Opinión

Salud y bienestar ante la crisis

“No sabemos qué pasará en los próximos días; sin embargo, sabemos que serán tiempos difíciles”.

El mundo tiene un gran reto por delante. Era imaginable que una pandemia fuera a desarrollarse en tan solo unos meses y que dejaría devastada a la mayoría de los países. Hay mucha incertidumbre, lo cual genera miedo y ansiedad. La humanidad está aislada, triste y atormentada de un futuro incierto. La semana pasada se llevó a cabo una videoconferencia en la que participaron varios centros de investigación en el mundo. El objetivo era pensar colectivamente ante los desafíos que enfrenta la sociedad debido a la pandemia, buscando salvar vidas, pero también lograr el bienestar de la población. Es importante en estos tiempos ser valientes, estar unidos y actuar con estrategia. Deseo referirme a cuatro acciones concretas que considero importantes: Responder, resistir, recuperar y reformar.

Se debe responder ante la crisis con medidas de apoyo a la población, tanto en la salud como en la economía. En este sentido, los Gobiernos han tomado distintas estrategias en ambos campos. En salud se han tomado decisiones de confinar a la gente, priorizado el atender a las personas graves a través de los sistemas públicos y privados. Se han paralizado varias actividades económicas y se han diseñado una serie de subvenciones directas, así como de créditos blandos y seguros de desempleo. En Guatemala, es de señalar que por más de una década el sistema de salud ha sido abandonado. Prácticamente no se cuenta con el primer nivel de atención, los hospitales estuvieron desabastecidos por muchos años y no se cuenta con una carrera para los trabajadores de la salud. Las acciones que ha tomado el presidente se encaminan en tres frentes: a) Tomar medidas preventivas relacionadas con las personas que ingresaban al país, detectando posibles enfermos y poniendo en cuarentena a los otros, b) Ampliar el número de hospitales con camas para atender a las personas que lleguen a contagiarse y c) Aislar a las personas en sus casas -prohibir transporte urbano, cerrar las escuelas y restringir actividades laborales y grupales-, cerrar centros comerciales y espacios públicos, y establecer el toque de queda para reducir la afluencia. También el Congreso ha aprobado varios bonos y programas dirigidos a las empresas, los trabajadores, los que forman la economía informal y las familias (por medio de la alimentación escolar, el subsidio a la energía eléctrica y el financiamiento a los adultos mayores). El reto acá es la eficiencia y transparencia en cómo se ejecuten estos dineros.

¿Cómo resistir esta situación? Acá es donde todos debemos colaborar, ya que viendo lo que sucede en otros países debido a esta enfermedad sabemos que aislarse y actuar con prudencia es lo más adecuado. Ahora bien: ¿Cuánto tiempo? Nuestra situación es difícil. Por un lado, mucha de la población es de escasos recursos y para sobrevivir requiere trabajar. También atender en casa a los niños y que estudien demanda un gran esfuerzo y a pesar de los programas que ha diseñado el gobierno para llevar la educación a la casa, hay muchos hogares que no podrán seguirlos. Lamentablemente, el sistema educativo público en los últimos años no se adaptó a las nuevas tecnologías. La resistencia también va de la mano con la resiliencia de cada persona, comunidad o país para superar circunstancias traumáticas, como la muerte de un ser querido, la enfermedad de otros y la escasez en la familia. Tendremos muchas pérdidas. Lograr enfrentar el duelo con sabiduría será determinante.

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Ahora bien, ¿cómo lograr la recuperación? ¿Cómo será el mundo después de esta pandemia? Hay muchos documentos que señalan cambios en la economía y el intercambio entre países, pero poco de cómo serán los gobiernos y cuál será el comportamiento de los individuos. En la economía el panorama no se visualiza muy positivo; sin embargo, una situación como la que estamos viviendo permite ver otras oportunidades. Gracias a la tecnología, varios pueden trabajar desde casa, estar informados, tener entretenimiento y comunicarse. Posiblemente habrá una innovación en los trabajos del siglo XXI y aprenderemos. Habrá un deseo grande de compartir y amar, disfrutar de las calles y ciudades, apreciar la naturaleza, ser más conscientes del papel que cada uno juega en este mundo y apoyar a los más necesitados. Muchas vidas jamás las recuperaremos, pero posiblemente les daremos más valor a la salud y la vida. Guatemala será un lugar distinto. Vamos a admirar su belleza y celebrar las hermosas tradiciones que tenemos -que en estos meses nos hemos privado-. Las comidas con otros familiares, las celebraciones de cumpleaños y las fiestas con amigos serán más apreciadas.

Por último, toca reformar. Acá si que la tarea será ardua, pero posible. Los líderes del mundo tendrán que unirse y actuar solidariamente. Habrá otra forma de organizarse y ser menos vulnerables. A los guatemaltecos se nos presenta una oportunidad para transformar nuestros sistemas. Los tres organismos del Estado de Guatemala, con liderazgo, deben formular cambios profundos y actuar de manera inmediata. Iniciemos por la salud y la educación que no están al servicio de la población, totalmente obsoletos y sin cumplir con su misión. Repensemos nuestro sistema económico. Se requiere un nuevo modelo que busque el desarrollo y bienestar de todos los guatemaltecos. Aprovechemos para mejorar la gestión del gobierno y fortalecer las instituciones de seguridad y justicia.

No sabemos qué pasará en los próximos días; sin embargo, sabemos que serán tiempos difíciles, pero si ponemos nuestro granito de arena, a todos nos irá mejor. Viva un día a la vez, espere indicaciones y a caminar juntos y unidos hacia esa nueva Guatemala. ¿A qué es lo que más teme? ¿Qué ha aprendido en estos días? ¿Cuáles son los cambios que desea ver en el país luego de superar esta crisis?

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