Opinión

La ecuación del éxito electoral está cambiando

La dinámica política partidaria de cara al proceso electoral del próximo año se pone cada día más intensa. Los actores políticos están preparando sus estrategias, las asambleas partidarias, afinando sus candidaturas, conformando los equipos, buscando respaldo y tratando de posicionarse en la agenda pública.

Hasta el momento se pueden destacar algunos puntos interesantes. Uno de ellos es la casi nula precampaña anticipada. ¿Recuerdan ustedes las intensas precampañas que desarrollaron el PP y Líder incumpliendo la normativa electoral? Este año sorpresivamente, los partidos han estado bastante calladitos.

Algunos indican que es por el temor a las sanciones o eventuales complicaciones que podrían tener los candidatos en la fase de inscripción. Otros argumentan que es debido al poco financiamiento privado que ha llegado a los partidos. Estos aportes están esperando a que se tranquilice un poco las aguas y se aclare el panorama.

No obstante, de los pocos aspectos que se habla es sobre qué están haciendo los partidos para construir sus programas de gobierno y sus ofertas de campaña. En este caso, habrá de los más escépticos que dicen que no hay que esperar nada, la campaña será igual que siempre, más de lo mismo, y los partidos evidenciarán su fragilidad programática.

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Por otro lado, hay otros menos escépticos que dan un poco el beneficio de la duda y dejan la puerta abierta a la posibilidad de que pueda aparecer en el escenario electoral, partidos o candidatos que traigan programas y propuestas programáticas. Esto no parece descabellado en un contexto en donde nuevos actores políticos están incursionando en la política con el propósito de renovar y recuperar el ejercicio político apegado a valores, programas y proyectos.

Los partidos siempre han indicado que una campaña electoral basada en propuestas programáticas es inefectiva e inútil. No les sirve porque no les da votos. Señalan que los mítines, las rifas, los regalos, las campañas clientelares son las que ganan las alcaldías, diputaciones y la presidencia.

La fórmula para el éxito electoral regularmente contiene una fuerte dosis de caciquismo, principalmente en la postulación de las candidaturas, a este se le suman las estructuras territoriales de caciques que aseguren un mínimo de votos, con las jornadas de acarreos de votos el día de la elección y los entretenidos mítines con su propaganda clientelar. En esa ecuación, los planes de gobierno y las propuesta viables y concretas simplemente no aparecen porque restan votos.

Los partidos argumentan que la “masa” o el “electorado” no es exigente. Están esperando, bajo lógicas clientelistas, regalos y dádivas, no propuestas electorales. Esta visión de la cultura política de los guatemaltecos golpea fuertemente porque a los problemas que tiene el sistema de partidos se viene a sumar una variable de peso, qué tan exigente será el electorado con los candidatos y los partidos.

En este sentido, soy de los que considera que la ecuación de “éxito electoral” en algunos lugares y para una buena parte del electorado está cambiando. Muchos partidos no lo han visto o no lo quieren ver. El desafío está en que cada vez más ciudadanos seamos más exigentes en las campañas electorales y exijamos propuestas y programas viables y concretos. No más canciones y regalos. El 2019 puede ser una excelente oportunidad.

¿Qué opina usted? ¿Qué estamos haciendo y qué podemos hacer? Yo creo que mucho.

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