresión, competencia y resultados a cualquier costo a liderazgos conscientes, con niveles más altos de ética y moral, buscando la felicidad y haciéndolo con amor.
Ante los cambios que se están dando en la sociedad y las desconformidades que existen se propone “una revolución” basada en el capitalismo consciente, en la que se pone a las personas en el centro de cada negocio. Ser más conscientes conlleva estar despierto, entender las consecuencias de nuestros actos, contar con el compromiso de comunicar la verdad, tener un sentido más fino del bien y el mal, ser más pacíficos e incluyentes, y aprender a vivir en armonía con la naturaleza. Por último, Raj explicó los cuatro ejes de su filosofía:
- Definir un propósito general. Un negocio debe buscar un propósito general, no conformarse con hacer negocios, ganar dinero y generar empleo. Debe pensar en su legado hacia la sociedad. Un propósito general compartido por todos genera fe e impulsa a las personas a ser más atrevidas, innovadoras y atraer a los talentos adecuados, además de que el trabajo se convierta en algo divertido. Libera la tensión de movimientos de la competencia y fluctuaciones del mercado. El propósito define “qué quiero hacer en el mundo” y no se trata solo de hacer dinero.
- Tomar en cuenta los grupos de interés. Un negocio consciente busca generar valor y bienestar para cada uno de los participantes, como los trabajadores, los proveedores, los comunitarios, los inversionistas y otros. Se busca una relación que siempre sea de ganar-ganar de todos los involucrados.
- Lograr un liderazgo consciente. Acá se buscan nuevos valores para dirigir empresas y el mundo: Inteligencia emocional, valores femeninos, el pensamiento en sistemas y la empatía. Es muy importante que los líderes tengan un balance espiritual, mental y físico.
- Contar con una cultura y administración consciente: Se busca un ambiente de confianza, la cultura debe ser positiva y es un resultado de incentivos para que la gente desarrolle su potencial. No se trata de controlar a los trabajadores, sino de que tengan las competencias y se dé la descentralización, el empoderamiento, la innovación y la colaboración. Un ambiente que inspira a contribuciones excepcionales y de mérito, a la inyección de pasión, imaginación e iniciativa.
Se cuenta con un camino para cambiar Guatemala. Se requiere cambiar el sistema económico, el liderazgo y la conciencia. Será un buen propósito para el nuevo año iniciar por uno mismo y dar el ejemplo. ¿Qué opina del capitalismo consciente? ¿Conoce empresas que van hacia esta filosofía? ¿Cómo aplicarlo en organizaciones gubernamentales?