El Congreso de la República elegirá la próxima semana a los nuevos magistrados del Tribunal Supremo Electoral (TSE). Esta elección adquiere mucha importancia, no solo por el contexto político que se vive, sino también por los retos que está dejando la magistratura saliente, especialmente desde la perspectiva de reforma y modernización de nuestro sistema electoral y de partidos políticos.
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La discusión pública en esta elección tiene que considerar como punto de partida al menos dos aspectos: Por un lado, realizar un profundo análisis sobre los principales desafíos que tiene el TSE; además de ello, configurar los objetivos que se deben plantear en la próxima magistratura, es decir hacia dónde conducir el TSE. Este marco puede ser muy útil para orientar las decisiones que tomarán los legisladores en los próximos días.
En el primero de los aspectos, sin lugar a duda, se encuentra el proceso de reforma y modernización del órgano electoral. Hay dos caminos: Reforma electoral y cambios internos en el TSE.
En este sentido, la magistratura saliente deja el informe final del trabajo que realizó la Comisión de Modernización y Actualización Electoral –CAME–. Este informe es producto de un proceso participativo en donde se evaluó la elección del año pasado y se recopiló, en áreas temáticas, propuestas de reforma electoral que presentaron partidos políticos y organizaciones sociales.
El trabajo de la CAME fue un valioso espacio, impulsado desde la magistratura saliente, para contribuir con elementos que permiten establecer la situación en la que nos encontramos y vislumbrar, de manera colaborativa, los elementos importantes que se deben considerar para dibujar los retos que sortearán los próximos magistrados.
Independientemente si los nuevos magistrados deciden presentar una propuesta de reforma electoral, considerando los aspectos del informe de la CAME, este documento debería ser insumo a considerar en la comisión de Asuntos Electorales del Congreso, cuando se abra el proceso de reforma electoral.
No obstante, el criterio que debe imperar en la discusión de reforma electoral es mejorar los modelos aprobados en 2016. Una agenda que permita perfeccionar y no una agenda regresiva que busque retroceder.
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Por otro lado, lo que más me preocupa en esta elección es en gran medida el tipo de TSE que los diputados quieran consolidar. Ojalá que el interés esté principalmente en elegir a los candidatos que aseguren un órgano electoral independiente que aplique la normativa electoral sin presiones externas.
La elección de los próximos magistrados al TSE adquiere una dimensión muy importante para la consolidación de la democracia representativa del país.
Un TSE moderno, autónomo e independiente es uno de los principales objetivos de esta elección. Para ello, se deberán elegir a los candidatos que evidencien capacidad técnica-profesional, un fuerte compromiso con la reforma y modernización del órgano electoral, y tengan independencia de grupos políticos. ¿Qué opina usted?