Opinión

Tres décadas después de la caída del muro de Berlín

“Pareciera que los sistemas políticos ya no responden al avance de las tecnologías de la información y comunicación”.

La semana pasada se celebraron los 30 años de la caída del Muro de Berlín. Para mi generación, este muro representaba la división del mundo entre un sistema comunista y uno de libertad. El muro tenía una extensión de 155 kilómetros y se construyó en 1961. Dividía a los alemanes occidentales y orientales a raíz de lo acordado después de la Segunda Guerra Mundial. En 1949, los tres sectores occidentales (estadounidense, francés y británicos) pasaron a llamarse República Federal Alemana (RFA) y el sector oriental (soviético) se convirtió en la República Democrática Alemana (RDA). La RFA quedó en libertad y debido al apoyo de otros países y al trabajo arduo de muchos alemanes salió adelante con su sistema de economía social de mercado y un régimen político parlamentario. Y la RDA pasó a integrarse a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).   

Durante muchos años, el mundo fue engañado por la Unión Soviética de que su sistema económico centralizado, la ausencia de la propiedad privada y el autoritarismo era el éxito para que las sociedades progresaran y las personas tuvieran una vida digna. Se vendían como “socialistas y democráticos”, sin embargo eran marxistas-leninistas de corte totalitario. Aunque los países latinoamericanos no estuvieron involucrados en la Segunda Guerra Mundial, sí nos tocó vivir la Guerra Fría. A pesar de que la Unión Soviética contaba con una sexta parte del territorio mundial, continuaba con tácticas, especialmente guerrilleras, fomentando el descontento en países. Vendía su sistema como la solución para erradicar la pobreza, distribuyendo riqueza y sacando a los gobiernos de turno, todo para acaparar más. Ya no se trataba exclusivamente de cambiar la economía de un país, sino de tomar el territorio e imponer su sistema. Cuba fue uno de estos. El cambio en el año 1959 fue el resultado del movimiento revolucionario cubano de izquierda que provocó la caída del régimen del dictador Fulgencio Batista y la llegada al poder del líder del ejército guerrillero Fidel Castro, con todo el apoyo de la URSS.

“Pareciera que los sistemas políticos ya no responden al avance de las tecnologías de la información y comunicación”.

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El muro cayó en 1989 tras una serie de hechos políticos y sociales desencadenantes. Provocó la euforia y alegría de los alemanes y de muchas personas en otras partes del mundo. Fue un acontecimiento muy emocionante porque representaba el fin de una época obscura, dictatorial y más cruenta del siglo XX. Visité Alemania durante los 80 y luego de su unificación varias veces. Fue un cambio absoluto en beneficio de sus ciudadanos -aún conservo un pedazo pequeño del muro como emblema de la libertad-. Personalidades como Mijaíl Gorbachov, jefe de Estado de la Unión Soviética (1988-1991); Juan Pablo II, papa de la Iglesia católica y jefe del Estado del Vaticano (1978-2005); Ronald Reagan, presidente de Estados Unidos (1981-1989); y Margaret Thatcher, primera ministra del Reino Unido (1979-1990); fueron clave para derribar no solo el Muro de Berlín, sino la fachada de un sistema inhumano y fracasado. 

Muchos le llamaron al nuevo sistema económico “neoliberalismo”, debido a que era el surgimiento de un movimiento de actualización del liberalismo, aparecido después de la Primera Guerra Mundial, que presentaba una alternativa entre un modelo centralmente planificado y el liberalismo clásico. Claramente, es un sistema que limita la intervención del Estado en asuntos jurídicos y económicos. Al comparar los resultados de bienestar de las dos Alemanias, las dos Coreas y las tres Chinas, se evidenciaba cómo una economía centralmente planificada con un gobierno autocrático no lograría prosperidad. Muchos países de Asia fueron cambiando su modelo por una economía de mercado con el fin de producir riqueza, especialmente los del sudeste, como Singapur y Malasia.

En Latinoamérica, lamentablemente, pocos países tuvieron la visión y la disciplina para hacer transformaciones en sus sistemas y lograr bienestar. Sin embargo, “los marxistas” cambiaron su estrategia. Por medio del Foro de São Paulo -plataforma de partidos y movimientos políticos de la izquierda latinoamericana y caribeña, fundado por el Partido de los Trabajadores de Brasil en 1990 para contener el avance del neoliberalismo en la región-, lograron someter a la mayoría de países como Venezuela, Brasil, Nicaragua, Bolivia, Argentina, Ecuador, El Salvador y México. Llegaron por la vía democrática, varios reformaron su Constitución y se perpetuaron en el poder.

Chile presentaba los mejores resultados para lograr prosperidad económica y combate a la pobreza en la región latinoamericana debido a la transformación de su régimen económico, político y social. Sin embargo, en los últimos días, bajo la etiqueta de la “desigualdad”, se han prendido muchas mechas que pueden desencadenar abolir un modelo construido en las últimas cuatro décadas, dejándose llevar la mayoría por una táctica de manipulación de la emoción y triunfalismo de quienes no creen en la democracia, no velan por el bien común y se apropian de los países como que fueran territorios que les pertenecen. De hecho, el Partido Comunista está pidiendo la realización de un plebiscito el 15 de diciembre para redactar una nueva Constitución para poner fin a las protestas y disturbios en este país.

Pareciera que los sistemas políticos ya no responden al avance de las tecnologías de la información y comunicación, y debemos replantear nuevos modelos, principalmente para dirigir nuestros países. Tres décadas después de la caída del Muro de Berlín aún continúa el conflicto en muchas sociedades, falta claridad en los sistemas económicos que desarrollan los países y sabiduría para lograr la convivencia pacífica. ¿Opina que las ideologías son importantes? ¿Cuáles modelos han adoptado las sociedades que prosperan? ¿Cuáles cambios le haría a los sistemas económico, social y político de Guatemala?

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