Opinión

Hecha la ley, hecha la trampa

Este refrán popular, que busca expresar que las leyes se crean con segundas intenciones, termina siendo bastante ilustrativo para recrear lo que está sucediendo con la inscripción de candidatos y los criterios que está utilizando el Tribunal Supremo Electoral (TSE) para hacerse un poco de la vista gorda y dejar pasar muchas candidaturas que no podrían inscribirse.

Lamentablemente en Guatemala este refrán pareciera ser el día a día en la aplicación de las leyes. Los chapines somos bien pilas para encontrar la salida fácil o jugarle la vuelta a las normas para buscar un beneficio. En muchas ocasiones, pecando un poco de mal pensado, los mismos que crean la ley ya tienen planeado el procedimiento para esquivarla.

Esto es lo que está sucediendo con la inscripción de los candidatos a diputados debido a que el TSE está considerando criterios bastante laxos para interpretar los artículos 123 y 205 Ter de la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP) que buscan frenar el transfuguismo partidario.

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Se entiende por transfuguismo “aquella forma de comportamiento en la que el individuo, caracterizado como representante popular democráticamente electo, abandona la formación política en la que se encontraba para pasar a engrosar las filas de otra” (Josep María Reniu, en Daniel Zovatto, 2006).

Según Zovatto, esta práctica debilita el sistema de partidos, favorece la inestabilidad política partidaria, afecta la credibilidad no solo del tránsfuga en cuestión, sino del conjunto de la clase política, deteriora la cultura democrática y efectivamente distorsiona la representatividad surgida de las elecciones (Zovatto, 2006).

En Guatemala el transfuguismo tiene un efecto negativo en la representación y la gobernabilidad política. El cuadro político que los votantes dibujaron en las elecciones se desdibuja y se transforma a lo largo de los cuatro años del ejercicio legislativo.

Este comportamiento desnuda la fragilidad de nuestro sistema de partidos políticos y evidencia la débil identidad y cohesión partidaria. Sin lugar a dudas, también contribuye a erosionar la confianza que los ciudadanos tienen en las organizaciones políticas.

Existen posiciones encontradas en relación al transfuguismo. Unos se oponen porque desvirtúa la voluntad popular y modifica la legitimidad expresada en las urnas, y otros lo defienden argumentando que es un derecho de los diputados.

Independientemente de la discusión sobre si es necesario regular el transfuguismo y si una medida en este sentido contribuye o no a consolidar partidos políticos institucionalizados, los artículos 123 y el 205 Ter de la LEPP regulan el transfuguismo.

Por ello, hay que cumplir con la norma y no andar buscando estrategias para saltarse la ley, inscribiendo candidatos que encajan en esta prohibición.

El TSE está tomando adoptando una postura muy permisiva y no está aplicando la norma, desvirtuando el espíritu de la misma. La acción de “recibir” e “incorporar” si contempla el ámbito de la postulación de candidatos, a diferencia de lo que están considerando en el TSE, que lo circunscribe al acto formal de estar afiliado y ser parte orgánica del partido.

Esto lo único que refuerza es la visión “electorera” de los partidos, vistos como vehículos electorales. Es triste que el TSE esté alimentando esa visión y no trabajando para institucionalizar a los partidos.

El problema está en que la organización partidaria en el país se mueve en una doble dimensión. Por un lado, la “organización legal” inscrita en el TSE, y por otro, la “organización formal”, no registrada en el TSE pero que funciona como si estuviera inscrita. Incluso los partidos se pueden dar el lujo de postular candidatos que no están afiliados al partido en áreas en donde no tienen organización legal.

Ojalá el TSE rectifique y evalúe los criterios de inscripción de las candidaturas y aplique los artículos 123 y 205 Ter de la LEPP. El TSE tiene en sus manos un elemento que puede contribuir a erosionar o fortalecer la credibilidad y legitimidad del proceso electoral: La inscripción de candidaturas cuestionadas. ¿Qué opina usted? ¿Hecha la ley, hecha la trampa?

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