Opinión

Se viene la discusión del presupuesto

“En esta difícil tarea, el Ejecutivo debe apoyarse en hábiles operadores políticos que busquen tejer acuerdos con las bancadas en el Congreso con una agenda muy clara...”

A partir de septiembre se desarrollará una de las discusiones políticas más importantes del año: la aprobación del presupuesto. Este aspecto entra en un escenario bastante complejo, no solo en el ámbito político, sino también en el económico y social, en gran medida con los mismos problemas de siempre, pero agudizados por los efectos de la pandemia.

Sin entrar en muchos detalles, según los últimos datos que ha presentado el Instituto Nacional de Estadística (INE) estamos registrando alrededor de 145 mil personas que se encuentran en desempleo abierto, 490 mil que están en subempleo, unas 630 mil que viven en situaciones precarias. Es común escuchar en conversaciones familiares y de amigos el impacto que la pandemia está teniendo en los bolsillos de los guatemaltecos y la dinámica económica.

En este contexto, como sociedad, debemos tener una discusión sobre qué haremos para enfrentar los desafíos que las circunstancias que estamos viviendo nos plantean. Es decir, se trata efectivamente de articular los esfuerzos privados y públicos de una manera armoniosa para que las acciones desde estas dos esferas nos permitan superarlos. Es ahí en donde la discusión del presupuesto en el Congreso de la República, además de sentido, adquiere una importancia clave y fundamental.

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“En esta difícil tarea, el Ejecutivo debe apoyarse en hábiles operadores políticos que busquen tejer acuerdos con las bancadas en el Congreso con una agenda muy clara…”

Desde la perspectiva de política pública, el presupuesto se convierte en el principal instrumento que el gobierno tendrá para actuar en las prioridades que debería definir juntamente con otros actores. Esto le permitirá articular esfuerzos, potenciar acciones y evitar dispersiones o despilfarros de recursos. En este sentido, además del papel prioritario en materia de salud pública y educación, identificar de qué manera los esfuerzos públicos respaldarán y apoyarán la reactivación económica o bien, cómo se diseñarán e implementarán los programas sociales como algunos de los aspectos que se deberían discutir y sobre los que se tienen que alcanzar acuerdos.

No está de más indicar que el presupuesto se discutirá en una complica situación fiscal por la caída de la recaudación. Además de prioridades, también se debe discutir el origen de los recursos: ¿Se reduce el presupuesto? ¿Cuáles áreas se verán afectadas? Se opta por buscar deuda. ¿Qué tipo de deuda se adquirirá? ¿O hablamos de reforma fiscal?

Por otro lado, el gobierno presentará el proyecto de presupuesto en un contexto político muy enredado. Está enfrentando una acelerada pérdida de confianza y credibilidad de parte de la ciudadanía. El mal desempeño en el manejo de la crisis evidenciado en una incapacidad para que las instituciones respondieran y cumplieran con sus propósitos resulta ser una de las principales críticas y demandas. Desde luego, sabemos que no tenemos una institucionalidad del primer mundo. Sin embargo, en el imaginario queda la sensación de que las autoridades tuvieron la oportunidad de hacer un poco más y con ello ahorita estaríamos en una mejor situación. Lamentablemente, prevalece el sentimiento que el gobierno está desatendiendo su responsabilidad y nos está dejando a la deriva.

En el Congreso, la dinámica política está muy agitada por la crisis institucional derivada de la elección de las Cortes. Un Congreso fragmentado en donde, a diferencia de lo que sucedía al principio de la legislatura, al Ejecutivo le está costando cada vez más que la agenda que le interesa se mueva. Por ello, el gobierno debe ser muy hábil para establecer una estrategia que le permita alcanzar acuerdos y que el presupuesto del próximo año se apruebe. No puede darse el lujo, una vez más, de que suceda lo contrario.

En esta difícil tarea, el Ejecutivo debe apoyarse en hábiles operadores políticos que busquen tejer acuerdos con las bancadas en el Congreso con una agenda muy clara que permita desarrollar una transparente discusión con los actores en el hemiciclo. Ojalá no recurra a las viejas prácticas de “transacción” y vea al presupuesto como una moneda de cambio. Esto último, además de perjudicial para el país, terminaría debilitando al mismo Ejecutivo porque se pone la soga al cuello. ¿Qué opina usted?

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