El papel de la niñez y la juventud en las elecciones es irrelevante para muchos actores políticos que están interesados principalmente en buscar votos para ganar. En el mejor de los casos, los niños y las niñas terminan siendo instrumentalizados en las estrategias de campaña.
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Usted verá fotos, videos o spots en donde los partidos, tratando de evidenciar preocupación por los problemas que enfrenta este grupo de la población, hacen sus mejores esfuerzos para convencer a los adultos y obtener adeptos y apoyo electoral en las urnas.
No obstante, desde hace varios procesos electorales se ha implementado de manera paralela al evento electoral oficial el proyecto “Elecciones infantiles”.
Este es un esfuerzo dedicado a contribuir con la formación cívica nacional para la democracia y la cultura de paz, promoviendo la defensa y el ejercicio de los derechos humanos, la renovación de la cultura política y la solución pacífica de conflictos.
La elección tiene el propósito de sembrar semillas democráticas en los corazones de la niñez guatemalteca.
El proyecto consiste en que el mismo día de la elección general se organiza la “gran fiesta cívica” en donde participan niños, niñas y jóvenes desde los cinco hasta los 14 años, montando una elección infantil con los mismos procesos y actores que participan en la elección oficial.
Es decir, eligen a un Tribunal Supremo Electoral (TSE), integran los órganos temporales (juntas electorales departamentales y receptoras de voto), elaboran un padrón electoral e imprimen boletas de la elección presidencial con los mismos candidatos que están participando en el proceso oficial.
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Imagine, usted, a los niños montando un evento paralelo, mostrando su vocación y compromiso cívico, organizando una elección para elegir al próximo presidente del país.
Este ejercicio es un espacio muy importante para que los “patojos y patojas” conozcan y ejerzan sus derechos y responsabilidades como futuros ciudadanos, aprendan sobre el proceso electoral (las funciones que tienen los órganos, el TSE, los partidos políticos, etcétera) y ejerzan su voto de manera secreta, personal e intransferible.
Es realmente hermoso ver a los niños y niñas que se despiertan desde temprano y dedican todo un día a montar su evento electoral. De igual manera, emociona saber que los niños piden que los lleven a los centros de votación a emitir su sufragio.
No digamos escuchar o saber de las discusiones apasionadas y acaloradas que tienen cuando, en medio de los juegos y la diversión, discuten sobre el candidato por el que votarán.
Los niños más pilas no solo terminan influyendo en sus amigos cercanos, sino también en los adultos que los rodean, aunque usted no lo crea.
He visto muchos ejemplos de esto último que menciono. Los partidos lo saben y en algunos casos, hasta parte de su estrategia de campaña está orientada en influir en los niños porque saben que pueden, eventualmente, llegar de manera indirecta a los adultos.
Más allá de estos aspectos, este proyecto que tiene el aval del Tribunal Supremo Electoral (TSE) y del Ministerio de Educación, se constituye en un esfuerzo democrático para formar ciudadanos comprometidos con la democracia.
Ojalá en el futuro todos los que participan en este ejercicio sean los próximos presidentes, diputados, alcaldes, magistrados del TSE e integrantes de los órganos temporales.
De igual manera, tomen conciencia de los retos que tiene un país que le ha dado la espalda a la niñez, que en lugar de estar ejerciendo su voto en las “urnas” está enfrentando la pobreza, la exclusión, la desnutrición crónica y la desigualdad que afectan a la mayoría de la niñez y la juventud, y se conviertan en actores de cambio para transformar esa realidad.
La invitación es para todos los niños, niñas y jóvenes a que participen. ¿Qué opina usted? ¿Motivará a los niños que están a su alrededor?