Opinión

Juicio de residencia

"Los romanos aborrecieron tanto los abusos de la monarquía antes de la república, que crearon el senado y los tribunos para limitar el poder de los cónsules y procónsules en la república y el imperio."

En la colonia española era menester, al terminar un capitán general o un virrey su servicio a la Corona española, hacerle un juicio de residencia por la audiencia de la región que gobernaba e informar al rey de los hechos de ese gobierno en sus provincias ultramarinas.

Sin duda alguna, ese ejercicio es muy necesario, no solo para ver las luces y sombras de una gestión de gobierno, sino en especial para aprender de los aciertos y no repetir los abusos.

La historia de la libertad y de la humanidad es la eterna lucha entre el ejercicio abusivo del poder y las formas de limitar el poder. A la forma fundamental de limitación del poder le llamamos constitución y a la división de poderes le llamamos república.

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Los romanos aborrecieron tanto los abusos de la monarquía antes de la república, que crearon el senado y los tribunos para limitar el poder de los cónsules y procónsules en la república y el imperio."

Sin embargo, una constitución es tan fuerte como los ciudadanos que la defienden y los abogados que tratan todos los días de cumplir con su juramento de colegiación, de defender la constitución y aplicar la ley ética y correctamente.

El periodo presidencial del presidente saliente, Lic. Jimmy Morales Cabrera, y su vicepresidente, Jafeth Cabrera, será sin duda alguna un periodo de la historia de la república, muy controversial, donde historiadores, conservadores y liberales, socialistas y de derecha tendrán acaloradas polémicas sobre si fue este gobierno uno de restauración constitucional o de rompimiento institucional.

Yo me decanto más por la primera opción: Se logró afianzar la supremacía constitucional sobre el embate más terrible que nuestra Constitución ha tenido desde el golpe de Estado de Serrano Elías en los 90 del siglo XX guatemalteco.

El presidente Morales deambuló por las tinieblas en la primera mitad de su mandato, heredó a espías como ministros y confió primero en Thelma Aldana, luego en Rivas y luego en Lucrecia Hernández Mack.

Rápidamente y antes de pasar los primeros dos años de su gobierno, el presidente tuvo un amargo despertar a la realidad. Estaba rodeado de traidores y contrarios y tenía a un embajador totalmente contrario que luego se convirtió en líder del G-13, un grupo de embajadores neocolonialistas que con la seguridad de su inmunidad se dedicaron a financiar y a permitir abusos increíbles de su criatura inconstitucional: la extinta y fracasada CICIG.

El presidente tuvo quizá sus mejores aciertos al nombrar a sus ministros Dagenhart, Jovel y Ralda, en Gobernación, Relaciones Exteriores y Defensa.

Solo allí y en la movida de regresar la embajada de Guatemala a Jerusalén y en el apoyo judío a su gobierno solo entonces detuvo el presidente su inminente caída y la de su gobierno.

El sector privado y sus fundaciones también llevaron una amarga decepción: ayudaron a la mal llamada "lucha contra la corrupción" de CICIG solo para ser acusados injusta y falsamente de financiamiento electoral ilícito y ser amenazados con la extinción de dominio de sus empresas legítimas y de ser igualmente falsamente acusados de lavado, cuando todos esos delitos no se habían cometido por ninguno de los acusados.

Al final de esta tragedia quedó un bufón derrotado: un non grato remedo de virrey y una comisión de la verdad en el Congreso que documentara para la historia el rosario de ilegalidades, violaciones a la constitución, delitos, torturas, testigos falsos y evidencia falsa que la FECI y la fracasada CICIG presentaron en juicios, que en muchas ocasiones parecían más linchamientos políticos y venganzas ideológicas que procedimientos judiciales imparciales y justos.

Las izquierdas nacional e internacional fracasaron una vez más luego de 11 largos años de tiranía inconstitucional del G-13 y CICIG, el gobierno de la República soportó la embestida, sobrevivió la República y se mantuvo la soberanía constitucional.

Sin embargo se levantó entre nosotros la peor tiranía posible, la tiranía de 4 magistrados en la Corte de Constitucionalidad. Esa tiranía es la que debemos derrotar, guatemaltecos, si no la República jamás logrará la libertad.

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