Debo confesar que soy de esas personas que suelen pasar por alto el leer las famosas letras pequeñas de los documentos, lo cual me ha hecho pasar por algunas de las experiencias más frustrantes que he vivido.
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Hace unos meses, en un viaje perdí mis documentos, incluyendo mi licencia de conducir. Al regresar tuve que pasar por el peregrinaje habitual de quien pierde la billetera completa.
El último trámite fue la licencia, y después de haber revisado la papelería y haber pagado más de Q400, entre reposición, renovación y examen de la vista, me informaron que había un error en el tipo de licencia que salía en la denuncia de la Policía. Salí de ahí frustrada, ya que tenía que volver a la comisaría a hacer el cambio de tipo de licencia B a tipo C.
A los días caigo en el hospital y me operan prácticamente de emergencia, lo cual me tuvo 3 semanas en reposo y sin poder manejar.
Al regresar a mis labores normales, fui nuevamente a la comisaría, me realizaron el cambio y esta vez fui a la sucursal de otra zona, ya que me quedaba más cerca de la oficina.
Cuando llego a la recepción, la señorita me dice:
-Su examen de la vista lo sacó en la zona 18, por lo que no le sirve en carretera a El Salvador.
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– ¿Cómo así? ¿Me está diciendo que mi vista cambia según la zona en la que me encuentro?
Me miró y me dijo: Aquí solo se aceptan exámenes de la vista de esta zona.
Me reí para mis adentros, sin embargo, salí a hacerme nuevamente el examen de la vista, para lo cual pagué otros Q50.
Volví a entrar y, mientras me revisaban los papeles, cruzaba los dedos para que no me dijeran nada adicional.
– ¿Usted comenzó el trámite en zona 18?
– Sí señorita
¿Y usted ya había pagado?
– Sí señorita
¿Y no le dijeron que el pago que hizo al banco tiene vigencia de 30 días?
– ¿Cómo así señorita?
Los Q420 quetzales que usted pagó ya se vencieron
– Pero, ¿cómo iba a venir? Estaba convaleciente, ya que me acaban de operar.
– Aquí en este letrero puede ver que es política nuestra. La única opción es que mande una carta o llame al director general de tránsito y quizás puedan hacer una excepción por usted. (Les prometo que llegué a pensar que era de esas bromas de cámara escondida).
– Señorita, ¿me está diciendo que pagué por mi licencia, y por haberme pasado de los 30 días, perdí el dinero, a pesar que aquí está el comprobante de pago del banco?
– Así es, aquí dice en el comprobante que solo tiene vigencia por 30 días.
Tuve que volver a salir, sacar plata del cajero y volver a pagar los Q420.
Todo lo anterior, por no leer la letra pequeña en el comprobante.
Mientras pagaba en la ventanilla del banco le pregunté al cajero: “¿Y qué pasa con todo ese dinero que se vence?” A lo que me contestó: “Eso no se lo puedo decir”.
Me quedé de una pieza, parecía más una broma de mal gusto que una política con fundamento. Además de ganarme un buen enojo, aprendí que no debemos confiarnos de la lógica, y siempre leer las letras “pequeñas” si no queremos llevarnos más de una sorpresa.
Lamentablemente, las políticas están hechas para el bien de las empresas u organizaciones, y no para el beneficio de los clientes, lo cual te hace darte cuenta que siempre debes tomarte el tiempo para leer las letras pequeñas.