Opinión

El 26º aniversario del atentado contra la AMIA

"El dolor causado por este nefasto ataque antisemita viene agravado por el hecho de que los responsables del hecho no han sido apresados."

Por: Mattanya Cohen, Embajador de Israel en Guatemala

Hace 26 años, a las 09:53 de la mañana del 18 de julio de 1994, una violenta explosión sacudió a la tranquila ciudad de Buenos Aires. Un carro que transportaba cientos de kilogramos de material explosivo y manejado por un terrorista suicida, explotó frente a las puertas del edificio de la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina), el centro de la comunidad judía de la República Argentina.

Como resultado de la explosión, 85 civiles, argentinos inocentes, perdieron la vida y centenares más resultaron heridos – judíos y no judíos – el edifico de siete pisos de la AMIA colapsó junto con edificios aledaños. La calle fue una escena de destrucción y devastación. Este trágico atentado, es el acto terrorista más grande en la historia de la República Argentina, esta atrocidad terrorista que mató a tanta gente y destruyó a tantos hogares, quedará como un testimonio de la crueldad del terrorismo internacional, cuyos artífices y perpetradores permanecerán aún sin castigo.

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El dolor causado por este nefasto ataque antisemita viene agravado por el hecho de que los responsables del hecho no han sido apresados. Sin embargo, aunque los nombres de quienes perpetraron el crimen aún no se han divulgado, la responsabilidad del mismo no es de ningún modo anónima. Después de años de investigación, un magistrado argentino ha llegado a la conclusión de que el instigador del atentado fue Irán y de este país salieron sus ejecutores.

El Gobierno argentino incluso ha solicitado a la Interpol emitir órdenes de arresto internacionales contra varios de los sospechosos y esta solicitud ha sido aprobada por la Asamblea General de la Interpol. Un reporte detallado de la Fiscalía General de Argentina demostró de forma inequívoca que, la decisión de hacer volar el edificio fue tomada por las “más altas instancias del gobierno iraní” y que, los iraníes pidieron a la organización terrorista Hezbolá que llevara a cabo el atentado.

En ese contexto quisiera recordar a los lectores que dos años antes de ese horrible atentado terrorista, la capital argentina sufrió otro hecho trágico de la misma clase. Me refiero al atentado terrorista, con características similares contra la Embajada de Israel en Buenos Aires, en marzo de 1992. Este atentado causó la muerte de 29 personas, israelíes y argentinas, y dejó como resultado a más de 242 heridos. El atentado contra la Embajada de Israel es considerado el primer atentado terrorista islámico en el hemisferio occidental.

El ataque contra la AMIA, dirigido contra ciudadanos argentinos inocentes, es una prueba más del carácter antisemita del fanático régimen del Irán, el centro terrorista más grande en el mundo hoy en día. Considerando los esfuerzos agresivos de Irán por ampliar su influencia en América Latina, los países del continente americano deben denunciar al régimen iraní por ser el instigador de numerosos ataques terroristas internacionales, por financiar, entrenar y armar a organizaciones terroristas, por tratar de obtener armas nucleares y por amenazar con borrar del mapa a mi país, Israel.

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