Por: Mayra Gabriel
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Hay muchas cosas en la vida que han ido cambiando y muchas de manera extraordinaria, como la tecnología, por ejemplo. Pero hay principios y valores que no pueden cambiar, que no deben cambiar; y algo que hay que aprender, porque es parte del día a día, es a no vivir con expectativas sobre algo o alguien. Lo que aprendí es que la esencia de las personas siempre es la misma, esa no cambia, lo que sí ocurre es que hay algunos que son verdaderos artistas, consciente o inconscientemente, manejan su esencia para conseguir lo que quieren, pero, a la larga, siempre sale su esencia bien lustradita.
Se me ocurrió buscar en mi Enciclopedia Universal Sopena, que todavía la tengo pues fue un regalo que pedí cuando me gradué de la universidad en 1981, la definición de la palabra expectativa, y dice: “Esperanza de conseguir una cosa si se depara la oportunidad que se desea”. Luego me fui a “San Google” y encontré lo siguiente: “Aguardar observando, estar a la mira de una cosa”. Casi siempre, el concepto de expectativa aparece vinculado con una situación que es sumamente factible que se produzca, aunque, como la expectativa implica una certeza mayor que la esperanza, por ejemplo, es que normalmente la expectativa que se tiene respecto de algo se encontrará basada en otras situaciones que la convierten en una concreta posibilidad. El tiempo pasa, pero hay conceptos que siguen enseñándonos lo mismo, todo depende de cómo yo quiero interpretar la definición. Entonces me pregunto: ¿Vivo con expectativas?
Podría decir que, con el caminar de mi vida, he ido aprendiendo que es mejor no vivir con ellas. Pero hay veces en que obviamente la ilusión se confunde con la expectativa y allí viene el dolor y la tristeza cuando no llega lo que se esperó.
¿Por qué sufrimos tanto cuando alguien hace su transición? Podría decirle que es porque las expectativas que teníamos con esas personas ya no podrán realizarse y nos atormenta todo eso inconcluso que ya no podremos compartir. Gaby Pérez Islas, tanatóloga mexicana, dice que: “Una de las etapas de duelo que más cuesta superar, además de la muerte de un hijo y un secuestro, es la traición”. Imagínese usted que alguien cercano a quien usted ama, con una esencia que usted cree conocer, le traicione; claro, la expectativa que tenía sobre esa persona se derrumba y el dolor y la tristeza salen a flote. Lo mismo ocurre en el acto del matrimonio, hasta que la muerte nos separe, dicen, ¡qué tremenda expectativa! Y sabemos que, al pasar los años, eso, en algunos casos, tampoco se cumple. También cuando se está en una relación de lo más linda y se habla de si un día ya no se está junto con la pareja poder tener esa comunicación de amigos. Es otra gran expectativa que la mayoría de las veces, por inmadurez emocional o por no querer sentir, se deja dormida, aunque todo ya estuviera platicado. Es tremendo el miedo a sentir. O cuando alguien nos dice: “Ya te llamo, solo termino lo que estoy haciendo y nos ponemos al día”, y esa llamada nunca llega.
Entonces, ¿vale la pena vivir con expectativas o mejor aprendemos a disfrutar del presente? ¿Sabemos cómo es la esencia de las personas o por el amor que les podamos tener perdemos la realidad?
¿Qué expectativa tenemos, por ejemplo, cuando alguien nos presta dinero o alguna propiedad, la moto, el carro, etc.? Que va a cumplir y a respetar lo platicado, y que en el tiempo acordado cumplirá con lo ofrecido; pero… ¿qué si pasa todo lo contrario? Resulta que no nos devuelve lo prestado al 100%, pero sí demuestra que es una persona experta en excusas o pretextos para no cumplir lo convenido, y, además, padece gran amnesia de lo que ha ofrecido. La expectativa de su honradez y el cumplimiento se vienen al suelo también. ¿Vale la pena, entonces, vivir con expectativas?
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Hoy, después de oír varias conversaciones de amigos y conocer mis propias expectativas del pasado, y al darme cuenta, sin querer tal vez, de que no soy consciente de una que otra expectativa de mi presente y de mi futuro, se me ocurrió escribir sobre esto que puede ser de mucha reflexión. ¿Para qué vivir con expectativas? Será lo mismo que tener objetivos propios, donde las emociones personales no tienen que ver con las de alguien más. Quién sabe. Sé que cada quien es totalmente responsable de sus actos y es complicado pensar en quien se la pasa haciéndose la brocha y elige solo vivir en recuerdos o como víctima, o quien vive buscando buenos pretextos para evitar enfrentarse a sí mismo. Seguramente, donde quiere estar, se quedará, sin realmente buscar conscientemente la luz y enfocar su energía.
Cuando vivimos en negación o cuasi dormidos, es una buena forma de solo vivir con expectativas soñadoras, pretextos o reproches, y no reconocer que se quiere salir verdaderamente adelante. Un detalle grande, si me miro al espejo, ¿a quién veo? Y si me pregunto: “¿Quién sos?”, veo a la que quiere salir adelante de alma y corazón, o a la persona que quiere seguir viviendo con expectativas o como víctima y no como responsable. ¿Quién en realidad quiero ser?