La elección está estrenando un régimen de medios de comunicación que está causando mucho revuelo. Pasamos de un modelo en el que los partidos podían comprar cuanta pauta pudieran pagar a uno en el que la distribución de los espacios será asignada de manera igualitaria entre los partidos y candidatos que participen en la elección.
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El nuevo régimen de medios es uno de los mayores logros que se alcanzaron en la reforma electoral de 2016. Es un avance importante para promover un proceso electoral transparente, más competitivo y que busca reducir los efectos negativos que se producían de la relación entre los políticos y los medios de comunicación.
¿Qué beneficios trae? ¿Por qué tanta oposición? ¿Ganan los partidos, los candidatos, los medios o los ciudadanos? Estas son algunas de las preguntas que aparecen en las conversaciones.
Tomemos unos minutos para hablar sobre estos aspectos. En el ambiente hay mucha desinformación y este escenario lo aprovechan los actores que se ven afectados por las nuevas reglas.
Empecemos con lo más evidente. La campaña electoral anticipada. Usted recuerda que en procesos anteriores los partidos inundaban el país con vallas, publicidad en los medios de comunicación y pintas en postes, entre otras cosas. ¿Qué logramos? Que en esta elección no se repitió el círculo perverso de la campaña anticipada. Este es uno de los logros de esta reforma electoral.
Por otro lado, las nuevas normas promoverán que los partidos políticos tengan iguales condiciones en las pautas de los medios. Es decir, vamos a escuchar y ver a todas las organizaciones que están participando. Antes únicamente, o casi exclusivamente, veíamos y escuchábamos los mensajes de los partidos que tenían posibilidades de pagar.
Este aspecto reduce la influencia del dinero en las campañas y por otro lado, promueve escenarios en los que los partidos podrán competir por contenido (propuestas políticas) y no por quien tiene más vallas o anuncios en radio y televisión. Campañas de altura.
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El hecho de reducir los espacios de acción y de poder de los financistas contribuye a que los partidos políticos, siendo más autónomos e independientes, puedan velar por los intereses de los ciudadanos y no por sus financistas.
Los partidos ya no tienen que pasar el sombrerito para recolectar la coperacha y financiar sus campañas, que de paso eran millonarias, y sin contenido ni propuestas reales.
No tendrán que beneficiar a empresas constructoras, del monopolio de radio y televisión, o cada vez más frecuente, el crimen organizado y el narcotráfico.
Como dice un amigo, las elecciones las debe ganar quien tiene las mejores propuestas, no quien los canales de televisión o las emisoras de radio quieran para sus intereses. Ahí está el papel de los ciudadanos, quienes debemos defender este nuevo régimen de medios porque genera beneficios para nuestra democracia.
No caigamos en la trampa de las campañas de desinformación.
Este proceso electoral nos da la oportunidad de fortalecer la democracia con campañas más competitivas, reducir la influencia del dinero en los partidos, y exigir a los partidos una campaña de propuestas e ideas, no una de descalificación, acusaciones mutuas y falsas promesas. Las reglas cambiaron para el bien de nosotros, los ciudadanos. ¿Qué opina usted?