Opinión

¿Dónde están nuestros sueños?

“Un primer paso es recuperar, en principio, los sueños. Nada está perdido si continuamos soñando, pero no solo quedarnos ahí. El desafío está en construir las condiciones para materializarlos. Un elemento clave en esto es el ejercicio político con debate, discusión y acuerdos de país”.

El ambiente político es bastante desolador comparado, por ejemplo, con los aires de cambios que se vislumbraban en el “lejano y bastante agitado” 2015. Ver atrás y darnos cuenta de que hubo un momento en el que el cambio, más que posible, se estaba construyendo. Soñamos, caminamos, manifestamos, gritamos, nos indignamos, protestamos y demandamos.

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Esta columna no busca hacer una evaluación de lo sucedido hace cuatro años. Lo haré en otra oportunidad. Hoy quiero conversar con ustedes sobre una idea que me ha quitado el sueño en los últimos días. Motivada principalmente por un espíritu derrotero y pesimista que he encontrado en muchos en muchas partes. No niego que el panorama está bastante difuso y desesperanzador.

No obstante, la adversidad, las crisis y los problemas se convierten en excelentes oportunidades para avanzar, un nuevo amanecer. El ejercicio político es el arte fundamental de construir realidad a partir de las condiciones y circunstancias. La política no es la corrupción y los negocios “shucos”, la arbitrariedad, el abuso de poder y la instrumentalización de las instituciones para beneficios personales o de grupos que no tienen una visión colectiva, de país. Todas estas características reflejan cómo hemos desvirtuado y dejado sin sustancia el “ejercicio político”.

Por ello, el arte del ejercicio político debe apasionarnos por construir todos esos sueños que hemos anhelado para el país. Pensar en una sociedad más justa, democrática, en la que la dignidad humana se materialice. Muchas sociedades, en medio de las críticas y aun algunos desafíos, han logrado consolidar sistemas que brindan mayor bienestar a su población que el que tenemos en estas latitudes del planeta.

Uno de los principales desafíos está en lo político. Me refiero a concretar esa visión de la política como la herramienta para construir realidades. No es descabellado ni mucho menos alejado de la realidad. Es el ejercicio político apegado a principios, valores y proyectos políticos que orienten las actuaciones de los actores políticos y las instituciones. No pensar en la política como los abusos y la corrupción.

No es necesario inventar excusas ni justificaciones extraordinarias en un país con tantos problemas socioeconómicos y de desarrollo humano, es tan simple con salir a la calle y ver la pobreza, por citar un ejemplo. Sin embargo, si queremos tomar excusas para sentarnos como sociedad y pintar ese país, diferente al que tenemos, hay dos que podemos aprovechar.

Una es la llamada “nueva normalidad” y la otra es el “bicentenario”. Ambas se constituyen en un parteaguas, un momento de reflexión, una oportunidad para pensar en el futuro, recuperar y reconstruir los sueños. Al parecer existe una especie de pesimismo que está nublando la perspectiva de futuro. Estoy consciente y bastante preocupado porque estamos viviendo momentos muy complejos. No obstante, eso es, a la misma vez, me refiero a las difíciles circunstancias, el principal motivo para buscar el cambio.

No es fácil, no vendrá de la noche a la mañana, habrá que tener una perspectiva estratégica y definir prioridades porque no todo se puede hacer al mismo tiempo, entre otros aspectos a considerar. Un primer paso es recuperar, en principio, los sueños. Nada está perdido si continuamos soñando, pero no solo quedarnos ahí. El desafío está en construir las condiciones para materializarlos. Un elemento clave en esto es el ejercicio político con debate, discusión y acuerdos de país. La pandemia y el bicentenario pueden ser las “excusas” para sentarnos. Me resisto a la resignación de que todo está perdido. ¿Qué opina usted?

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