Opinión

¿Votar o botar?

Muchos se preguntan cuál es el criterio acertado para elegir por quién votar. Fobias y simpatías aparte, yo pienso seguir algunas guías básicas para hacerlo. Empiezo por descartar a los impresentables, lo cual es sumamente fácil si uno está al tanto de las noticias. Por ejemplo: Se sabe de sobra quiénes han obstruido a la justicia para no ser investigados, es decir aquellos que han despotricado contra la tímida perspectiva de un país sin excesiva impunidad. No se precisa de mucho para distinguirlos. La condición de indecencia en un candidato es obvia cuando se maneja la lógica más elemental de ética. Y es sencillo, también, identificar a los aspirantes que carecen de un nimio sentido de la realidad. Esos que con cada palabra se evidencian como trogloditas sin remedio o como cínicos irredimibles. Abundan las declaraciones plagadas de sinsentidos que incluyen en su repertorio perlas tales como insultos a la inteligencia, llamados al agravio y hasta apologías del delito. Pero incluso en el descaro a la hora de mostrar escasez intelectual hay categorías. Y en esta campaña saltan a la vista los que se roban ese show.

Asimismo, parece bastante irrebatible la evidencia pública, en materia de hechos notorios, de las barbaridades que coleccionan varios de los que buscan puestos de elección popular. Ni siquiera tengo que ser específico. En algunos casos, con googlear al candidato basta. En otras, la memoria es suficiente. Hablo de recordar. Sí: recordar. Ese ejercicio tan natural que nos cuesta enormidades a los guatemaltecos, tanto para lo bueno como para lo malo. Y si a yerros y perversidades anteriores nos atenemos, en ese apartado uno puede encontrase con historias de horror. Historias que incluyen informes concluyentes acerca de ciertas ejecutorias de los aspirantes que los hacen ineligibles para una persona de mediana preparación. Sin embargo, uno se topa con gente que juega la trampa de la amnesia o que ignora convenientemente los pecados.

“Aunque no hay partido en el que la perfección impere, el ‘dime con quién andas y te diré quién eres’ puede dar pistas”.

Publicidad

Existe otra manera de decidirse. Aunque no hay partido en el que la perfección impere, el “dime con quién andas y te diré quién eres” puede dar pistas muy útiles para no incurrir en el tremendo error al momento de la cita con las urnas. Me explico en lo relacionando con los filtros en las agrupaciones partidarias. Donde no hay ladrones, hay arrogantes. Donde no hay arrogantes, hay prepotentes. Donde no hay prepotentes, hay fanáticos religiosos. Donde no hay fanáticos religiosos, hay asesinos. Donde no hay asesinos, hay extorsionistas. Donde no hay extorsionistas, hay traficantes de influencias. Y en general, en todas las pandillas políticas hay corruptos, o aspirantes a serlo, y en varios de los grupos que postulan candidatos se reúnen todas las maldades antes listadas. Es inevitable. También en esto las categorías se notan. Hay peores entre los peores. E incluso peores que los peores.

Le recomiendo fijarse bien, o lo más que pueda, en quiénes son los que caminan con el “líder máximo” al que piensa favorecer con el sufragio. Quienes lo respaldan directa o indirectamente. Y no solo las redes sociales son parámetro para esto. Lo es asimismo la experiencia diaria que marca territorios. La familia. El trabajo. Los amigos. Los conocidos. Los chats.

Votar no es lo mismo que botar. No es ninguna ciencia conocer en qué se distingue un verbo del otro. Botar a la basura el voto es una cosa. Votar para hacer el intento de limpiar el bote de la basura es otra. No le sugiero votar basado en espejismos, sino hacerlo con sagacidad. En condiciones tan precarias como la nuestra, propiciar una sorpresa electoral solo es posible cuando la gente escoge estratégicamente cómo volverse el verdadero soberano.

En síntesis, la manera que considero más efectiva para elegir a sus candidatos para la presidencia, el Congreso y su respectiva corporación municipal es no votar por los mismos que siempre le han hecho daño desde el poder. Entenderlo es más simple de lo que parece. Basta con evitar el masoquismo. Lúzcase con el ejercicio de la memoria. Recuerde. Y tómelo en cuenta: Votar no es lo mismo que botar.

Lo Último