Opinión

Tu nombre es tu marca

“Conforme pasan los años, nos damos cuenta de que estamos en pañales en función de la vida y nuestra programación empieza a desfigurarse, y dejamos de ser auténticos con nosotros mismos”.

¿Sabías que tu nombre es tu marca? ¿Cómo así? ¿A qué le llamarías una marca? Según Google, una de las definiciones que encontré es que “marca” es un término que cuenta con varios usos y significados. Uno de los más frecuentes está vinculado con el derecho exclusivo a la utilización de una palabra, frase, imagen o símbolo para identificar un producto, servicio o el mismo nombre de algo o de alguien.

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Y si de alguna manera te pongo a reflexionar y te digo que tu nombre es tu marca, ¿qué sentirías? ¿Regresarías a tu época del colegio cuando tal vez hacías deporte? ¿O eras de los que se pasaba leyendo libros en el corredor, biblioteca o clase? ¿Eras de los que sacaba chivos o de los que se ponía más sobre el papel para no dar copia? ¿Habrás sido de los que no salía a montar bicicleta ni a jugar a la cuadra de tu casa porque te la pasabas leyendo o viendo la poca tele que existía en esa época? ¿Y si tal vez eras de aquellos a los que les gustaba capiarse para seguir platicando con algún amigo o amiga en un escondite del área?

¿O te metías al baño a fumar y le pedías a alguien que se quedara cuidando afuera? ¿Seguías nadando a la hora del almuerzo y regresabas tarde a clase sin haber almorzado?

¿Qué recuerdos te vienen a la memoria? ¿Y qué significó todo eso, que tanto tú como tus compañeros grabaron en su mente para recordar en las reuniones de años después o simplemente para mencionar cosas de tu pasado cuando alguien pregunta por ti?

Pero te pregunto, ¿qué tipo de huella has ido dejando en tu vida? La parte del vecindario o el colegio es lo máximo. Todos somos amigos y jugamos. Los amigos son amigos y a nadie del grupo le importa de dónde venís ni para dónde vas, hasta que los adultos interfieren y empieza la programación externa que influye en tu vida. La amistad de juventud se disfrutaba bien, nos reíamos, hacíamos y deshacíamos sin preocuparnos gran cosa, pero cada día que pasa, nuestro nombre ha seguido dejando huella de algún tipo. Hasta la forma de terminar una relación y mantener una amistad deja una huella.
Algunos por A o B razón ya no siguen los estudios universitarios o tienen una relación formal con la pareja y empieza otra etapa de la vida, o simplemente se vuelven adolescentes que adolecen de claridad en sus objetivos de vida y viven y se vuelven acomodados y mantenidos. En esta edad creemos saber más que las personas que nos anteceden, aunque la experiencia se marque en su cara y en sus manos.

Conforme pasan los años, nos damos cuenta de que estamos en pañales en función de la vida y nuestra programación empieza a desfigurarse, y dejamos de ser auténticos con nosotros mismos. La influencia de muchos y los mensajes del mundo nos empiezan a transformar y, si no estamos conscientes y despiertos, nos empezamos a ir totalmente por otro lado y dejamos de ser nosotros mismos. Nuestra esencia sigue allí en lo más profundo de nuestro ser, pero sale a rostro y, con el pasar de los años, nos toca aprender a quitar sentimientos o emociones para que nuestra esencia brille por sí sola.

Conforme la vida pasa, valoro lo importante que es ser uno mismo y siempre dejar una huella de ética, de alegría y de agradecimiento porque lo que hoy digo y hago mañana me servirá para abrir una puerta y reconocer que mi nombre es mi marca y debo cuidarlo.

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