La fortaleza de la estructura partidaria de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) parecía, junto con la diferencia de votos que obtuvo respecto a Alejandro Giammattei y otros elementos, configurar un escenario indiscutible para la victoria de Sandra Torres.
PUBLICIDAD
Estas apreciaciones se pusieron un poco en duda al conocer, días antes de la elección, los resultados de dos encuestas que perfilaban, en contra de la intuición de muchos, ganador a Giammattei.
En el ambiente electoral, bastante apagado, por cierto, con una campaña muy plana y sin muchos sobresaltos, se desconocía en gran medida cómo el ciudadano estaba percibiendo y mucho menos cómo iba a actuar.
Se anticipaba, como es usual en las segundas vueltas, una participación menor a la de la primera vuelta. Este escenario era, incluso, tomando varios modelos que partían de las encuestas publicadas, que daban como ganadora a la UNE. No considerando que, si el abstencionismo aparecía en el área rural, como ocurrió, el efecto se invertía y era Vamos el ganador.
En alguna medida siento que se sobrestimó el peso de algunas variables que terminaron pintando en el resultado electoral.
Por ejemplo, Torres llegó a la elección arrastrando un antivoto muy fuerte, y se subestimó el efecto que iba a tener en las áreas principalmente urbanas, que fueron las que salieron a votar en la segunda vuelta. Imagine usted que Giammattei ganó en 21 cabeceras departamentales y eso le representó el 77% del voto que obtuvo en la segunda vuelta.
Por otro lado, la fortaleza de la UNE radicaba en la estructura territorial desplegada en todo el país. El partido se presentó a la segunda vuelta casi como la maquinaria imbatible. Las cartas de presentación eran los 52 diputados y los 116 alcaldes que ganó en la primera vuelta, en contraposición a los 17 diputados y 33 alcaldes de Vamos.
PUBLICIDAD
Ese aspecto, partiendo de lo importante que en muchas elecciones termina siendo la estructura partidaria para movilizar a los votantes el día de la elección, también daba como ganadora a la UNE. A esto se sumó una estrategia intensa que desarrolló para concertar alianzas con varios caciques locales y departamentales que fortalecían la estructura, ya bastante sólida de la UNE.
Habrá que ver y analizar un poco más lo que sucedió. Al parecer, el antivoto terminó pesando más de lo que se esperaba y junto con una estructura territorial que no sumó más de lo que logró en primera vuelta, Torres se estancó y no logró cautivar, sacando prácticamente el mismo número de votos que tuvo en primera vuelta. Todo lo contrario sucedió con Giammattei, que triplicó su voto. La abstención de más de un millón de personas que no regresó en la segunda vuelta electoral, principalmente en el área rural, ayudó a configurar este escenario.
Otro aprendizaje, en este contexto, es que una vez más se confirmó que el voto no se endosa. Que si bien la UNE tuvo una agresiva y muy efectiva estrategia para “fichar” a varios caciques importantes, esto no le aseguró la victoria electoral porque el voto no se endosa. Un caso contundente es el de Mixco. Neto Bran ganó la elección municipal con un poco más de 80 mil votos. Torres en segunda vuelta obtuvo 25 mil y Giammattei más de 125 mil.
Estos son algunos de los elementos que pongo sobre la mesa para analizar los resultados electorales de la segunda vuelta. Hay muchos otros que analizar, por ejemplo, si terminó pesando que Torres se ausentara de los debates presidenciales o del corrimiento ideológico más al centro que tuvo con algunas posturas conservadoras que trataban de acercarla con un votante que no la quería.
De igual manera, se debe revisar la estrategia de Giammattei. Aquí dejo mis primeros granitos de arena para el análisis. ¿Qué opina usted? ¿Cómo explica y analiza la elección?